San Cristóbal las Casas, Chiapas.- Durante su homilíaFrancisco condenó el despojo y contaminación a las tierras delos pueblos indígenas perpetrados por personas “mareadas por elpoder, el dinero y las leyes del mercado”, instó a hacer unexamen de conciencia y aprender a decir “ó Perdón!”.
“El mundo de hoy, despojado por la cultura del descarte, losnecesita”, clamó ante miles de indígenas de México yCentroamérica, quienes abarrotaron los campos del Centro DeportivoMunicipal de esta ciudad.
Durante su sermón, el líder católico defendió las riquezasculturales de los pueblos originarios y reconoció el anhelo deesas comunidades a vivir en libertad, en una tierra donde laopresión, el maltrato y la degradación no sean la monedacorriente.
“Sin embargo, muchas veces, de modo sistemático yestructural, sus pueblos han sido incomprendidos y excluidos de lasociedad. Algunos han considerado inferiores sus valores, sucultura y sus tradiciones”, constató.
“Los jóvenes de hoy, expuestos a una cultura que intentasuprimir todas las riquezas y características culturales en pos deun mundo homogéneo, necesitan que no se pierda la sabiduría desus ancianos. El mundo de hoy, preso del pragmatismo, necesitareaprender el valor de la gratuidad”, añadió.
Mientras el pontífice hablaba abajo, en la explanada,destacaron los trajes multicolores y una infinidad de atuendosétnicos originarios de todas las regiones de México. Unas 100 milpersonas participaron de la celebración.
El empezó su discurso con la frase en tzotzil “Li smantalKajvaltike toj lek”, que significa “la ley del Señor esperfecta del todo y reconforta el alma”. Partiendo de allí hizouna reflexión sobre el anhelo a la tierra inscrito en el corazónde los hombres y de los pueblos.
Todos, corroboró, desean una tierra donde la desvalorizaciónsea superada por la fraternidad, la injusticia sea vencida por lasolidaridad y la violencia sea callada por la paz. Un anhelo que escompartido por Dios, apuntó.
Lamentó que de muchas formas y maneras se ha querido silenciary callar ese anhelo, intentando anestesiar el alma, se hapretendido aletargar y adormecer la vida de los niños y jóvenescon la insinuación de que nada puede cambiar o de que son sueñosimposibles.
Afirmó que también la creación ha levantado “su voz”contra estas injusticias y contra el daño provocado por el usoirresponsable y del abuso de los bienes que Dios puso en ella.
“Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios ydominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en elcorazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta enlos síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua,en el aire y en los seres vivientes”, advirtió.
“Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados,está nuestra oprimida y devastada tierra, que gime y sufre doloresde parto”, insistió.
Estableció que los indígenas tienen mucho que enseñar en estecampo, porque sus pueblos saben relacionarse armónicamente con lanaturaleza, a la que respetan como “fuente de alimento, casacomún y altar del compartir humano”.
/RPE