La muerte de cualquier ser humano es un trance difícil, sobre todo por tratarse de una muerte violenta dada en este contexto de descomposición del tejido social en el país. El asesinato de los padres Jesuitas en Chihuahua el pasado año ha sido muy difícil para la Iglesia Católica, expone el presbiterio Gilberto Hernández García, Asesor de la Comisión Diocesana de la Pastoral de la Comunicación de la Arquidiócesis de Tuxtla Gutiérrez.
“Más allá de si los conocíamos o no los conocíamos, el acontecimiento duele, por todo lo simbólico que ha habido alrededor de este acontecimiento, es decir, la presencia pacífica de estos hermanos en aquella zona de la Tarahumara, lo que significan ellos como Iglesia, como comunidad misionera, ha sido un revés tremendo”, insistió en entrevista el presbítero de la Fraternidad Discípulos de Jesús Buen Pastor.
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Dijo que lo que ha hecho la Iglesia es ir asumiendo esto como un signo de los tiempos y tratar de recomponerse, es decir, no abandonar las comunidades que se ven envueltas en esta situación de violencia y de necesidad, sino al contrario, reforzar la presencia, no solamente con más sacerdotes, sino más bien en el trabajo de concientización que no es ajeno a la nuestra labor de evangelización.
Indicó que en la Arquidiócesis de Tuxtla Gutiérrez no hay sacerdotes Jesuitas, pero en la Provincia Eclesiástica de Chiapas están presentes en la comunidad de Bachajón, municipio de Chilón y en Frontera Comalapa, pertenecientes a la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas.
En Bachajón está el padre Pedro Arriaga, un regente histórico de la presencia Jesuita en el estado, y en Frontera Comalapa, el presbítero también hace un trabajo cercano y de acomodamiento con los migrantes, con la población que ha pasado por momentos difíciles de inseguridad. Además el Servicio Jesuita a Migrantes presta una atención y un servicio muy importante en aquella zona, añadió.
"La Iglesia tiene que hacer un aporte desde la fe"
"Aquel acontecimiento de Chihuahua deja una lección que hemos querido aprender que y con la Iglesia tenemos que incidir todavía más en la recomposición del tejido social, el tema de la reconstrucción de las comunidades es una labor de gobierno, la Iglesia tiene que hacer un aporte desde la fe, tenemos la capacidad de llegar a muchas personas desde las parroquias desde los sacerdotes, obispos, laicos, religiosas, para colocar este tema de la reconstrucción de paz y del tejido social como algo prioritario, los obispos de México desde la Conferencia del Episcopado Mexicano están promoviendo una estrategia de paz desde hace unos diez años, subrayó el padre Gilberto Hernández.
Destacó que desde la Pastoral Social, a través de la Dimensión de Fe y Compromiso Social, se articula la estrategia de transformación social con un enfoque de construcción de paz desde las comunidades, la cohesión y el acompañamiento de las víctimas de la violencia.
"A nivel Iglesia en las tres Diócesis de la Provincia Eclesiástica de Chiapas, San Cristóbal de Las Casas, Tapachula y Tuxtla Gutiérrez tenemos organismos homólogos en el trabajo de justicia y paz, colaborando con otros instituciones que no son propiamente de la Iglesia pero que se suman, como el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de la Casas en San Cristóbal de Las Casas y Fray Matías de Córdova y Ordóñez en Tapachula, el instituto Serapaz, los mismos padres Jesuitas, los Misioneros del Espíritu Santo, que trabajan en la Parroquia Nuestra Señora de Guadalupe en Tuxtla Gutiérrez, con quienes hacemos sinergia para la construcción de la paz".
Hernández García añadió que el trabajo de prevención desde las comunidades es el camino, el clima de violencia está escalando en el norte de la Arquidiócesis de Tuxtla Gutiérrez desde Bochil a Pueblo Nuevo Solistahuacán, con la presencia de los padres frailes Franciscanos, han tenido algún desencuentro con caciques de la zona que se sienten amenazados por la predicación que realizan: "la presencia del sacerdote cuando quiere ser conciliador a veces incomoda, afortunadamente no hemos tenido atentado contra hermanos sacerdotes".
Puntualizó que considerar este tema y tener tres diócesis el tema de la construcción de la paz y operar desde lo pequeño a favor de las comunidades, es un avance y logros. En el caso de Tuxtla Gutiérrez la Dimensión de Fe y Compromiso Social ha ido trabajando espacios de acompañamiento a víctimas de violencia.
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"Tenemos cercanía con las mamás que se han manifestado por el feminicidio en contra de sus hijas, también por el tema de la violencia familiar mediante nuestro Centro de Escucha en el Centro de Pastoral Social, donde acuden muchas personas que se sienten lastimadas en su dignidad. Todo esto se desarrolla con talleres comunitarios, escuelas de perdón y reconciliación, grupo de apoyo a mujeres y la prevención de la violencia juvenil", expuso.