/ viernes 4 de diciembre de 2020

Las secuelas psicológicas a atender

Un sector de población, de gran valor social en estos momentos, pero desatendidos en su situación psicoemocional son el personal médico y de salud


Nos esperábamos que la aparición de este virus Covid-19 fuera de corta duración, pero al vivir el confinamiento obligatorio y que este fuera más largo de lo esperado, comenzó a crear reacciones de tipo psicológico en las personas. Se afirma que cuando a los miembros de la familia al estar encerrados, en un mismo espacio y por un tiempo prologado, hace que los emociones de alerta se manifiesten, provocando conductas de agresión y territoriedad las cuales son características tanto en animales como en personas en confinamiento. Por este motivo, observamos un mayor número de discusiones de pareja, conflictos con los hijos adolescentes y menor tolerancia con los niños pequeños. En los peores casos, se presentó violencia intrafamiliar, mayor violencia hacia las mujeres, ancianos, niños, personas con discapacidad y animales.

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Todos estos sucesos se dan por miedo a lo desconocido y sobre todo por la ansiedad que se tiene por ver todo lo que ha sucedido tras la pandemia tales como pérdidas económicas, cambios en la alimentación, falta de ejercicio, tener que trabajar en un mismo lugar y no ir a ningún lado y lo más complicado estar varias horas frente a una pantalla en donde solamente se percibe un solo estímulo sensorial que hace que se vuelva muy desgastante a la vista. El estar sentando en una misma posición tato tiempo genera tensión muscular y estar todo el día dentro de un cuarto, sin recibir los rayos solares, genera ansiedad.


Este nuevo estilo de vida hizo que varias personas desarrollaran lo que se llama “el Síndrome de la Cabaña”. Este padecimiento se presenta en las personas que viven en zonas en dónde los inviernos son muy largos y deben de permanecer encerradas durante varias semanas e incluso meses, y se le conoce así porque los cazadores se encerraban durante un periodo largo para protegerse de ser presa de animales salvajes y del entorno agreste.

Un nuevo fenómeno se observa cuando se pasó de fase roja a fase naranja. Nuevos síntomas empiezan a surgir como, por ejemplo, los ataques de pánico que se caracterizan por temblores o sacudidas, falta de aliento u opresión en la garganta, náuseas, sudor, taquicardia, agitación y sensación de peligro o miedo a morir. Estos ataques de pánico se pueden presentar en una ocasión en la vida de una persona, pero durante la pandemia, los individuos han reportado incluso más de un ataque de pánico por día.

La percepción que cada persona tiene sobre la pandemia depende de su propia parte psicológica, de las vivencias infantiles y de las dificultades emocionales que anteriormente enfrentaron. Una encuesta realizada en Argentina mostró los principales sentimientos generados por esta pandemia: incertidumbre, miedo y angustia, presentado en su mayoría por mujeres. La incertidumbre expresa preocupación indefinida por el futuro que no permite planificación, además de impotencia, resignación, desconcierto y falta de control sobre la situación. La angustia incluye sentimientos de tristeza, aburrimiento y depresión, mientras que la soledad se vincula al encierro y aislamiento (Johnson, M., et al. 2020). En una encuesta realizada en Hong Kong al finalizar la epidemia de SARS-CoV, se reportó que 60% de los participantes mostraron mayor preocupación por los sentimientos de sus familiares y mayor atención a su salud mental. Mientras que 35% a 40% invirtieron mayor tiempo en descansar y hacer ejercicio (Ramirez-Ortiz et. al 2020).

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La población más vulnerable en esta situación son los adultos mayores, ya que al estar encerrados por tanto tiempo y no poder salir a caminar, platicar con más personas o tener contacto con familiares, vecinos y con su comunidad, genera que se incremente la depresión en ellos. Lo mismo sucede con personas con alguna discapacidad que requieren de atención especial tanto médica, fisioterapia o de cualquier otro tipo de cuidado. La falta de estos cuidados va generando en ellos un sentimiento de angustia y depresión.

La preocupación por los padres de familia con respecto a las clases de tele-escuela han sido muy comentadas, el enojo hacia las escuelas privadas por no bajar las cuotas de colegiatura o al dar menos horas de clases en comparación con las recibidas anteriormente; que aunque pueden tener razón, estas reacciones tienen en sí, mayor carga emocional de miedo y ansiedad que de una necesidad real porque los temores de los padres de familia sobre el rendimiento académico y el poder enfrentar una pérdida más puede generar desorganización emocional para ellos.

Afortunadamente la plasticidad cerebral en los niños les ayuda a adaptarse con facilidad a nuevos ambientes y nuevas experiencias y en su condición de niños ellos aceptan lo que se les impone y la connotación que le dan a la pandemia depende mucho de los adultos que están a su alrededor; para los niños puede ser rutinario y agradable el estar frente a la pantalla siguiendo instrucciones y atendiendo a sus maestros. Si el ambiente familiar es seguro y armonioso, los niños hasta antes de los 7 años no necesitan relacionarse con otros pequeños porque su juego es más egocéntrico, a ellos les sirve estar con sus cuidadores porque se sienten mucho más seguros y atendidos y se evita el miedo de separarse y de enfrentarse a compañeritos que pueden de pronto ser hostiles. Sin embargo, en el caso donde hay hogares violentados, los niños son las primeras víctimas de abuso y para ellos la escuela es el único lugar seguro. Estos pequeños van a tener consecuencias emocionales en un futuro y habrá que atender sus necesidades.

En cambio si hablamos de los adolescentes, los efectos son totalmente diferentes dado que a su edad, lo más importante es la convivencia social, el tener un grupo de amigos, relacionarse con sus pares para sentirse aceptados y pertenecer a compañeros que le sirven de marco de referencia para forjar su personalidad; necesitan intercambiar información de temas en común y con quien platicar el mismo lenguaje. Por esto, en los adolescentes, a diferencia de los niños menores, sí es muy difícil este confinamiento porque corren el riesgo de aislarse mucho más y al no poder salir a la calle, pueden caer en la enajenación, refugiándose con videojuegos, redes sociales virtuales o consumo de alcohol y droga.

Ha sido un reto para las familias el conocer a fondo las secuelas de dificultades emocionales que no se habían tratado anteriormente y que con el confinamiento están saliendo como síntomas en el seno familiar; es decir, los problemas de pareja a los que no se le había puesto atención, ahora se desbordaron; las riñas entre hermanos, los problemas académicos, de aprendizaje, de comportamiento, se intensificaron.

La pandemia por coronavirus 2019 (COVID-19) revela una amplia gama de consecuencias psicosociales a nivel individual y comunitario, desarrollando síntomas aislados que pueden convertirse en complejos trastornos psicológicos (Ramirez-Ortiz et. al 2020). Muchas personas, los que pudieron, trataron de escapar de la realidad tratando de llenar su tiempo en emprendimiento tomando “webinars”, retos para poder aprender algo nuevo, retos para hacer ejercicio en casa de manera exhaustiva, el tratar de llenar de actividades a los hijos, para poder sobrellevar el día a día. No obstante, esto es parte de un proceso de negación que es la primera etapa del duelo ya que hemos perdido más de lo que se puede describir y lo que más reportan los pacientes en psicoterapia es que han perdido la esperanza.

Por otro lado, los casos de trastornos de la conducta alimentaria y la obesidad se han hecho más intensos porque sus hábitos alimentarios han cambiado y se han exacerbado el miedo a engordar, el miedo a perder el control sobre ciertos alimentos y los sentimientos de ineficacia por haber cambiado de régimen alimentario y haber subido de peso. Mientras muchas personas comen por sentirse acompañados, otros dejan de comer por sentirse culpables.

Por otro lado, están las madres que están dando a luz bajo esta situación de COVID-19. Ahora los miedos habituales de una madre con su bebé se añaden a los temores de contagio de ella y, de enfermar, no poder estar con su bebé.

Otro factor como el duelo causado por agente perturbador, se ha dado porque las personas no han podido acompañar a sus familiares dentro del hospital cuando están internados por enfermedad y el único contacto que tienen es con el médico tratante quién les explica la salud y la evolución de su familiar durante varios días. En el caso de que el familiar fallezca, el duelo no se va a poder llevar de la misma manera convirtiéndose en duelo patológico por no haber acompañado al enfermo hasta el último momento. Por otro lado, el velorio, en donde se espera apoyo familiar y social, simplemente se atiende en línea. En esta situación, los niños pueden verse afectados porque no se les explica cómo ha ido evolucionando el enfermo y los adultos al atender todos los trámites y su propia tristeza, les impide incluir en los rituales de despedida a los adolescentes y a los niños.

Un sector de población, de gran valor social en estos momentos, pero desatendidos en su situación psicoemocional son el personal médico y de salud. Los doctores y enfermeras se tienden a enfocar a atender a los enfermos por covid-19 bajo circunstancias extremas, como cambiarse de 4 a 6 veces la ropa, portar un traje pesado y limpiar el área de trabajo constantemente. Al estar realizando todo este protocolo y enfrentar situaciones d riesgo y estrés por varios meses, los llevan a presentar el síndrome de burnout (estrés excesivo que escinde las emociones y que puede tener consecuencias psicosomáticas) que tiene consecuencias físicas y psicológicas.

El excesivo trabajo que ocasiona la saturación de pacientes y los pocos resultados de éxito con los mismos generan estrés, ansiedad y depresión. Los médicos no han tenido momentos de recreación y por el contrario deben de estar lejos de sus familiares para no contagiarlos, comen solos o con sus compañeros de trabajo y no descansan. Muchos de los médicos han reportado maltrato por parte de los familiares de los enfermos por covid-19 y poca solidaridad de las personas que se encuentran fuera de los hospitales.

Ante esta pandemia los médicos han reportado sentirse incompetentes y poco eficientes por ser un virus desconocido y por no poder rescatar al paciente como se rescataría con cualquier otra enfermedad. Durante la primera oleada lo médicos presenciaron varias muertes por día, creando en ellos sentimientos de impotencia y devaluación por no poder ayudar. Adicionalmente, todas estas vivencias acumuladas, crean en los médicos el síndrome del estrés postraumático ya que al no platicar los eventos con familiares, amigos o psicólogos; se presentarán en síntomas emocionales y físicos; es como si estuvieran en un campo de guerra en donde no hay tiempo para identificar las propias emociones a este padecimiento se le llama alexitimia.

El síndrome de burnout también está presente en personal docente quienes tienen una alta demanda por parte de los alumnos y a demás la presión de sentirse en clase pública siendo evaluados constantemente por los padres de familia.

En cuanto a las personas que tienen una gran cantidad de juntas durante el día en dónde no se respeta el horario laborar con la excusa de que están en casa y no hay pretexto de que estén en otro lado, en total serían más de 50 horas a la semana frente a la computadora para muchas personas que anteriormente realizaban un trabajo de manera distinta.

Si bien todos en esta pandemia estamos viviendo pérdidas importantes, las personas que han perdido algún familiar, que han perdido su empleo o su negocio, que se han divorciado, que han recaído en sus adicciones, que han tenido ideas suicidas o intentos suicidas, son las personas que deben de priorizar la atención psicológica para poder reintegrarse paulatinamente a sus actividades y sobre todo a ser resilientes porque el ser humano está diseñado filogenéticamente para soportar las adversidades que se le presenten, y el ser creativos ayuda a las personas a conseguir nuevas maneras para adaptarse a lo que viene, con nuevas estrategias.

Las relaciones próximas impulsan el desarrollo, los padres son modelos que regulan los eventos estresantes de la infancia y enseñan afecto, calidez, responsabilidad, comunicación y paternidad positiva necesarias en la pandemia. Sin embargo, se observan hogares con múltiples factores de riesgo que amenazan el desarrollo infantil saludable como la falta de estimulación, violencia, negligencia, maltrato, abuso de la disciplina, desnutrición, desempleo, asinamiento, problemas de salud mental en los padres, etcétera. Lo que convierte estos hogares en ambientes caóticos ruidosos, con falta de estructura, sin importar el nivel socioeconómico, frenando el desarrollo de los niños (Martins, M., Fiorim, S. 2020).

El nivel de conocimiento que una comunidad posea respecto a una enfermedad nueva determina una diferencia en el abordaje de la urgencia e inmediatez de ésta. Las estrategias desarrolladas por las instituciones de salud mental deben permitir destreza y soporte al personal de salud y la población afectada, disminuyendo el impacto psicológico y los síntomas psiquiátricos (Ramirez-Ortiz et. 2020). Por esta razón nos dimos a la tarea da atender a la comunidad mexicana implementando en la Facultad de Psicología de la Universidad Anáhuac México Norte un proyecto para atender a las personas que se encontraban en crisis causado por la pandemia mediante Primeros Auxilios Psicológicos (PAP). Psicólogos egresados de la Universidad Anáhuac y psicólogos de otras universidades fueron capacitados y coordinados en estás técnicas de primeros auxilios.

Los PAP es una técnica en donde se da un apoyo para mitigar el estrés y encausar la necesidad del cuidado mental (Evelyn & Flynn, 2005), es decir una atención minutos después y hasta siete días posteriores a la catástrofe para evitar que se desencadene el estrés postraumático y la contención con las personas afectadas puede ser desde minutos hasta una hora dependiendo de la gravedad del solicitante. La manera de atender a los pacientes fue por medio de Teleasistencia Psicológica (llamada telefónica) de una a máximo tres sesiones. Este tipo de intervención ayuda a las personas a que puedan platicar sobre los síntomas psicológicos que están teniendo por la pandemia tales como ansiedad y depresión.

Los temas que mayormente se trataron fueron por incremento de afecciones emocionales a partir del encierro tales como ideas suicidas, violencia intrafamiliar, abuso de alcohol y droga, ansiedad por pérdida de empleo, búsqueda de comedores comunitarios.

Esta técnica de PAP se debe de seguir utilizando para continuar atendiendo a los pacientes por catástrofe sanitaria. Ya estamos en una nueva era, en una sociedad cambiante y por lo mismo los jóvenes son los que pondrán en un futuro cercano las nuevas reglas en cuanto a la parte social, laboral y amorosa en esta nueva normalidad ya que nuevos estilos de trabajo, y nuevas maneras de estudio se van a presentar con el COVID-19.

Bibliografía

Everly, G.; Lating, J. (2017). The Johns Hopkins Guide To Psychological First Aid. Johns Hopkins University Press. USA: Baltimore.

Martins, M., Fiorim, S. (2020). Reflexões baseadas na psicologia sobre efeitos da pandemia COVID-19 no desenvolvimento infantil. Estudos de Psicologia (Campinas). 37. Brasil. Recuperado de https://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0103-166X2020000100510


Ramirez-Ortiz, J., Castro-Quintero, D., Lerma-Córdoba, C., Yela-Ceballos, F, y Escobar-Córdoba, F. (2020). Consecuencias de la pandemia COVID 19 en la salud mental asociadas al aislamiento social. Universidad Nacional de Colombia. 21pp. Recuperado de https://preprints.scielo.org/index.php/scielo/preprint/download/303/358


Vera-Villarroel, P. (2020). Psicología y COVID-19: un análisis desde los procesos psicológicos básicos. Cuadernos de Neuropsicología/ Panamerican Journal of Neuropsychology. 14(1) 10-18. Recuperado de http://www.cnps.cl/index.php/cnps/article/view/393



Nos esperábamos que la aparición de este virus Covid-19 fuera de corta duración, pero al vivir el confinamiento obligatorio y que este fuera más largo de lo esperado, comenzó a crear reacciones de tipo psicológico en las personas. Se afirma que cuando a los miembros de la familia al estar encerrados, en un mismo espacio y por un tiempo prologado, hace que los emociones de alerta se manifiesten, provocando conductas de agresión y territoriedad las cuales son características tanto en animales como en personas en confinamiento. Por este motivo, observamos un mayor número de discusiones de pareja, conflictos con los hijos adolescentes y menor tolerancia con los niños pequeños. En los peores casos, se presentó violencia intrafamiliar, mayor violencia hacia las mujeres, ancianos, niños, personas con discapacidad y animales.

➡️ Descarga aquí A un año... Historia breve del Covid-19

Todos estos sucesos se dan por miedo a lo desconocido y sobre todo por la ansiedad que se tiene por ver todo lo que ha sucedido tras la pandemia tales como pérdidas económicas, cambios en la alimentación, falta de ejercicio, tener que trabajar en un mismo lugar y no ir a ningún lado y lo más complicado estar varias horas frente a una pantalla en donde solamente se percibe un solo estímulo sensorial que hace que se vuelva muy desgastante a la vista. El estar sentando en una misma posición tato tiempo genera tensión muscular y estar todo el día dentro de un cuarto, sin recibir los rayos solares, genera ansiedad.


Este nuevo estilo de vida hizo que varias personas desarrollaran lo que se llama “el Síndrome de la Cabaña”. Este padecimiento se presenta en las personas que viven en zonas en dónde los inviernos son muy largos y deben de permanecer encerradas durante varias semanas e incluso meses, y se le conoce así porque los cazadores se encerraban durante un periodo largo para protegerse de ser presa de animales salvajes y del entorno agreste.

Un nuevo fenómeno se observa cuando se pasó de fase roja a fase naranja. Nuevos síntomas empiezan a surgir como, por ejemplo, los ataques de pánico que se caracterizan por temblores o sacudidas, falta de aliento u opresión en la garganta, náuseas, sudor, taquicardia, agitación y sensación de peligro o miedo a morir. Estos ataques de pánico se pueden presentar en una ocasión en la vida de una persona, pero durante la pandemia, los individuos han reportado incluso más de un ataque de pánico por día.

La percepción que cada persona tiene sobre la pandemia depende de su propia parte psicológica, de las vivencias infantiles y de las dificultades emocionales que anteriormente enfrentaron. Una encuesta realizada en Argentina mostró los principales sentimientos generados por esta pandemia: incertidumbre, miedo y angustia, presentado en su mayoría por mujeres. La incertidumbre expresa preocupación indefinida por el futuro que no permite planificación, además de impotencia, resignación, desconcierto y falta de control sobre la situación. La angustia incluye sentimientos de tristeza, aburrimiento y depresión, mientras que la soledad se vincula al encierro y aislamiento (Johnson, M., et al. 2020). En una encuesta realizada en Hong Kong al finalizar la epidemia de SARS-CoV, se reportó que 60% de los participantes mostraron mayor preocupación por los sentimientos de sus familiares y mayor atención a su salud mental. Mientras que 35% a 40% invirtieron mayor tiempo en descansar y hacer ejercicio (Ramirez-Ortiz et. al 2020).

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La población más vulnerable en esta situación son los adultos mayores, ya que al estar encerrados por tanto tiempo y no poder salir a caminar, platicar con más personas o tener contacto con familiares, vecinos y con su comunidad, genera que se incremente la depresión en ellos. Lo mismo sucede con personas con alguna discapacidad que requieren de atención especial tanto médica, fisioterapia o de cualquier otro tipo de cuidado. La falta de estos cuidados va generando en ellos un sentimiento de angustia y depresión.

La preocupación por los padres de familia con respecto a las clases de tele-escuela han sido muy comentadas, el enojo hacia las escuelas privadas por no bajar las cuotas de colegiatura o al dar menos horas de clases en comparación con las recibidas anteriormente; que aunque pueden tener razón, estas reacciones tienen en sí, mayor carga emocional de miedo y ansiedad que de una necesidad real porque los temores de los padres de familia sobre el rendimiento académico y el poder enfrentar una pérdida más puede generar desorganización emocional para ellos.

Afortunadamente la plasticidad cerebral en los niños les ayuda a adaptarse con facilidad a nuevos ambientes y nuevas experiencias y en su condición de niños ellos aceptan lo que se les impone y la connotación que le dan a la pandemia depende mucho de los adultos que están a su alrededor; para los niños puede ser rutinario y agradable el estar frente a la pantalla siguiendo instrucciones y atendiendo a sus maestros. Si el ambiente familiar es seguro y armonioso, los niños hasta antes de los 7 años no necesitan relacionarse con otros pequeños porque su juego es más egocéntrico, a ellos les sirve estar con sus cuidadores porque se sienten mucho más seguros y atendidos y se evita el miedo de separarse y de enfrentarse a compañeritos que pueden de pronto ser hostiles. Sin embargo, en el caso donde hay hogares violentados, los niños son las primeras víctimas de abuso y para ellos la escuela es el único lugar seguro. Estos pequeños van a tener consecuencias emocionales en un futuro y habrá que atender sus necesidades.

En cambio si hablamos de los adolescentes, los efectos son totalmente diferentes dado que a su edad, lo más importante es la convivencia social, el tener un grupo de amigos, relacionarse con sus pares para sentirse aceptados y pertenecer a compañeros que le sirven de marco de referencia para forjar su personalidad; necesitan intercambiar información de temas en común y con quien platicar el mismo lenguaje. Por esto, en los adolescentes, a diferencia de los niños menores, sí es muy difícil este confinamiento porque corren el riesgo de aislarse mucho más y al no poder salir a la calle, pueden caer en la enajenación, refugiándose con videojuegos, redes sociales virtuales o consumo de alcohol y droga.

Ha sido un reto para las familias el conocer a fondo las secuelas de dificultades emocionales que no se habían tratado anteriormente y que con el confinamiento están saliendo como síntomas en el seno familiar; es decir, los problemas de pareja a los que no se le había puesto atención, ahora se desbordaron; las riñas entre hermanos, los problemas académicos, de aprendizaje, de comportamiento, se intensificaron.

La pandemia por coronavirus 2019 (COVID-19) revela una amplia gama de consecuencias psicosociales a nivel individual y comunitario, desarrollando síntomas aislados que pueden convertirse en complejos trastornos psicológicos (Ramirez-Ortiz et. al 2020). Muchas personas, los que pudieron, trataron de escapar de la realidad tratando de llenar su tiempo en emprendimiento tomando “webinars”, retos para poder aprender algo nuevo, retos para hacer ejercicio en casa de manera exhaustiva, el tratar de llenar de actividades a los hijos, para poder sobrellevar el día a día. No obstante, esto es parte de un proceso de negación que es la primera etapa del duelo ya que hemos perdido más de lo que se puede describir y lo que más reportan los pacientes en psicoterapia es que han perdido la esperanza.

Por otro lado, los casos de trastornos de la conducta alimentaria y la obesidad se han hecho más intensos porque sus hábitos alimentarios han cambiado y se han exacerbado el miedo a engordar, el miedo a perder el control sobre ciertos alimentos y los sentimientos de ineficacia por haber cambiado de régimen alimentario y haber subido de peso. Mientras muchas personas comen por sentirse acompañados, otros dejan de comer por sentirse culpables.

Por otro lado, están las madres que están dando a luz bajo esta situación de COVID-19. Ahora los miedos habituales de una madre con su bebé se añaden a los temores de contagio de ella y, de enfermar, no poder estar con su bebé.

Otro factor como el duelo causado por agente perturbador, se ha dado porque las personas no han podido acompañar a sus familiares dentro del hospital cuando están internados por enfermedad y el único contacto que tienen es con el médico tratante quién les explica la salud y la evolución de su familiar durante varios días. En el caso de que el familiar fallezca, el duelo no se va a poder llevar de la misma manera convirtiéndose en duelo patológico por no haber acompañado al enfermo hasta el último momento. Por otro lado, el velorio, en donde se espera apoyo familiar y social, simplemente se atiende en línea. En esta situación, los niños pueden verse afectados porque no se les explica cómo ha ido evolucionando el enfermo y los adultos al atender todos los trámites y su propia tristeza, les impide incluir en los rituales de despedida a los adolescentes y a los niños.

Un sector de población, de gran valor social en estos momentos, pero desatendidos en su situación psicoemocional son el personal médico y de salud. Los doctores y enfermeras se tienden a enfocar a atender a los enfermos por covid-19 bajo circunstancias extremas, como cambiarse de 4 a 6 veces la ropa, portar un traje pesado y limpiar el área de trabajo constantemente. Al estar realizando todo este protocolo y enfrentar situaciones d riesgo y estrés por varios meses, los llevan a presentar el síndrome de burnout (estrés excesivo que escinde las emociones y que puede tener consecuencias psicosomáticas) que tiene consecuencias físicas y psicológicas.

El excesivo trabajo que ocasiona la saturación de pacientes y los pocos resultados de éxito con los mismos generan estrés, ansiedad y depresión. Los médicos no han tenido momentos de recreación y por el contrario deben de estar lejos de sus familiares para no contagiarlos, comen solos o con sus compañeros de trabajo y no descansan. Muchos de los médicos han reportado maltrato por parte de los familiares de los enfermos por covid-19 y poca solidaridad de las personas que se encuentran fuera de los hospitales.

Ante esta pandemia los médicos han reportado sentirse incompetentes y poco eficientes por ser un virus desconocido y por no poder rescatar al paciente como se rescataría con cualquier otra enfermedad. Durante la primera oleada lo médicos presenciaron varias muertes por día, creando en ellos sentimientos de impotencia y devaluación por no poder ayudar. Adicionalmente, todas estas vivencias acumuladas, crean en los médicos el síndrome del estrés postraumático ya que al no platicar los eventos con familiares, amigos o psicólogos; se presentarán en síntomas emocionales y físicos; es como si estuvieran en un campo de guerra en donde no hay tiempo para identificar las propias emociones a este padecimiento se le llama alexitimia.

El síndrome de burnout también está presente en personal docente quienes tienen una alta demanda por parte de los alumnos y a demás la presión de sentirse en clase pública siendo evaluados constantemente por los padres de familia.

En cuanto a las personas que tienen una gran cantidad de juntas durante el día en dónde no se respeta el horario laborar con la excusa de que están en casa y no hay pretexto de que estén en otro lado, en total serían más de 50 horas a la semana frente a la computadora para muchas personas que anteriormente realizaban un trabajo de manera distinta.

Si bien todos en esta pandemia estamos viviendo pérdidas importantes, las personas que han perdido algún familiar, que han perdido su empleo o su negocio, que se han divorciado, que han recaído en sus adicciones, que han tenido ideas suicidas o intentos suicidas, son las personas que deben de priorizar la atención psicológica para poder reintegrarse paulatinamente a sus actividades y sobre todo a ser resilientes porque el ser humano está diseñado filogenéticamente para soportar las adversidades que se le presenten, y el ser creativos ayuda a las personas a conseguir nuevas maneras para adaptarse a lo que viene, con nuevas estrategias.

Las relaciones próximas impulsan el desarrollo, los padres son modelos que regulan los eventos estresantes de la infancia y enseñan afecto, calidez, responsabilidad, comunicación y paternidad positiva necesarias en la pandemia. Sin embargo, se observan hogares con múltiples factores de riesgo que amenazan el desarrollo infantil saludable como la falta de estimulación, violencia, negligencia, maltrato, abuso de la disciplina, desnutrición, desempleo, asinamiento, problemas de salud mental en los padres, etcétera. Lo que convierte estos hogares en ambientes caóticos ruidosos, con falta de estructura, sin importar el nivel socioeconómico, frenando el desarrollo de los niños (Martins, M., Fiorim, S. 2020).

El nivel de conocimiento que una comunidad posea respecto a una enfermedad nueva determina una diferencia en el abordaje de la urgencia e inmediatez de ésta. Las estrategias desarrolladas por las instituciones de salud mental deben permitir destreza y soporte al personal de salud y la población afectada, disminuyendo el impacto psicológico y los síntomas psiquiátricos (Ramirez-Ortiz et. 2020). Por esta razón nos dimos a la tarea da atender a la comunidad mexicana implementando en la Facultad de Psicología de la Universidad Anáhuac México Norte un proyecto para atender a las personas que se encontraban en crisis causado por la pandemia mediante Primeros Auxilios Psicológicos (PAP). Psicólogos egresados de la Universidad Anáhuac y psicólogos de otras universidades fueron capacitados y coordinados en estás técnicas de primeros auxilios.

Los PAP es una técnica en donde se da un apoyo para mitigar el estrés y encausar la necesidad del cuidado mental (Evelyn & Flynn, 2005), es decir una atención minutos después y hasta siete días posteriores a la catástrofe para evitar que se desencadene el estrés postraumático y la contención con las personas afectadas puede ser desde minutos hasta una hora dependiendo de la gravedad del solicitante. La manera de atender a los pacientes fue por medio de Teleasistencia Psicológica (llamada telefónica) de una a máximo tres sesiones. Este tipo de intervención ayuda a las personas a que puedan platicar sobre los síntomas psicológicos que están teniendo por la pandemia tales como ansiedad y depresión.

Los temas que mayormente se trataron fueron por incremento de afecciones emocionales a partir del encierro tales como ideas suicidas, violencia intrafamiliar, abuso de alcohol y droga, ansiedad por pérdida de empleo, búsqueda de comedores comunitarios.

Esta técnica de PAP se debe de seguir utilizando para continuar atendiendo a los pacientes por catástrofe sanitaria. Ya estamos en una nueva era, en una sociedad cambiante y por lo mismo los jóvenes son los que pondrán en un futuro cercano las nuevas reglas en cuanto a la parte social, laboral y amorosa en esta nueva normalidad ya que nuevos estilos de trabajo, y nuevas maneras de estudio se van a presentar con el COVID-19.

Bibliografía

Everly, G.; Lating, J. (2017). The Johns Hopkins Guide To Psychological First Aid. Johns Hopkins University Press. USA: Baltimore.

Martins, M., Fiorim, S. (2020). Reflexões baseadas na psicologia sobre efeitos da pandemia COVID-19 no desenvolvimento infantil. Estudos de Psicologia (Campinas). 37. Brasil. Recuperado de https://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0103-166X2020000100510


Ramirez-Ortiz, J., Castro-Quintero, D., Lerma-Córdoba, C., Yela-Ceballos, F, y Escobar-Córdoba, F. (2020). Consecuencias de la pandemia COVID 19 en la salud mental asociadas al aislamiento social. Universidad Nacional de Colombia. 21pp. Recuperado de https://preprints.scielo.org/index.php/scielo/preprint/download/303/358


Vera-Villarroel, P. (2020). Psicología y COVID-19: un análisis desde los procesos psicológicos básicos. Cuadernos de Neuropsicología/ Panamerican Journal of Neuropsychology. 14(1) 10-18. Recuperado de http://www.cnps.cl/index.php/cnps/article/view/393


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