/ sábado 14 de septiembre de 2019

18 años de guerra en Afganistán

"Todas las guerras son santas, os desafío a que encontréis un beligerante que no crea tener el cielo de su parte"

Jean Anouilh, escritor francés.

A propósito del 11 de septiembre, esta semana se cumplieron 18 años de aquella mañana de martes que vio a dos aviones secuestrados estrellarse, como kamikazes, con el World Trade Center, en lo que se convertiría en el primer acto terrorista del siglo XXI.

Este parteaguas histórico, detonó lo que se convertiría en la guerra más larga que ha sostenido Estados Unidos y que, a la fecha, no ha logrado su objetivo: desterrar al Talibán de Afganistán.

En el 2001, probablemente nadie se hubiera atrevido a imaginar que algún presidente estadounidense, se sentaría a negociar con los mismos yihadistas vinculados al peor atentado que ha sufrido el país vecino, y mucho menos, que dicha negociación se llevaría a cabo en el histórico Camp David... Sin embargo, este escenario, que alguna vez parecería un desvarío o una alucinación, estuvo a punto de suceder el fin de semana pasado.

Así lo reveló el presidente Trump, en su cuenta de Twitter, el sábado por la noche: “Desconocido para casi todos, los más importantes líderes talibanes y, por separado, el presidente de Afganistán, iban a reunirse en secreto conmigo en Camp David el domingo”, acto seguido, en una serie de extraños y furiosos tweets, el presidente anunciaría que esta reunión había sido cancelada.

Trump culpó la cancelación de esta negociación secreta, a un ataque ocurrido en Kabul “...que mató a uno de nuestros grandes grandes soldados, y a 11 personas más. Inmediatamente cancelé la reunión y anulé las negociaciones de paz. ¿Qué tipo de gente mataría a tantos para, aparentemente, fortalecer su posición en una negociación?...”

Momentos después, el secretario de Estado, Mike Pompeo, saldría a los medios a alardear que en los últimos diez días, los Estados Unidos habían matado a más de mil talibanes.

La idea de una reunión secreta con combatientes enemigos, sorprendió hasta a los más cercanos al proceso. El momento (cuatro días antes del aniversario del llamado “9/11”) intensificó el drama y dejó en evidencia que el gobierno americano está cada vez más impaciente, incluso desesperado, por terminar esa ofensiva militar que iniciaron en el 2001.

Después de 18 años de guerra, los números no son muy alentadores. Hoy día, el Talibán controla o lucha por controlar más territorio que en cualquier otro momento de la intervención Norteamericana en Afganistán (el 46% de la superficie del país, habitada por un tercio de la población).

En total, 2400 soldados estadounidenses han muerto en esta guerra, otros mil soldados de la OTAN han perdido la vida y 20 mil han sido heridos. Solamente desde el 2009, más de 30 mil civiles Afganos han sido asesinados y 56 mil han resultado heridos.

En un alarmante cambio que se ha dado bajo la administración de Donald Trump, este año los Estados Unidos y sus aliados en Afganistán, han sido responsables de más muertes civiles que el propio Talibán.

Con las pláticas en Camp David canceladas, Trump decidió aprovechar el domingo para jugar golf. Fue la vez número 230 que juega golf, de los 961 días que lleva en la presidencia de su país.

Queda claro: La guerra en Afganistán, ha sido un muy mal negocio, del que algunos cuantos elegidos han logrado beneficiarse.

"Todas las guerras son santas, os desafío a que encontréis un beligerante que no crea tener el cielo de su parte"

Jean Anouilh, escritor francés.

A propósito del 11 de septiembre, esta semana se cumplieron 18 años de aquella mañana de martes que vio a dos aviones secuestrados estrellarse, como kamikazes, con el World Trade Center, en lo que se convertiría en el primer acto terrorista del siglo XXI.

Este parteaguas histórico, detonó lo que se convertiría en la guerra más larga que ha sostenido Estados Unidos y que, a la fecha, no ha logrado su objetivo: desterrar al Talibán de Afganistán.

En el 2001, probablemente nadie se hubiera atrevido a imaginar que algún presidente estadounidense, se sentaría a negociar con los mismos yihadistas vinculados al peor atentado que ha sufrido el país vecino, y mucho menos, que dicha negociación se llevaría a cabo en el histórico Camp David... Sin embargo, este escenario, que alguna vez parecería un desvarío o una alucinación, estuvo a punto de suceder el fin de semana pasado.

Así lo reveló el presidente Trump, en su cuenta de Twitter, el sábado por la noche: “Desconocido para casi todos, los más importantes líderes talibanes y, por separado, el presidente de Afganistán, iban a reunirse en secreto conmigo en Camp David el domingo”, acto seguido, en una serie de extraños y furiosos tweets, el presidente anunciaría que esta reunión había sido cancelada.

Trump culpó la cancelación de esta negociación secreta, a un ataque ocurrido en Kabul “...que mató a uno de nuestros grandes grandes soldados, y a 11 personas más. Inmediatamente cancelé la reunión y anulé las negociaciones de paz. ¿Qué tipo de gente mataría a tantos para, aparentemente, fortalecer su posición en una negociación?...”

Momentos después, el secretario de Estado, Mike Pompeo, saldría a los medios a alardear que en los últimos diez días, los Estados Unidos habían matado a más de mil talibanes.

La idea de una reunión secreta con combatientes enemigos, sorprendió hasta a los más cercanos al proceso. El momento (cuatro días antes del aniversario del llamado “9/11”) intensificó el drama y dejó en evidencia que el gobierno americano está cada vez más impaciente, incluso desesperado, por terminar esa ofensiva militar que iniciaron en el 2001.

Después de 18 años de guerra, los números no son muy alentadores. Hoy día, el Talibán controla o lucha por controlar más territorio que en cualquier otro momento de la intervención Norteamericana en Afganistán (el 46% de la superficie del país, habitada por un tercio de la población).

En total, 2400 soldados estadounidenses han muerto en esta guerra, otros mil soldados de la OTAN han perdido la vida y 20 mil han sido heridos. Solamente desde el 2009, más de 30 mil civiles Afganos han sido asesinados y 56 mil han resultado heridos.

En un alarmante cambio que se ha dado bajo la administración de Donald Trump, este año los Estados Unidos y sus aliados en Afganistán, han sido responsables de más muertes civiles que el propio Talibán.

Con las pláticas en Camp David canceladas, Trump decidió aprovechar el domingo para jugar golf. Fue la vez número 230 que juega golf, de los 961 días que lleva en la presidencia de su país.

Queda claro: La guerra en Afganistán, ha sido un muy mal negocio, del que algunos cuantos elegidos han logrado beneficiarse.

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