/ domingo 28 de abril de 2024

Berenice le es leal a Michoacán y Atlanta porque es bicultural

Berenice tiene un pasatiempo que no dejaría por nada del mundo: le gusta coleccionar postales que ella misma crea con su cámara fotográfica. Por eso, en uno de los muros de su habitación, tiene un collage multicolor de imágenes de Janitzio, Pátzcuaro, Uruapan y Morelia; mientras que, en otro de los muros, tiene espectaculares imágenes de Stone Mountain, del Río Chattahoochee y del Fox Theatre. Berenice ama a su México pero también ama a Estados Unidos. ¿Por qué razón? Por muchos motivos, no obstante, el principal es que su corazón está dividio entre las dos tierras que han sido su hogar: nació en Michoacán, México, pero migró con sus papás a Atlanta, Georgia, hace ocho años, llevando como su mayor tesoro sus fotos y su camára. Hoy, Berenice es bicultural porque justo ha vivido ocho años en cada país y hay días en los que desea unas deliciosas corundas para comer y termina cenando una suculenta hamburguesa. ¿Qué define la lealtad por un país? Existe una frase que dice: “Mi hogar… es mi camino”. Los migrantes suelen estar en un camino inacabado, quizás por eso su lealtad siempre es compartida.

Hace años, cuando colaboraba en temas de migración con el entonces presidente de México, Vicente Fox Quesada, me preparaba para una entrevista y el reportero, pretendiendo engañarme, me preguntó supuestamente en “off the record”: Dígame la verdad, ¿a quién le es más leal, a México o a Estados Unidos? Me cuestionó, esperando encontrar en mi respuesta un motivo para poner entre dicho mi lealtad a una de mis dos nacionalidades. Le soy leal a mi padre y a mi madre…, respondí, con toda la sinceridad que me da el amor por mis orígenes mexicanos y estadounidenses.

Muchos de los migrantes viven con la misma disyuntiva que me planteó aquel reportero. ¿A quién le deben su lealtad los que han encontrado un nuevo hogar después de migrar? Para nadie es un secreto que el primer amor de los migrantes es el que dejaron atrás, esa tierra que los vio nacer y en la que sus padres sembraron las semillas que, a pesar del tiempo y la distancia, los mantiene enraizados a sus lugares de origen. Pero también está el amor por su nueva vida, esa que es fruto de sus andanzas, de las penurias que atravesaron para encontrar, a pesar de todo, la luz de un nuevo día en otro lugar. Mi nuevo hogar es Atlanta, dice Berenice, al referirse a ese país que parecía tan lejano de Michoacán pero que hoy, ante la adversidad, también late en su corazón.

La historia de Berenice es la de muchos migrantes que, año con año, aumentan en todo el mundo. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), existen en el mundo aproximadamente 281 millones de migrantes internacionales, los cuales equivalen al 3.6% de la población mundial. De estas cifras, más del 40% (115 millones) habían nacido en Asia (en su mayoría en la India), mientras que México sigue siendo el segundo lugar entre los países que más personas abandonan su lugar de origen para migrar.

Berenice sigue coleccionando postales. Pero esta vez, ese pasatiempo lo complementará con un curso de fotografía al que se inscribió en un club de migrantes de Michoacán que radica en Atlanta. A final de cuentas, los lazos de hermandad no se pierden y, tal vez, al concluir su curso Berenice monte una exposición en el Fox Theatre de Atlanta para presentar una colección que podría llamarse: México en las venas y Estados Unidos en el corazón, muestra de una relación bicultural. Estoy seguro que miles de personas, tanto paisanos como estadounidenses asistirían. Al menos, yo sí lo haré, porque mi lealtad, como la de Berenice, también es para mis dos naciones.


Dr. Juan Hernández

Analista de temas de migración

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