/ miércoles 28 de diciembre de 2022

Cinco siglos de la llegada de humanista Pedro de gente a México

“Libro de colores es tu corazón,

padre Pedro; los que son tus cantos

que a Jesucristo entonamos,

tú los haces llegar a San Francisco,

el que vino a vivir en la tierra».

Poema texcocano


El próximo 13 de agosto de este año 2023, se conmemorarán cinco centurias de la llegada de Pedro de Gante, Juan de Tecto y Juan de Ayora, al territorio conquistado por Cortés; su arribo a tierras mexicanas es considerado el origen de la conquista espiritual del continente - y subrepticiamente del Humanismo europeo a nuestras tierras-, como resultado de la petición hecha por el extremeño al emperador Carlos I de España y V de Alemania a través de su “tercera carta de relación”; en ella pide "misioneros de las Órdenes de San Francisco y Santo Domingo, los cuales tengan los más largos poderes que Su Majestad pudiere".

Dicha petición mueve al monarca y al Papa Adriano VI a confiar al Rector de los Franciscanos en Gante, fray Johannes Glapión, a elegir de entre los integrantes de la orden a quienes pudiesen acompañarle al Nuevo Mundo.

El erasmista Glapión, elige a Pieter van der Moere (Pedro de Gante), su distinguido alumno en la Universidad de París y pariente muy cercano al emperador, así como a Johann van den Auwera (Juan de Tecto) y a Johann Dekkers (Juan de Ayora) para junto con ellos emprender, en 1522, la travesía de las costas de Flandes al puerto de Santander en el que atracaron el 27 de julio para proseguir por tierra hacía las costas gaditanas.

Lamentablemente el humanista Glapión fallece en Valladolid, pero ello no impide que sus discípulos continúen el viaje y zarpen rumbo a la Nueva España el 30 de mayo de 1523, para llegar a la Villa Rica de la Veracruz el 13 de agosto de ese mismo año y de ahí proseguir su camino hasta la devastada Temistitlán, lo que obliga a Cortés a encomendar a los tres frailes a su “amigo”, el Señor de Texcoco, Ixtlilxóchitl, quien les recibe y da aposento y, posteriormente, un espacio en el cual Gante comenzará su febril actividad pedagógica, no solo en la doctrina cristiana, sino en diversidad de artes y oficios europeos enriquecidos a través del imaginario y disposición de los texcocanos.

Consciente de la importancia del lenguaje, de Gante aprendió náhuatl al tiempo que realizaba sus labores educativas en un espacio que al tiempo será conocido como la “capilla de la enseñanza”, la que da origen a una de las dos capillas de la catedral de ese obispado.

Al año siguiente, los frailes flamencos son informados de la llegada de sus 12 correligionarios y su establecimiento en la ciudad de México, donde fundan el convento de San Francisco. En 1526, al enterarse de Gante del fallecimiento en las Hibueras de sus hermanos Tecto y Ayora, convocados por Cortés para acompañarle a dicha expedición, el flamenco solicita recluirse en el convento en la ciudad y ahí replicará su experiencia texcocana fundando el Colegio de San José de los Naturales, conformado por una enorme capilla abierta (con capacidad para miles de mexicas) ubicada en donde se edificó el templo de San Felipe de Jesús. Desde ese espacio, junto con el Hospital Real por él fundado, continuó su labor educativa hasta su muerte, en 1572.

El legado de Fray Pedro de Gante pasa por múltiples facetas, pues no es sólo el evangelizador que concibe en 1527 la Doctrina Cristiana en Lengua Mexicana, impresa y reimpresa infinidad de veces en la primera imprenta de América: gracias a ello pudo iniciarse un proceso de intercambio cultural entre las civilizaciones originarias y las de los conquistadores, y así mismo aportó conocimientos de artes y oficios. Una de las facetas poco exploradas de Pedro de Gante es el de la defensa de los naturales de estas tierras, como lo acreditan diversas cartas a su pariente el Emperador, lo que generó severos conflictos con los encomenderos; como aquella ejemplar misiva de 1552 que a la letra denuncia: ...(estos indios) no fueron descubiertos sino para buscalles (buscarles) su salvación, lo cual, de la manera que ahora van, es imposible... Vasallos de Vuestra Magestad(sic) son, la sangre de Cristo costaron, sus haciendas las han tomado, razón será que Vuestra Magestad se duela dellos; y pues están desposeídos de sus tierras, que en pago les ganen ánimas». Añade que se atreve a dirigirse al Emperador pidiendo remedio porque «dame atrevimiento ser tan allegado a V. M. y ser de su tierra».

Esa cercanía con el Emperador también le granjeó la animadversión del clero secular novohispano, cuyo segundo arzobispo, Alonso de Montúfar, afirmó en un escrito: “yo no soy arzobispo de México, sino Fr. Pedro de Gante, lego de S. Francisco”.

No obstante esas malquerencias, a su muerte la Iglesia de Nueva España le reconoció, según consta en la esquela oficial sobre su deceso: “Hemos perdido uno de los mejores obreros en Fr. Pedro de Gante [...] la tierra está henchida de su fama; fue pastor infatigable, trabajando en su ganado cincuenta años; [...] mucho agradecimiento le deben estos indios, y nosotros los religiosos, pues que le daba bríos el ser deudo tan allegado del cristianísimo padre de V. M. que por su medio nos era gran favorecedor, y nos otorgaba muchas de las mercedes que todos habíamos menester”.

En tanto que los aztecas y mestizos lo reconocieron como el corazón colorido cuyos cantos introdujeron el Humanismo como expresión de fraternidad en torno a Cristo y a la pobreza franciscana en estas tierras.

“Libro de colores es tu corazón,

padre Pedro; los que son tus cantos

que a Jesucristo entonamos,

tú los haces llegar a San Francisco,

el que vino a vivir en la tierra».

Poema texcocano


El próximo 13 de agosto de este año 2023, se conmemorarán cinco centurias de la llegada de Pedro de Gante, Juan de Tecto y Juan de Ayora, al territorio conquistado por Cortés; su arribo a tierras mexicanas es considerado el origen de la conquista espiritual del continente - y subrepticiamente del Humanismo europeo a nuestras tierras-, como resultado de la petición hecha por el extremeño al emperador Carlos I de España y V de Alemania a través de su “tercera carta de relación”; en ella pide "misioneros de las Órdenes de San Francisco y Santo Domingo, los cuales tengan los más largos poderes que Su Majestad pudiere".

Dicha petición mueve al monarca y al Papa Adriano VI a confiar al Rector de los Franciscanos en Gante, fray Johannes Glapión, a elegir de entre los integrantes de la orden a quienes pudiesen acompañarle al Nuevo Mundo.

El erasmista Glapión, elige a Pieter van der Moere (Pedro de Gante), su distinguido alumno en la Universidad de París y pariente muy cercano al emperador, así como a Johann van den Auwera (Juan de Tecto) y a Johann Dekkers (Juan de Ayora) para junto con ellos emprender, en 1522, la travesía de las costas de Flandes al puerto de Santander en el que atracaron el 27 de julio para proseguir por tierra hacía las costas gaditanas.

Lamentablemente el humanista Glapión fallece en Valladolid, pero ello no impide que sus discípulos continúen el viaje y zarpen rumbo a la Nueva España el 30 de mayo de 1523, para llegar a la Villa Rica de la Veracruz el 13 de agosto de ese mismo año y de ahí proseguir su camino hasta la devastada Temistitlán, lo que obliga a Cortés a encomendar a los tres frailes a su “amigo”, el Señor de Texcoco, Ixtlilxóchitl, quien les recibe y da aposento y, posteriormente, un espacio en el cual Gante comenzará su febril actividad pedagógica, no solo en la doctrina cristiana, sino en diversidad de artes y oficios europeos enriquecidos a través del imaginario y disposición de los texcocanos.

Consciente de la importancia del lenguaje, de Gante aprendió náhuatl al tiempo que realizaba sus labores educativas en un espacio que al tiempo será conocido como la “capilla de la enseñanza”, la que da origen a una de las dos capillas de la catedral de ese obispado.

Al año siguiente, los frailes flamencos son informados de la llegada de sus 12 correligionarios y su establecimiento en la ciudad de México, donde fundan el convento de San Francisco. En 1526, al enterarse de Gante del fallecimiento en las Hibueras de sus hermanos Tecto y Ayora, convocados por Cortés para acompañarle a dicha expedición, el flamenco solicita recluirse en el convento en la ciudad y ahí replicará su experiencia texcocana fundando el Colegio de San José de los Naturales, conformado por una enorme capilla abierta (con capacidad para miles de mexicas) ubicada en donde se edificó el templo de San Felipe de Jesús. Desde ese espacio, junto con el Hospital Real por él fundado, continuó su labor educativa hasta su muerte, en 1572.

El legado de Fray Pedro de Gante pasa por múltiples facetas, pues no es sólo el evangelizador que concibe en 1527 la Doctrina Cristiana en Lengua Mexicana, impresa y reimpresa infinidad de veces en la primera imprenta de América: gracias a ello pudo iniciarse un proceso de intercambio cultural entre las civilizaciones originarias y las de los conquistadores, y así mismo aportó conocimientos de artes y oficios. Una de las facetas poco exploradas de Pedro de Gante es el de la defensa de los naturales de estas tierras, como lo acreditan diversas cartas a su pariente el Emperador, lo que generó severos conflictos con los encomenderos; como aquella ejemplar misiva de 1552 que a la letra denuncia: ...(estos indios) no fueron descubiertos sino para buscalles (buscarles) su salvación, lo cual, de la manera que ahora van, es imposible... Vasallos de Vuestra Magestad(sic) son, la sangre de Cristo costaron, sus haciendas las han tomado, razón será que Vuestra Magestad se duela dellos; y pues están desposeídos de sus tierras, que en pago les ganen ánimas». Añade que se atreve a dirigirse al Emperador pidiendo remedio porque «dame atrevimiento ser tan allegado a V. M. y ser de su tierra».

Esa cercanía con el Emperador también le granjeó la animadversión del clero secular novohispano, cuyo segundo arzobispo, Alonso de Montúfar, afirmó en un escrito: “yo no soy arzobispo de México, sino Fr. Pedro de Gante, lego de S. Francisco”.

No obstante esas malquerencias, a su muerte la Iglesia de Nueva España le reconoció, según consta en la esquela oficial sobre su deceso: “Hemos perdido uno de los mejores obreros en Fr. Pedro de Gante [...] la tierra está henchida de su fama; fue pastor infatigable, trabajando en su ganado cincuenta años; [...] mucho agradecimiento le deben estos indios, y nosotros los religiosos, pues que le daba bríos el ser deudo tan allegado del cristianísimo padre de V. M. que por su medio nos era gran favorecedor, y nos otorgaba muchas de las mercedes que todos habíamos menester”.

En tanto que los aztecas y mestizos lo reconocieron como el corazón colorido cuyos cantos introdujeron el Humanismo como expresión de fraternidad en torno a Cristo y a la pobreza franciscana en estas tierras.

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