/ martes 18 de febrero de 2020

Águila real

El jueves pasado, la Cámara de Senadores se revistió de gloria; el ave de plumas de oro, como bien le decía el gran poeta Nezahualcóyotl al águila real, asentó su nido en el Patio del Federalismo. En letras doradas, como su bello plumaje, se contempla la inscripción: “ÁGUILA REAL, SÍMBOLO VIVO NACIONAL”.

Y es así. Esta ave nos ha acompañado en los avatares para formar nuestra nación. Fue ella, recordemos, la que en la era del mito acompañó al Sol a su destino, en su quinto ciclo. Un dios se transfiguró en la poderosa águila real para guiar a su pueblo: la fundación de México-Tenochtitlán. De esta suerte surgiría nuestro Escudo Nacional. En noble gesta, solo la reina de las aves podía con tan loable encargo.

José María Morelos y Pavón, Agustín de Iturbide, el Constituyente de 1823 así como el movimiento Constitucionalista de Venustiano Carranza, la considerarían en sus emblemas, símbolos y banderas.

Con su vuelo se forjó nuestra identidad nacional. En sus alas se consagró la libertad y la independencia del pueblo mexicano; en sus garras, la valentía y el coraje para defenderlo.

Desafortunadamente, se estima que en México existen tan solo 180 parejas de águila real. Esta mítica ave no tiene enemigos naturales, es un superdepredador. Sin embargo, en la actualidad se ve sujeta a los albores de su desaparición por el ser humano; aquel ser que por milenios la ha admirado, es el mismo que ahora la coloca como una especie en peligro de extinción.

México es un país megadiverso, que contiene en su territorio una biodiversidad de flora y fauna envidiable. Si a esto le sumamos que también es un país con una riqueza cultural milenaria, nos daremos cuenta de la gran responsabilidad que tenemos para salvaguardar especies que nos representan como nación independiente, libre y soberana.

Soy zacatecana, oriunda de Monte Escobedo, Cuna del Águila Real. Desde mi infancia he sentido una profunda admiración y respeto por esta mítica ave. Me preocupa su destino. De ahí que, como legisladora, haya propuesto iniciativas de ley para su debida protección al igual que el de su hábitat. Con el ánimo de visibilizar y generar conciencia de la importancia que guarda nuestro Símbolo Vivo Nacional, así como rendirle homenaje, inmortalizando su significado, fui la promotora de estas letras doradas.

No podemos visualizar nuestra cultura y tradición mexicana sin el águila real. No permitamos que desaparezca de nuestros cielos. Busquemos la supervivencia de la reina de las aves.

Sin la poderosa águila real no se pueden concebir la independencia y la libertad de la nación mexicana, así como su porvenir soberano. En sus alas, no lo duden, se encuentra nuestra grandeza como nación.

El jueves pasado, la Cámara de Senadores se revistió de gloria; el ave de plumas de oro, como bien le decía el gran poeta Nezahualcóyotl al águila real, asentó su nido en el Patio del Federalismo. En letras doradas, como su bello plumaje, se contempla la inscripción: “ÁGUILA REAL, SÍMBOLO VIVO NACIONAL”.

Y es así. Esta ave nos ha acompañado en los avatares para formar nuestra nación. Fue ella, recordemos, la que en la era del mito acompañó al Sol a su destino, en su quinto ciclo. Un dios se transfiguró en la poderosa águila real para guiar a su pueblo: la fundación de México-Tenochtitlán. De esta suerte surgiría nuestro Escudo Nacional. En noble gesta, solo la reina de las aves podía con tan loable encargo.

José María Morelos y Pavón, Agustín de Iturbide, el Constituyente de 1823 así como el movimiento Constitucionalista de Venustiano Carranza, la considerarían en sus emblemas, símbolos y banderas.

Con su vuelo se forjó nuestra identidad nacional. En sus alas se consagró la libertad y la independencia del pueblo mexicano; en sus garras, la valentía y el coraje para defenderlo.

Desafortunadamente, se estima que en México existen tan solo 180 parejas de águila real. Esta mítica ave no tiene enemigos naturales, es un superdepredador. Sin embargo, en la actualidad se ve sujeta a los albores de su desaparición por el ser humano; aquel ser que por milenios la ha admirado, es el mismo que ahora la coloca como una especie en peligro de extinción.

México es un país megadiverso, que contiene en su territorio una biodiversidad de flora y fauna envidiable. Si a esto le sumamos que también es un país con una riqueza cultural milenaria, nos daremos cuenta de la gran responsabilidad que tenemos para salvaguardar especies que nos representan como nación independiente, libre y soberana.

Soy zacatecana, oriunda de Monte Escobedo, Cuna del Águila Real. Desde mi infancia he sentido una profunda admiración y respeto por esta mítica ave. Me preocupa su destino. De ahí que, como legisladora, haya propuesto iniciativas de ley para su debida protección al igual que el de su hábitat. Con el ánimo de visibilizar y generar conciencia de la importancia que guarda nuestro Símbolo Vivo Nacional, así como rendirle homenaje, inmortalizando su significado, fui la promotora de estas letras doradas.

No podemos visualizar nuestra cultura y tradición mexicana sin el águila real. No permitamos que desaparezca de nuestros cielos. Busquemos la supervivencia de la reina de las aves.

Sin la poderosa águila real no se pueden concebir la independencia y la libertad de la nación mexicana, así como su porvenir soberano. En sus alas, no lo duden, se encuentra nuestra grandeza como nación.