Este fue el texto del discurso del Presidente Obama en Hiroshima

Perla Quiñones Montes de Oca

  · viernes 27 de mayo de 2016

Foto: AFP

Se trataba de un gesto muy esperado en Japón sobre todo entrelos “hibakusha”, como se conoce a los supervivientes de labomba atómica, este viernes el presidente de Estados Unidos,Barack Obama, hizo hoy historia al convertirse en el primerpresidente de EU en visitar Hiroshima, la ciudad nipona víctima dela primera bomba atómica, donde pidió que la tragedia nunca seolvide.

A continuación una transcripción del discurso que elmandatario dio en Hiroshima, Japón, según recoge The New York Times.

"Hace setenta y un años, en una mañana sin nubes, brillante,muerte cayó del cielo y el mundo ha cambiado. Un destello de luz yun muro de fuego destruyeron una ciudad y demostraron que lahumanidad poseía los medios para destruirse a sí misma.

¿Por qué llegamos a este lugar, a Hiroshima? Llegamos areflexionar sobre una fuerza terrible desatada en un pasado no muylejano. Llegamos a llorar a los muertos, incluyendo más de 100.000hombres japoneses, mujeres y niños, miles de coreanos, una docenade estadounidenses prisionero.

Sus almas nos hablan. Nos piden que mirar hacia adentro, parahacer un balance de lo que somos y lo que podríamos llegar aser.

No es el hecho de guerra que establece Hiroshima aparte.Artefactos nos dicen que el conflicto violento apareció con elprimer hombre. Nuestros primeros antepasados ​​de haberaprendido a hacer láminas de sílex y lanzas de madera usadasestas herramientas no sólo para la caza, pero en contra de supropia especie. En todos los continentes, la historia de lacivilización está lleno de guerra, ya sea impulsada por laescasez de grano o hambre de oro, obligado por el fervornacionalista o celo religioso. Imperios han subido y bajado.Pueblos han sido subyugado y liberado. Y en cada coyuntura,inocentes han sufrido, un incontable número de víctimas, susnombres olvidados por el tiempo.

También puedes leer: 

La guerra mundial que llegó a su fin brutal en Hiroshima yNagasaki se libró entre las naciones más ricas y poderosas de.Sus civilizaciones habían dado las grandes ciudades del mundo ymagnífico arte. Sus pensadores tenían ideas avanzadas de lajusticia y la armonía y la verdad. Y sin embargo, la guerrasurgió a partir de la misma base de instinto de dominación oconquista que había causado conflictos entre las tribus mássimples, un viejo patrón amplificado por las nuevas posibilidadesy sin nuevas restricciones.

En el lapso de unos pocos años, unos 60 millones de personasmorirían. Hombres, mujeres, niños, no es diferente de nosotros.Tiro, golpeado, marcharon, bombardeado, encarcelados, muertos dehambre, gaseados hasta la muerte. Hay muchos sitios en todo elmundo que la crónica de esta guerra, monumentos conmemorativos quenarran historias de valor y heroísmo, tumbas y campos vacíos quese hacen eco de la depravación indescriptible.

Sin embargo, en la imagen de una nube de hongo que se elevaba enestos cielos, estamos más recordado claramente de lacontradicción principal de la humanidad. Cómo la misma chispa quenos caracteriza como especie, nuestros pensamientos, nuestraimaginación, nuestra lengua, nuestra fabricación de herramientas,nuestra capacidad para diferenciarnos de la naturaleza y doblarla anuestra voluntad - esas mismas cosas también nos da la capacidadde destrucción sin precedentes.

¿Con qué frecuencia el progreso material o la innovaciónsocial nos ciegan a esta verdad? La facilidad con que aprendemospara justificar la violencia en nombre de una causa superior.

Cada gran religión promete un camino hacia el amor y la paz yla justicia, y sin embargo ninguna religión se ha librado de loscreyentes que han afirmado su fe como una licencia para matar.

surgen de las Naciones contar una historia que une a laspersonas en el sacrificio y la cooperación, lo que permitenotables hazañas. Pero esas mismas historias tan a menudo se hanutilizado para oprimir y deshumanizar a los que son diferentes.

La ciencia nos permite comunicar a través de los mares y volarpor encima de las nubes, para curar la enfermedad y comprender elcosmos, pero esos mismos descubrimientos se puede convertir enmáquinas de matar cada vez más eficientes.

Las guerras de la era moderna nos enseñan esta verdad.Hiroshima enseña esta verdad. El progreso tecnológico sin unprogreso equivalente en instituciones humanas nos puede hundir. Larevolución científica que condujo a la escisión de un átomorequiere una revolución moral.

Es por eso que venimos a este lugar. Nos encontramos aquí, enmedio de esta ciudad y obligamos a imaginar el momento en que cayóla bomba. Nos obligamos a sentir el temor de los niños confundidospor lo que ven. Escuchamos un grito silencioso. Recordamos a todoslos inocentes que murieron en todo el arco de la terrible guerra ylas guerras que vinieron antes y las guerras que seguirían.

Las meras palabras no pueden dar voz a tal sufrimiento. Perotenemos una responsabilidad compartida para mirar directamente alos ojos de la historia y nos preguntamos lo que tenemos que hacerde manera diferente para frenar tal sufrimiento de nuevo.

Algún día, las voces de los hibakusha ya no estará connosotros para dar testimonio. Pero la memoria de la mañana del 6de agosto de 1945, no debe desaparecer. Esa memoria nos permiteluchar contra la complacencia. Alimenta nuestra imaginación moral.Se nos permite cambiar.

Y desde aquel fatídico día, hemos tomado decisiones que nosdan esperanza. Los Estados Unidos y Japón han forjado una alianzano sólo, sino una amistad que ha ganado mucho más para nuestropueblo lo que nunca podríamos pedir por medio de la guerra. Lasnaciones de Europa construyeron una unión que sustituye los camposde batalla con los lazos de comercio y la democracia. Los oprimidosy naciones ganaron liberación. Un instituciones internacionalesestablecidas de la comunidad y los tratados que trabajan paraevitar la guerra y aspiran a restringir y hacer retroceder yfinalmente eliminar la existencia de armas nucleares.

Sin embargo, cada acto de agresión entre las naciones, todoslos actos de terrorismo y la corrupción y la crueldad y laopresión que vemos en todo el mundo muestra nuestro trabajo nuncatermina. Puede que no seamos capaces de eliminar la capacidad delhombre para hacer el mal, por lo que las naciones y las alianzasque formamos debe poseer los medios para defendernos. Sin embargo,entre aquellas naciones como la mía que mantienen arsenalesnucleares, debemos tener el valor para escapar de la lógica delmiedo y llevar a cabo un mundo sin ellos.

Related content

No podemos alcanzar esta meta en mi vida, pero un esfuerzopersistente podemos hacer retroceder la posibilidad de unacatástrofe. Podemos trazar un camino que conduce a la destrucciónde estas existencias. Podemos detener la propagación de nuevasnaciones y asegurar los materiales mortales de los fanáticos.

Y sin embargo, eso no es suficiente. Para que vemos en todo elmundo hoy en día cómo incluso las más crudas fusiles y bombas decañón puede servir a la violencia en una escala terrible. Tenemosque cambiar nuestra forma de pensar acerca de la guerra en sí.Para evitar conflictos a través de la diplomacia y tratar de ponerfin a los conflictos después de que hayan comenzado. Para vernuestra interdependencia cada vez mayor como causa de lacooperación pacífica y la competencia no violenta. Para definirnuestras naciones no por nuestra capacidad de destruir, sino por loque construimos. Y tal vez, por encima de todo, hay que reinventarnuestra conexión el uno al otro como miembros de una razahumana.

Por esto, también, es lo que hace nuestra especie única. Noestamos obligados por el código genético a repetir los erroresdel pasado. Nosotros podemos aprender. Podemos elegir. Podemosdecir a nuestros hijos una historia diferente, una que describe unahumanidad común, que hace menos probable la guerra y la crueldadmenos fácilmente aceptada.

Vemos estas historias en los hibakusha. La mujer que perdonó aun piloto que voló el avión que lanzó la bomba atómica porqueella reconoció que lo que realmente odiaba era la guerra misma. Elhombre que buscó a las familias de los estadounidenses mataronaquí porque creía que su pérdida era igual a la suya.

La historia de mi propia nación comenzó con palabrassencillas: Todos los hombres son creados iguales y dotados pornuestro creador con ciertos derechos inalienables, incluyendo lavida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Al darse cuentade ese ideal nunca ha sido fácil, incluso dentro de nuestraspropias fronteras, incluso entre nuestros propios ciudadanos. Sinembargo, se mantiene fiel a la historia vale la pena el esfuerzo.Es un ideal para ser luchado por, un ideal que se extiende através de los continentes y los océanos. El valor irreductible decada persona, la insistencia en que cada vida es preciosa, lanoción radical y necesario que somos parte de una sola familiahumana - que es la historia que todos debemos contar.

Es por eso que venimos a Hiroshima. Para que pudiéramos pensaren las personas que amamos. La primera sonrisa de nuestros niñospor la mañana. El toque suave de un cónyuge sobre la mesa de lacocina. La reconfortante abrazo de un padre. Podemos pensar en esascosas y saber que esos mismos momentos preciosos tuvo lugar aquí,hace 71 años.

Los que murieron, ellos son como nosotros. La gente comúnentender esto, creo. No quieren más guerra. Ellos prefieren quelas maravillas de la ciencia se centran en la mejora de la vida yno su eliminación. Cuando las decisiones tomadas por las naciones,cuando las decisiones tomadas por los líderes, reflejan estasencilla sabiduría, entonces la lección de Hiroshima estáhecho.

El mundo se cambió para siempre aquí, pero hoy en día losniños de esta ciudad pasará a través de su día en paz. Lo quees una cosa preciosa que es. Es digno de ser protegido, y luego seextiende a todos los niños. Esto es un futuro que podemos elegir,un futuro en el que Hiroshima y Nagasaki no son conocidos como elamanecer de la guerra atómica, sino como el comienzo de nuestropropio despertar moral.

Más información: 

 

TEMAS