/ martes 7 de noviembre de 2023

Los peligros del discurso “tecnooptimista”

Un nuevo manifiesto de una de las carteras más influyentes de Silicon Valley, asegura que sostenibilidad, seguridad, ética tecnológica y responsabilidad social son conceptos que frenan el avance de la tecnología, y, por ende, el progreso humano

En 1993, Marc Andreessen estudiaba en la Universidad de Illinois Urbana-Champaign, donde también trabajó en el Centro Nacional de Aplicaciones de Supercomputación, financiado por el gobierno de Estados Unidos. Con un colega, el joven ingeniero de software creó el navegador web Mosaic, que estableció el estándar para navegar por la web en la década de 1990.

Andreessen cofundó Netscape Communications e hizo una fortuna en 1999 cuando AOL adquirió la empresa por 4 mil 300 millones de dólares.

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Desde entonces, a través de su firma de capital riesgo Andreessen Horowitz, el franco multimillonario se ha convertido en una de las carteras más influyentes de Silicon Valley. Sus inversiones en empresas como Facebook, Foursquare, Github, Lyft, Oculus y Twitter han dado forma a la tecnología en los últimos 15 años. Por ejemplo, una vez describió su enfoque como “financiar a personas imperiales con voluntad de poder”.

Por todo esto, vale la pena prestar atención al reciente “manifiesto tecnooptimista” de Andreessen. La extensa publicación de su blog, que comienza con la afirmación de que “nos están mintiendo”, incluye una sección sobre “convertirse en superhombres tecnológicos”, reflexiones sobre el significado de la vida y una larga lista de enemigos, entre los que sorprendentemente se incluyen “sostenibilidad”, “confianza y seguridad”, “ética tecnológica” y “responsabilidad social”.

Según Andreessen, que se describe a sí mismo como un “aceleracionista”, estas ideas están frenando el avance de la tecnología y, por tanto, el progreso humano.


La utopía tecnológica se hizo amarga

Desde el nacimiento de Silicon Valley en la década de 1960, sus promotores han sostenido ideas utópicas sobre la tecnología, desde el “nuevo comunalismo” de Stewart Brand hasta el ciberlibertarismo de Kevin Kelly y John Perry Barlow. En la década de 1990, los partidarios de esta “ideología californiana” vieron el auge de internet como una prueba de la creciente importancia de la tecnología (y del poder cada vez menor de los gobiernos).

El ensayo de Andreessen muestra en qué se han convertido estos ideales en 2023 y ofrece una visión reveladora de la b de los empresarios de Silicon Valley, donde más tecnología es el único camino a seguir, y una advertencia sobre el tipo de mundo que están tratando de construir.

Aunque el manifiesto pretende creer en la democracia, lo que Andreessen realmente defiende es un tipo de tecnocracia basada en “la fuerza económica (poder financiero), la fuerza cultural (poder blando) y la fuerza militar”.

Esta es una visión de dominio. Al proponer abolir la preocupación por la ética y el medio ambiente, por ejemplo, personas como Andreessen pueden tener rienda suelta para desarrollar, promover y beneficiarse de sus invenciones (incluidas las financiadas por los contribuyentes) sin interferencias.

Aunque el manifiesto pretende creer en la democracia, lo que defiende es un tipo de tecnocracia basada en 'la fuerza económica, la fuerza cultural y la militar'

Una visión colonial

La tecnología ha jugado un papel fundamental en la conquista colonial. Las famosas “armas, gérmenes y acero” del antropólogo Jared Diamond fueron tecnologías vitales para la conquista europea de América. Podríamos añadir a esta lista barcos (incluidos los barcos negreros), instrumentos de navegación, telégrafos, etc.

Incluso las tecnologías de la revolución industrial –tan importantes para la narrativa del progreso tecnológico imaginada por Andreessen y los de su calaña– fueron posibles gracias a la disponibilidad y explotación de mano de obra y mercados baratos en el Sur Global.

La misión de los tecnooptimistas parece ser continuar donde lo dejaron los imperios europeo y estadounidense del siglo XIX, utilizando el poder tecnológico, político y económico para intimidar, coaccionar y aporrear a otras sociedades..

Para Andreessen, todo esto está sustentado, al igual que el colonialismo, en una especie de darwinismo social. Él ve una guerra evolutiva en la que “las personas inteligentes y las sociedades inteligentes superan a las menos inteligentes en prácticamente todas las métricas que podemos medir”.

Debemos apoyar la innovación tecnológica y al mismo tiempo la participación democrática, el pluralismo, la ética y nuestro entorno natural

Una advertencia

Todo esto revela algo de lo que los empresarios de Silicon Valley realmente piensan del resto del mundo y de nosotros (los que no somos tecnooptimistas).


Deberíamos tomarlo como una advertencia sobre el tipo de mundo que quieren los tecnólogos de Silicon Valley. Será un mundo construido con tecnología, sí, pero también un mundo que valore el poder, la fuerza y la riqueza por encima de todo.

Andreessen tiene razón en una cosa: necesitamos tecnología. Es poco probable que podamos resolver muchos de los problemas que enfrenta nuestro planeta sin ella.

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Pero la versión simplificada, cruda y contundente de la tecnología –una tecnología sin ética, sin valores y sin conciencia– no es la única manera. En lugar de ello, debemos apoyar la innovación tecnológica y al mismo tiempo apoyar la participación democrática, el pluralismo, la ética y nuestro entorno natural.

* Profesor de Estudios Interdisciplinarios, Universidad James Cook.


En 1993, Marc Andreessen estudiaba en la Universidad de Illinois Urbana-Champaign, donde también trabajó en el Centro Nacional de Aplicaciones de Supercomputación, financiado por el gobierno de Estados Unidos. Con un colega, el joven ingeniero de software creó el navegador web Mosaic, que estableció el estándar para navegar por la web en la década de 1990.

Andreessen cofundó Netscape Communications e hizo una fortuna en 1999 cuando AOL adquirió la empresa por 4 mil 300 millones de dólares.

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Desde entonces, a través de su firma de capital riesgo Andreessen Horowitz, el franco multimillonario se ha convertido en una de las carteras más influyentes de Silicon Valley. Sus inversiones en empresas como Facebook, Foursquare, Github, Lyft, Oculus y Twitter han dado forma a la tecnología en los últimos 15 años. Por ejemplo, una vez describió su enfoque como “financiar a personas imperiales con voluntad de poder”.

Por todo esto, vale la pena prestar atención al reciente “manifiesto tecnooptimista” de Andreessen. La extensa publicación de su blog, que comienza con la afirmación de que “nos están mintiendo”, incluye una sección sobre “convertirse en superhombres tecnológicos”, reflexiones sobre el significado de la vida y una larga lista de enemigos, entre los que sorprendentemente se incluyen “sostenibilidad”, “confianza y seguridad”, “ética tecnológica” y “responsabilidad social”.

Según Andreessen, que se describe a sí mismo como un “aceleracionista”, estas ideas están frenando el avance de la tecnología y, por tanto, el progreso humano.


La utopía tecnológica se hizo amarga

Desde el nacimiento de Silicon Valley en la década de 1960, sus promotores han sostenido ideas utópicas sobre la tecnología, desde el “nuevo comunalismo” de Stewart Brand hasta el ciberlibertarismo de Kevin Kelly y John Perry Barlow. En la década de 1990, los partidarios de esta “ideología californiana” vieron el auge de internet como una prueba de la creciente importancia de la tecnología (y del poder cada vez menor de los gobiernos).

El ensayo de Andreessen muestra en qué se han convertido estos ideales en 2023 y ofrece una visión reveladora de la b de los empresarios de Silicon Valley, donde más tecnología es el único camino a seguir, y una advertencia sobre el tipo de mundo que están tratando de construir.

Aunque el manifiesto pretende creer en la democracia, lo que Andreessen realmente defiende es un tipo de tecnocracia basada en “la fuerza económica (poder financiero), la fuerza cultural (poder blando) y la fuerza militar”.

Esta es una visión de dominio. Al proponer abolir la preocupación por la ética y el medio ambiente, por ejemplo, personas como Andreessen pueden tener rienda suelta para desarrollar, promover y beneficiarse de sus invenciones (incluidas las financiadas por los contribuyentes) sin interferencias.

Aunque el manifiesto pretende creer en la democracia, lo que defiende es un tipo de tecnocracia basada en 'la fuerza económica, la fuerza cultural y la militar'

Una visión colonial

La tecnología ha jugado un papel fundamental en la conquista colonial. Las famosas “armas, gérmenes y acero” del antropólogo Jared Diamond fueron tecnologías vitales para la conquista europea de América. Podríamos añadir a esta lista barcos (incluidos los barcos negreros), instrumentos de navegación, telégrafos, etc.

Incluso las tecnologías de la revolución industrial –tan importantes para la narrativa del progreso tecnológico imaginada por Andreessen y los de su calaña– fueron posibles gracias a la disponibilidad y explotación de mano de obra y mercados baratos en el Sur Global.

La misión de los tecnooptimistas parece ser continuar donde lo dejaron los imperios europeo y estadounidense del siglo XIX, utilizando el poder tecnológico, político y económico para intimidar, coaccionar y aporrear a otras sociedades..

Para Andreessen, todo esto está sustentado, al igual que el colonialismo, en una especie de darwinismo social. Él ve una guerra evolutiva en la que “las personas inteligentes y las sociedades inteligentes superan a las menos inteligentes en prácticamente todas las métricas que podemos medir”.

Debemos apoyar la innovación tecnológica y al mismo tiempo la participación democrática, el pluralismo, la ética y nuestro entorno natural

Una advertencia

Todo esto revela algo de lo que los empresarios de Silicon Valley realmente piensan del resto del mundo y de nosotros (los que no somos tecnooptimistas).


Deberíamos tomarlo como una advertencia sobre el tipo de mundo que quieren los tecnólogos de Silicon Valley. Será un mundo construido con tecnología, sí, pero también un mundo que valore el poder, la fuerza y la riqueza por encima de todo.

Andreessen tiene razón en una cosa: necesitamos tecnología. Es poco probable que podamos resolver muchos de los problemas que enfrenta nuestro planeta sin ella.

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Pero la versión simplificada, cruda y contundente de la tecnología –una tecnología sin ética, sin valores y sin conciencia– no es la única manera. En lugar de ello, debemos apoyar la innovación tecnológica y al mismo tiempo apoyar la participación democrática, el pluralismo, la ética y nuestro entorno natural.

* Profesor de Estudios Interdisciplinarios, Universidad James Cook.


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