"Al ver que uno de los sujetos sacaba la mano de su sudadera me tiré al suelo, mientras ellos abordaban una camioneta y escapaban", cuenta Diego recordando el día en que él y su familia fueron víctimas de un robo en su casa en la colonia El Recreo, en la alcaldía Azcapotzalco, de la Ciudad de México.
Esa tarde, después de haber salido a Villa del Carbón en compañía de su pastor belga, Coyac, y disfrutar de un día de aire libre, en donde corrieron, sudaron y jugaron hasta el cansancio, regresaron a su hogar.
La calle lucía normal, igual que todos los días. Diego descendió de su coche y dejó al perro en el auto, caminó hasta la entrada y entonces se percató de una camioneta que nunca había visto sobre la cuadra y a un hombre junto a ella que daba algunas instrucciones a alguien, sin embargo, no le tomó mucha importancia y continúo su camino hasta la puerta de entrada.
Te puede interesar: Asaltos en el Estado de México; algunos logran vivir para contarla
"Metí la llave y giré el seguro para poder abrir, de pronto, en cuanto empujé la puerta peatonal que da hacia el patio y estacionamiento de la casa y entré, cuatro sujetos abrieron de golpe el pesado zaguán dejándolo ir sobre mi".
Uno de ellos metió la mano al bolsillo delantero de su sudadera como si fuera a sacar un arma de fuego, por lo que el joven aterrado se tiró pecho tierra contra el piso, mientras los sujetos con el paso libre subieron a la camioneta y escaparon del sitio a toda velocidad.
Tras la huida de los maleantes, Diego se levantó y atravesó el patio para poder ingresar a la casa y fue entonces que se dio cuenta que se encontraba todo fuera de su lugar.
Cocina, sala, baños y cada espacio de los cuartos fue desordenado, los clósets de las habitaciones fueron completamente vaciados como si estuvieran buscando algo detrás de las paredes.
Ropa, zapatos y cosas de uso de personal quedaron tiradas sobre los pisos y camas, obviamente, televisores y cosas de valor fueron robados.
Sin embargo, en las habitaciones dejaron atrás computadoras portátiles, tabletas y celulares que sabían que tenían localizadores.
➡️ Suscríbete a nuestro Newsletter y recibe las notas más relevantes en tu correo
La impotencia de Diego ante el robo se calma ante el alivio que siente al saber que su mamá no estaba en casa y el que nadie hubiera salido herido, "si las cosas hubieran sido diferentes y hubiera bajado a Coyac del auto, seguro se les habría aventado y quién sabe que hubiera pasado, quizá habría atrapado a uno de los ladrones, pero también estaba el riesgo de que mataran a mi perro”