/ viernes 1 de diciembre de 2023

Antena | ¿Hacia dónde vamos?

No se trata de un hecho nuevo, pero a medida que transcurre el tiempo la violencia en México, se está convirtiendo en un fenómeno cotidiano el cual pareciera se está haciendo una costumbre, su forma de manifestación se representa de diversas formas. Simplemente en la última semana la podemos contemplar en tres casos, pero ejemplos existen más.

De entrada, se está cerrando un año que ha sido muy adverso para los periodistas en el país y para las libertades de prensa y expresión; no sólo se trata de los señalamientos que se hacen en estudios y análisis de organizaciones como la Sociedad Interamericana de Prensa, Reporteros Sin Fronteras y Alianza de Medios Mx, que así lo exponen, sino que hay una violencia desbordada en contra de periodistas.

En esta última semana nos hemos enterado del secuestro de tres periodistas en Taxco, Guerrero y después el ataque armado a cuatro reporteros en esa misma entidad federativa, otro ataque a un periodista en Apatzingán, Michoacán que previamente ya había sufrido un atentado de muerte; otra agresión más en Chiapas donde un periodista fue agredido por un Presidente Municipal mientras realizaba una cobertura informativa y, para colmo, la alcaldesa de Chilpancingo, Guerrero demandó por “violencia política contra la mujer” a cinco comunicadores, además de reformas legales que criminalizan la grabación con drones y las expresiones en redes sociales.

Estos ataques violentos y por “vías legales” preocupan en un contexto donde la delincuencia y el poder político se han encaminado contra los periodistas y medios, esto no debe perderse de vista durante la cobertura de la elección de 2024.

Recién la Sociedad Interamericana de Prensa publicó el “Índice Chapultepec de Libertad de Expresión y Prensa 2023”, señala que México está a un paso de convertirse en un país con altas restricciones para estas libertades, reportando entre otros temas: 12 asesinatos de periodistas ocurridos de agosto de 2022 a agosto de 2023; el grave riesgo que sufren los comunicadores por homicidios, secuestros, extorsiones y desapariciones forzadas ante una omisión del Estado por investigar y aclarar estos crímenes, lo que vulnera gravemente la confianza en las instituciones. Del mismo modo la organización Alianza de Medios MX se ha pronunciado en el mismo tono.

Otra circunstancia que llamó la atención en estos días fue el brutal asalto de forma estrepitosamente violenta al Congreso de Nuevo León por simpatizantes emecistas que buscaban impedir que sesionara para nombrar un gobernador Interino, llevados por un “fanatismo” político. Y ya ni qué decir del joven que agredió a un guardia de seguridad en un fraccionamiento en Puebla.

¿Hacia dónde vamos? Ante este contexto de violencia, degradación institucional y descomposición social, debiésemos hacer una pausa y reflexionar, y es aquí donde el papel de los medios tradicionales -principalmente- juegan un papel esencial. No se trata de exagerar, ni meter miedo, sino de mostrar una realidad cruel y violenta que vive el país.


No se trata de un hecho nuevo, pero a medida que transcurre el tiempo la violencia en México, se está convirtiendo en un fenómeno cotidiano el cual pareciera se está haciendo una costumbre, su forma de manifestación se representa de diversas formas. Simplemente en la última semana la podemos contemplar en tres casos, pero ejemplos existen más.

De entrada, se está cerrando un año que ha sido muy adverso para los periodistas en el país y para las libertades de prensa y expresión; no sólo se trata de los señalamientos que se hacen en estudios y análisis de organizaciones como la Sociedad Interamericana de Prensa, Reporteros Sin Fronteras y Alianza de Medios Mx, que así lo exponen, sino que hay una violencia desbordada en contra de periodistas.

En esta última semana nos hemos enterado del secuestro de tres periodistas en Taxco, Guerrero y después el ataque armado a cuatro reporteros en esa misma entidad federativa, otro ataque a un periodista en Apatzingán, Michoacán que previamente ya había sufrido un atentado de muerte; otra agresión más en Chiapas donde un periodista fue agredido por un Presidente Municipal mientras realizaba una cobertura informativa y, para colmo, la alcaldesa de Chilpancingo, Guerrero demandó por “violencia política contra la mujer” a cinco comunicadores, además de reformas legales que criminalizan la grabación con drones y las expresiones en redes sociales.

Estos ataques violentos y por “vías legales” preocupan en un contexto donde la delincuencia y el poder político se han encaminado contra los periodistas y medios, esto no debe perderse de vista durante la cobertura de la elección de 2024.

Recién la Sociedad Interamericana de Prensa publicó el “Índice Chapultepec de Libertad de Expresión y Prensa 2023”, señala que México está a un paso de convertirse en un país con altas restricciones para estas libertades, reportando entre otros temas: 12 asesinatos de periodistas ocurridos de agosto de 2022 a agosto de 2023; el grave riesgo que sufren los comunicadores por homicidios, secuestros, extorsiones y desapariciones forzadas ante una omisión del Estado por investigar y aclarar estos crímenes, lo que vulnera gravemente la confianza en las instituciones. Del mismo modo la organización Alianza de Medios MX se ha pronunciado en el mismo tono.

Otra circunstancia que llamó la atención en estos días fue el brutal asalto de forma estrepitosamente violenta al Congreso de Nuevo León por simpatizantes emecistas que buscaban impedir que sesionara para nombrar un gobernador Interino, llevados por un “fanatismo” político. Y ya ni qué decir del joven que agredió a un guardia de seguridad en un fraccionamiento en Puebla.

¿Hacia dónde vamos? Ante este contexto de violencia, degradación institucional y descomposición social, debiésemos hacer una pausa y reflexionar, y es aquí donde el papel de los medios tradicionales -principalmente- juegan un papel esencial. No se trata de exagerar, ni meter miedo, sino de mostrar una realidad cruel y violenta que vive el país.