Al mexicano, cualquiera que sea su origen y destino, le puedes decir cualquier ‘chingadera’ y aguanta, como se dice. Le puedes cargar la mano. Le puedes regañar, insultar, halagar en exceso –que también es un insulto- o hasta sacudirlo, tenderlo y secarlo... pero una cosa nunca-jamás-en la vida va a tolerar... Una ‘mentada de madre’... ¡eso sí que no!
A la madre de cada uno, no se le toca ni con el pensamiento, palabra u obra... Es la figura sagrada. Es ‘el ser que nos dio la vida’. Es la imagen exacta del respeto, la abnegación, el cariño, la entrega amorosa, el refugio, el nido viviente, el sí y el no de lo que sigue en la vida; es el ser tolerante y que nos mima, así seamos el bueno, el malo o el feo de la película: para ella somos sus ‘niños’ de toda la existencia, aunque ya estemos vaquetones.
La madre es la figura central en nuestras vidas mexicanas al grito de: “¡o te estás o te aquieto!” Eso es. Porque pasados los años uno recuerda con cariño los días en los que se nos enderezaba para el camino correcto a base de chanclazos, cinturonazos, jalones de orejas, castigos como “¡Hoy no me sales a jugar!”, “¿a dónde vas tan perfumadito...?”
Y siempre con un buen plato de comida en la mesa... ¡ah!... porque no hay mejor cocinera en el mundo que nuestra madre; la única que tiene ‘ese sazón’; la única que tiene sabor y color en sus platillos; la única que es ejemplo de “¡ojalá guisaras como mi mamá!”. Eso es: es la madre la perfección hecha ser humano.
Las celebraciones del Día de las Madres son muy antiguas. Por ejemplo: Esta festividad tiene antecedentes en la antigua Grecia cuando se rendían honores a Rea, madre de Zeus (Dios del cielo y el trueno), Poseidón (Dios del mar) y Hades (Dios del inframundo) y se llevaban a cabo a mediados de marzo cada año.
En el siglo XIX se formaliza la idea del Día de la Madre desde 1870 cuando Julia Ward Howe, una estadounidense activista en favor de la liberación femenina y del voto de la mujer, promovió ese año la proclamación del Día de la Madre. Más o menos consiguió que ocurriera, aunque poco impacto tuvo su propuesta por el desprecio social que se tenía a su movimiento liberacionista.
Ya en 1907, la norteamericana Anna Jarvis, en recuerdo a la muerte de su madre inició una campaña de promoción del Día de la Madre como festividad, lo que finalmente consiguió en 1914. (Aunque luego renegaría de la celebración, ya que consideró que se perdió su sentido original para convertirse en una festividad comercial).
La mayoría de los países celebran a las madres durante el mes de mayo. En algunos es el primer domingo de mayo; otros, como Estados Unidos, Dinamarca, Alemania... lo celebran el segundo domingo de este mes; algunos con más o menor intensidad, pero se celebra.
En México es el 10 de mayo de cada año. “¡A ver si no te recuerdan tu diez de mayo!” se dice bajo advertencia. Pero es así, la fecha se instituyó en 1922 y sus orígenes tuvieron un sentido de confrontación política, cultural y religiosa.
A principios del siglo pasado, en el sureste mexicano, se promovió la educación racionalista. Sobretodo en Yucatán, bajo el gobierno de Salvador Alvarado quien abrevó en las lecturas de los Flores Magón y de otros socialistas de la época. Insistía en la liberación de la mujer para su participación política y en la decisión de su maternidad o no.
Esto que en la época era absolutamente irreverente aumentó aún más con la llegada de Felipe Carrillo Puerto al gobierno de Yucatán y sus ideas asimismo socialistas y libertarias del feminismo.
Decían que la mujer debería alejarse de la iglesia porque ésta entorpecía sus decisiones y la sometía a valores morales que no tenían nada que ver con la vida cotidiana y la decisión de la mujer en su vida matrimonial o sexual. Pero sobre todo el decidir cuántos hijos quería tener y una especie de control natal a partir de la voluntad femenina.
Marta Acevedo, en su libro “El 10 de mayo” (SEP, 1982) documenta el conflicto. El 10 de marzo de ese 1922 en Yucatán proliferaba la idea de la emancipación de la mujer: En “El Popular” se lee: “Alerta mujeres del proletariado. Madres de familia. No os dejéis engañar por los farsantes del capitalismo que desean que nuestros hijos no se eduquen en las escuelas Racionalistas, todo para seguir teniendo esclavos (...)
En “La península al día”: “Matrimonios naturales. Amor libre. En esta población se han generalizado los matrimonios de esta naturaleza, pues de unos meses a la fecha son muchas las parejas que se unen libremente sin intervención del Registro Civil, pues el afecto nace de la comunión de almas y no ante la ley y menos ante el sacerdote. Se debe suprimir el contrato civil y religioso por exigirlo así la moral de los tiempos modernos..."
Por otra parte, hubo quienes querían enfrentar esta corriente a la que acusaban de atentar a los valores de la mujer, como también a los de la iglesia, se decía.
Rafael Alducin fundador del diario Excélsior en la capital de México, comenzó una campaña desde el periódico, ‘para reivindicar a la mujer y para defender los valores religiosos.’. El 13 de abril de 1922 publicó:
“Excélsior pretende que el 10 de mayo de todos los años sea consagrado por los hijos a enaltecer en vida o en memoria a quienes les dieron el ser. Los mexicanos en general todos los que pertenecen a la raza latina, no comprenden en muchas ocasiones ciertos conceptos de la vida de una familia y atañederos al hogar, que son costumbres arraigadas en muchos pueblos de Europa, de Asia y de los Estados Unidos... (...)
“Excélsior lanza la idea de que se consagre la fecha mencionada -10 de mayo- de una manera especial para rendir homenaje de afecto y respeto a la madre (...)
“Hoy, en el extremo meridional del país se ha venido emprendiendo una campaña suicida y criminal en contra de la maternidad, cuando en Yucatán elementos oficiales no han vacilado en lanzarse a una propaganda grotesca, denigrando la más alta función de la mujer que no sólo consiste en dar a luz sino en educar a los hijos que forma su carne...”
La propuesta pegó fuerte por el impacto enorme que tenía el periódico; por el ánimo conservador del momento como también porque tocaba una fibra sensible: el amor de los hijos a la madre. La responsabilidad de los hijos para reconocer y honrar a quienes les dieron vida... Y así.
De tal forma desde Excélsior y con apoyo del clero se puso en marcha la festividad para el 10 de mayo de 1922. Antes, el 2 de mayo de ese año publicó en su primera plana:
“No nos habríamos sentido suficientemente satisfechos del éxito de nuestra iniciativa, si al lado de todas las instituciones sociales del país que han secundado nuestra idea no apareciera en primer lugar, la Iglesia Católica”. Era aquel Excélsior.
Y sí. El llamado tuvo eco grande en la República. Varios periódicos estatales, organizaciones civiles y la iniciativa privada dieron el visto bueno y privilegiaron la idea y la fecha. Los comerciantes lanzaron ofertas al por mayor:
Vajillas, elementos de cocina ‘para hace más llevadera la labor materna’; “Para mamá Belle Mode ha hecho los mejores vestidos y abrigos. Avenida 16 de septiembre esquina con Palma”; “Tenemos cuanto mamá puede desear en música grabada: RCA Víctor”; “Portabustos Maiden form; Medias Nylon; fondo importado: Corsetería Francesa.”; “El mejor regalo para una Madre: su propio hogar. Parque Asturias”...
Así que ese 10 de mayo de 1922, cuando era presidente de México Álvaro Obregón se celebró por primera vez a las madres mexicanas. Se organizaron conciertos, verbenas populares, obras de teatro, funciones de cine, regalos en las calles a los caballeros que habrían de portar un clavel rojo en la solapa o camisa, como muestra de adhesión a la fecha y el respeto materno.
En adelante la fecha es vista con honores y gloria. El diez de mayo de cada año la celebración se ha cimentado y es auténtica y amorosa. La madre como centro de la vida familiar. Como factor ejemplar y de respeto.
“Madre querida, madre adorada, tesoro inmenso, tesoro bien. Tú que me diste, con tu amor vida, loada seas, Santa mujer”. “Mamá, soy Paquito... y ya no haré travesuras”. “... porque también bonita era mi madre...”
joelhsantiago@gmail.com