/ miércoles 20 de enero de 2021

Natural | Bolsonaro, enemigo del Amazonas

Desde su llegada al poder, el 1 de enero de 2018, el presidente brasileño ha permitido la deforestación de la mayor selva tropical del mundo, misma que usa como su motor económico

El planeta Tierra no pudo haber encontrado un peor enemigo que Jair Bolsonaro, presidente de Brasil. Bajo unas polémicas políticas ambientales, el mandatario del país sudamericano ha impulsado las prácticas de deforestación en el denominado pulmón del mundo: el Amazonas.

A poco más de dos años de haber asumido el poder, Bolsonaro aceleró la destrucción de la selva más importante del mundo a través de la tala y quema de decenas de hectáreas de la reserva natural, manteniendo una permisividad a empresas que se encargan de explotar los recursos naturales, y es que desde el inicio de su mandato, fijó su postura de aprovechar las bondades naturales para enriquecer al país, pero a costa de su explotación y destrucción.

La deforestación en la selva amazónica de Brasil alcanzó su punto más alto en 12 años en 2020, de acuerdo con datos oficiales revelados por el mismo gobierno, con una destrucción que se ha disparado desde que el mandatario asumió el cargo y debilitó la aplicación de la normativa medioambiental.

En 2020, la deforestación de la selva tropical aumentó 9.5 por ciento con respecto al año anterior, hasta alcanzar 11 mil 88 kilómetros cuadrados, según datos de la Agencia Nacional de Investigación Espacial de Brasil (Inpe).

En su primer año de gobierno, las emisiones de carbono aumentaron 9.6 por ciento, principalmente por la mayor deforestación de dicha selva. Brasil había logrado reducir las emisiones desde 2004 hasta 2012, pero los nuevos datos confirman que esta tendencia se ha revertido a pesar de los objetivos voluntarios acordados antes de la cumbre climática de Copenhague en 2009.

Esos objetivos luego fueron incluidos en una ley en Brasil y se volvieron obligatorios para el gobierno; sin embargo, Bolsonaro los ha omitido.

Brasil emitió 2.17 millones de toneladas de dióxido de carbono en 2019, según el Sistema de Estimación de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero, el estudio más detallado sobre el tema en el país.

Este crecimiento fue impulsado por un salto de la tasa de deforestación, que representó un 44 por ciento del total de las emisiones de CO2 de Brasil, mientras que los cambios en el uso de tierra hacia actividades agrícolas y una mayor producción de ganado fueron el segundo factor, según el estudio.

En Brasil se extiende casi 62 por ciento de la selva tropical, y es el principal responsable por los altos índices de deforestación, con 425 mil 51 kilómetros cuadrados destruidos en esas casi dos décadas. Con Bolsonaro se registra un avance de la agenda de la explotación económica de la región, con la paralización del proceso de demarcación de tierras indígenas.

Por su parte, el reporte de Inpe agrega que en octubre la deforestación aumentó 50 por ciento con respecto al año anterior, lo que equivale a unos 836 kilómetros cuadrados. Para los críticos, los activistas y gobiernos defensores del medio ambiente, Bolsonaro es el culpable, pues ha debilitado la aplicación de la ley ambiental y en sus dos años de gobierno ha pedido más agricultura y minería en la Amazonía para sacar a la región de la pobreza, algo que según los defensores del medio ambiente, ha animado la tala de selva.

Dentro de ese “grupo de pobreza que desea salvar” se encuentran los indígenas del Amazonas.

Desde su cuenta de Twitter, el también conocido como una especie de “Trump tropical” ha impulsado esta aparente protección de los indígenas mencionando que “menos de un millón de personas viven en estos lugares, aislados del verdadero Brasil, explotados y manipulados por las Organizaciones No Gubernamentales”.

Los grupos nativos de la selva han respondido que la orden del presidente conduciría a un aumento de la deforestación y la violencia contra los pueblos indígenas.

ALIADOS Y ENEMIGOS

Ricardo Salles es el ministro de Medio Ambiente del país nombrado por Bolsonaro y apoyado por organizaciones agrícolas y ganaderas, mismas que exigen al gobierno que se les permita la deforestación para el desarrollo de sus áreas.

Salles ha mencionado respecto a los indígenas que no existe un desarrollo suficiente en la selva, por lo que no se puede reservar grandes extensiones de ella sólo para un grupo reducido de nativos, dando así prioridad a los sectores que dependen de la deforestación.

Este mismo año, Human Rights Watch acusó a la Policía Federal de Brasil de cometer un amplio espectro de abusos contra de la población indígena durante una operación iniciada a principios de agosto, los integrantes de esta ONG consideran que de fondo está el despojo de tierras de los grupos étnicos para apoderarse de la selva, ya que han sido asesinados varios líderes indígenas por parte de la Policía Militar brasileña.

Sin embargo, Bolsonaro ha culpado a las ONG de crímenes ambientales en el país y ha denunciado una campaña internacional de desinformación para "socavar el Gobierno" ante la avaricia por los recursos naturales brasileños.

Bolsonaro añadió que el país es líder en la conservación de bosques tropicales, además de destacar que cuentan con "la energía más limpia y diversificada del mundo" y de que, aunque Brasil es "una de las diez economías más grandes del mundo", representan sólo tres por ciento de las emisiones de carbono en todo el planeta.

Foto: AFP

SELVA INCENDIADA

Otro de los temas más delicados son los incendios, que registraron una cifra récord en el cierre de 2019 que encasillo a Brasil en una de las peores crisis ambientales en la actualidad.

El año pasado, las llamas devoraron más de 23 por ciento de la parte brasileña de este paraíso de la biodiversidad que se extiende por Brasil, Paraguay, Venezuela, Perú y Bolivia.

En los primeros 10 meses del año, se reportaron 21 mil 115 focos de incendio, más del doble de los registrados en todo 2019 (10 mil 25) y la peor cifra para ese periodo desde que empezaron las mediciones.

Bolsonaro ha defendido la causa de las actividades extractivas en áreas protegidas que incentiva la deforestación. Una parte de los incendios son consecuencia de las quemadas para preparar la tierra, eliminar las plagas y cultivar maíz o soya, así como plantar pasto para el ganado.

Respecto a estos incendios en la Amazonía, el presidente de Brasil ha indicado que "se trata de una selva tropical que no permite que el fuego se extienda" y que "los incendios tienden a ocurrir siempre en los mismos lugares, en los alrededores orientales del bosque donde los indígenas queman sus tierras de cultivo en busca de sustento en zonas ya despejadas".

CHOQUES INTERNACIONALES

La política ambiental del mandatario brasileño le ha acarreado varios roces internacionales. Bolsonaro, un escéptico del cambio climático de extrema derecha, se enfrenta a las críticas de otros líderes mundiales que le ha causado que varios miembros de la Unión Europea, incluidos Francia y Alemania, han expresado su deseo de finalizar el acuerdo con el Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), básicamente por temas ambientales.

En el caso de Francia, el presidente Emmanuel Macron acusó a su homólogo brasileño de no cumplir y mentir sobre sus compromisos medioambientales, por lo que se convirtió en el principal opositor a la renovación del acuerdo comercial entre la UE y Brasil junto a otros miembros sudamericanos.

También cargó contra el mandatario brasileño por su gestión ante la ola de incendios que azotaba la selva, al acusarlo de que permitía las quemas agrícolas. En un tuit mencionó que el Amazonas estaba en crisis y que era un tema que se debía abordar en la reunión del G7, donde Brasil no está incluido.

Este tuit alteró a Bolsonaro y acusó al gobierno francés de mantener una mente colonialista y hablar de un territorio soberano si fuera la pertenencia de sólo unos cuantos, de esta manera rechazó el nombramiento del Amazonas como un Patrimonio de la Humanidad.

Mientras tanto, la destrucción de la selva amazónica continúa sin control, a pesar de la prohibición de quemas, el envío de soldados, la pandemia del coronavirus y sobre todo, porque la ley lo tiene estrictamente prohibido.

La Amazonía brasileña concentra la mayor cantidad de los puntos de minería ilegal detectados, con 53.8 por ciento del total; Venezuela, con apenas 5.6 por ciento del territorio amazónico, sigue en la lista con 32 por ciento.

Esta selva representa la mitad del bosque tropical restante de la Tierra, es una de las fuentes de biodiversidad más grandes del planeta y juega un papel importante en los ciclos climáticos y del agua en todo el mundo.

Sin embargo, la cuenca del Amazonas está perdiendo árboles a un ritmo alarmante, con niveles particularmente altos en los últimos años, debido a una combinación de incendios forestales masivos y actividades ilegales.

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El planeta Tierra no pudo haber encontrado un peor enemigo que Jair Bolsonaro, presidente de Brasil. Bajo unas polémicas políticas ambientales, el mandatario del país sudamericano ha impulsado las prácticas de deforestación en el denominado pulmón del mundo: el Amazonas.

A poco más de dos años de haber asumido el poder, Bolsonaro aceleró la destrucción de la selva más importante del mundo a través de la tala y quema de decenas de hectáreas de la reserva natural, manteniendo una permisividad a empresas que se encargan de explotar los recursos naturales, y es que desde el inicio de su mandato, fijó su postura de aprovechar las bondades naturales para enriquecer al país, pero a costa de su explotación y destrucción.

La deforestación en la selva amazónica de Brasil alcanzó su punto más alto en 12 años en 2020, de acuerdo con datos oficiales revelados por el mismo gobierno, con una destrucción que se ha disparado desde que el mandatario asumió el cargo y debilitó la aplicación de la normativa medioambiental.

En 2020, la deforestación de la selva tropical aumentó 9.5 por ciento con respecto al año anterior, hasta alcanzar 11 mil 88 kilómetros cuadrados, según datos de la Agencia Nacional de Investigación Espacial de Brasil (Inpe).

En su primer año de gobierno, las emisiones de carbono aumentaron 9.6 por ciento, principalmente por la mayor deforestación de dicha selva. Brasil había logrado reducir las emisiones desde 2004 hasta 2012, pero los nuevos datos confirman que esta tendencia se ha revertido a pesar de los objetivos voluntarios acordados antes de la cumbre climática de Copenhague en 2009.

Esos objetivos luego fueron incluidos en una ley en Brasil y se volvieron obligatorios para el gobierno; sin embargo, Bolsonaro los ha omitido.

Brasil emitió 2.17 millones de toneladas de dióxido de carbono en 2019, según el Sistema de Estimación de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero, el estudio más detallado sobre el tema en el país.

Este crecimiento fue impulsado por un salto de la tasa de deforestación, que representó un 44 por ciento del total de las emisiones de CO2 de Brasil, mientras que los cambios en el uso de tierra hacia actividades agrícolas y una mayor producción de ganado fueron el segundo factor, según el estudio.

En Brasil se extiende casi 62 por ciento de la selva tropical, y es el principal responsable por los altos índices de deforestación, con 425 mil 51 kilómetros cuadrados destruidos en esas casi dos décadas. Con Bolsonaro se registra un avance de la agenda de la explotación económica de la región, con la paralización del proceso de demarcación de tierras indígenas.

Por su parte, el reporte de Inpe agrega que en octubre la deforestación aumentó 50 por ciento con respecto al año anterior, lo que equivale a unos 836 kilómetros cuadrados. Para los críticos, los activistas y gobiernos defensores del medio ambiente, Bolsonaro es el culpable, pues ha debilitado la aplicación de la ley ambiental y en sus dos años de gobierno ha pedido más agricultura y minería en la Amazonía para sacar a la región de la pobreza, algo que según los defensores del medio ambiente, ha animado la tala de selva.

Dentro de ese “grupo de pobreza que desea salvar” se encuentran los indígenas del Amazonas.

Desde su cuenta de Twitter, el también conocido como una especie de “Trump tropical” ha impulsado esta aparente protección de los indígenas mencionando que “menos de un millón de personas viven en estos lugares, aislados del verdadero Brasil, explotados y manipulados por las Organizaciones No Gubernamentales”.

Los grupos nativos de la selva han respondido que la orden del presidente conduciría a un aumento de la deforestación y la violencia contra los pueblos indígenas.

ALIADOS Y ENEMIGOS

Ricardo Salles es el ministro de Medio Ambiente del país nombrado por Bolsonaro y apoyado por organizaciones agrícolas y ganaderas, mismas que exigen al gobierno que se les permita la deforestación para el desarrollo de sus áreas.

Salles ha mencionado respecto a los indígenas que no existe un desarrollo suficiente en la selva, por lo que no se puede reservar grandes extensiones de ella sólo para un grupo reducido de nativos, dando así prioridad a los sectores que dependen de la deforestación.

Este mismo año, Human Rights Watch acusó a la Policía Federal de Brasil de cometer un amplio espectro de abusos contra de la población indígena durante una operación iniciada a principios de agosto, los integrantes de esta ONG consideran que de fondo está el despojo de tierras de los grupos étnicos para apoderarse de la selva, ya que han sido asesinados varios líderes indígenas por parte de la Policía Militar brasileña.

Sin embargo, Bolsonaro ha culpado a las ONG de crímenes ambientales en el país y ha denunciado una campaña internacional de desinformación para "socavar el Gobierno" ante la avaricia por los recursos naturales brasileños.

Bolsonaro añadió que el país es líder en la conservación de bosques tropicales, además de destacar que cuentan con "la energía más limpia y diversificada del mundo" y de que, aunque Brasil es "una de las diez economías más grandes del mundo", representan sólo tres por ciento de las emisiones de carbono en todo el planeta.

Foto: AFP

SELVA INCENDIADA

Otro de los temas más delicados son los incendios, que registraron una cifra récord en el cierre de 2019 que encasillo a Brasil en una de las peores crisis ambientales en la actualidad.

El año pasado, las llamas devoraron más de 23 por ciento de la parte brasileña de este paraíso de la biodiversidad que se extiende por Brasil, Paraguay, Venezuela, Perú y Bolivia.

En los primeros 10 meses del año, se reportaron 21 mil 115 focos de incendio, más del doble de los registrados en todo 2019 (10 mil 25) y la peor cifra para ese periodo desde que empezaron las mediciones.

Bolsonaro ha defendido la causa de las actividades extractivas en áreas protegidas que incentiva la deforestación. Una parte de los incendios son consecuencia de las quemadas para preparar la tierra, eliminar las plagas y cultivar maíz o soya, así como plantar pasto para el ganado.

Respecto a estos incendios en la Amazonía, el presidente de Brasil ha indicado que "se trata de una selva tropical que no permite que el fuego se extienda" y que "los incendios tienden a ocurrir siempre en los mismos lugares, en los alrededores orientales del bosque donde los indígenas queman sus tierras de cultivo en busca de sustento en zonas ya despejadas".

CHOQUES INTERNACIONALES

La política ambiental del mandatario brasileño le ha acarreado varios roces internacionales. Bolsonaro, un escéptico del cambio climático de extrema derecha, se enfrenta a las críticas de otros líderes mundiales que le ha causado que varios miembros de la Unión Europea, incluidos Francia y Alemania, han expresado su deseo de finalizar el acuerdo con el Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), básicamente por temas ambientales.

En el caso de Francia, el presidente Emmanuel Macron acusó a su homólogo brasileño de no cumplir y mentir sobre sus compromisos medioambientales, por lo que se convirtió en el principal opositor a la renovación del acuerdo comercial entre la UE y Brasil junto a otros miembros sudamericanos.

También cargó contra el mandatario brasileño por su gestión ante la ola de incendios que azotaba la selva, al acusarlo de que permitía las quemas agrícolas. En un tuit mencionó que el Amazonas estaba en crisis y que era un tema que se debía abordar en la reunión del G7, donde Brasil no está incluido.

Este tuit alteró a Bolsonaro y acusó al gobierno francés de mantener una mente colonialista y hablar de un territorio soberano si fuera la pertenencia de sólo unos cuantos, de esta manera rechazó el nombramiento del Amazonas como un Patrimonio de la Humanidad.

Mientras tanto, la destrucción de la selva amazónica continúa sin control, a pesar de la prohibición de quemas, el envío de soldados, la pandemia del coronavirus y sobre todo, porque la ley lo tiene estrictamente prohibido.

La Amazonía brasileña concentra la mayor cantidad de los puntos de minería ilegal detectados, con 53.8 por ciento del total; Venezuela, con apenas 5.6 por ciento del territorio amazónico, sigue en la lista con 32 por ciento.

Esta selva representa la mitad del bosque tropical restante de la Tierra, es una de las fuentes de biodiversidad más grandes del planeta y juega un papel importante en los ciclos climáticos y del agua en todo el mundo.

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