/ jueves 18 de abril de 2024

Comunicación y elecciones 

Una de las situaciones más complejas que ha enfrentado el gobierno de la 4T ha sido la disputa en materia comunicacional. A pesar del carismático e inteligente liderazgo del presidente Andrés Manuel López Obrador y las “mañaneras” como vía excepcional de interacción con el pueblo, la nueva presidenta de México, a partir del próximo sexenio, requiere de ampliar la estrategia de comunicación y de reconocer que ante una oligarquía opositora –Suprema Corte, IFE, órganos ‘autónomos’ medios convencionales, entre otros--, la comunicación política deberá fortalecerse diversificando de planes sobre la política pública en esta materia.

Las actuales asimetrías contenidas prácticamente en todos los medios de comunicación, han tenido repercusiones importantes en cuanto a los niveles de información obtenida por una parte importante de la población para la toma de decisiones electorales; este no es un asunto menor. La desinformación y mentiras expuestas cotidianamente en casi todos los medios convencionales de comunicación, son un problema que ya hay que resolver. El sexenio de López Obrador le ha dado a la sociedad una gran oportunidad: la de reconocer a cabalidad el grave problema de comunicación que está implicado en el hecho de que la mayoría de los concesionarios de radio y televisión no respetan los preceptos básicos que exige la legislación.

El problema principal es que no se ha podido garantizar el derecho de las audiencias a obtener información veraz y plural, más allá de las “mañaneras”. El presidente de México convierte esta conferencia matutina en un nuevo medio de comunicación con los gobernados y con ella ha podido “atajar” de una manera constante y cotidiana una gran parte de las denominadas “fake news”. Este logro fundamental le ha permitido estar hoy por arriba del 70% en lo que a aceptación presidencial se refiere.

Pero si después de las elecciones del 2 de junio, las asimetrías informativas permanecen o empeoran aún más, las cosas para la ganadora de las elecciones pueden complicarse. El escenario postelectoral podría ser más difícil, si además se toman en cuenta las anomalías en cuanto a la selección de candidatos morenistas en una gran parte de los estados, percibidos –en muchos casos— como desaciertos que mantiene a las bases de Morena con una gran decepción.

Si los errores en la selección de candidatos en Morena llegaran a repercutir en la próxima elección, al grado de comprometer el estatus de mayoría absoluta en los congresos federal y locales, la situación para la gobernabilidad de la nueva presidenta de México no será nada fácil. Y aunque no se trata de hacer un catastrófico balance, si es de considerar que el talento, carisma y liderazgo desplegados en las mañaneras por el actual presidente López Obrador nos obliga al ejercicio contra fáctico de pensar y adelantarse a cómo sería el escenario sin el principal comunicador de este país y con un contexto postelectoral probablemente complicado.

En consecuencia, hay dos llamados en los que la candidata morenista ganadora deberá poner su atención: observar atentamente y modificar, en lo posible, a los candidatos indeseables que se han colado abundantemente en Morena, y atender la necesidad de ir preparando desde ahora una amplia estrategia de comunicación que garantice al público que los medios de comunicación convencionales no sigan nadando en tan impúdica impunidad.

Como dice el doctor Buen Abad "necesitamos un arma comunicacional porque no estamos haciendo ese trabajo, esa es nuestra más dura debilidad política. El concepto comunicación debe enfrentarse como un frente de batalla que puede derivar en un programa de comunicación. Ahí está el proyecto, en todas las voces de quienes están en pie de lucha hoy en América Latina.

Una de las situaciones más complejas que ha enfrentado el gobierno de la 4T ha sido la disputa en materia comunicacional. A pesar del carismático e inteligente liderazgo del presidente Andrés Manuel López Obrador y las “mañaneras” como vía excepcional de interacción con el pueblo, la nueva presidenta de México, a partir del próximo sexenio, requiere de ampliar la estrategia de comunicación y de reconocer que ante una oligarquía opositora –Suprema Corte, IFE, órganos ‘autónomos’ medios convencionales, entre otros--, la comunicación política deberá fortalecerse diversificando de planes sobre la política pública en esta materia.

Las actuales asimetrías contenidas prácticamente en todos los medios de comunicación, han tenido repercusiones importantes en cuanto a los niveles de información obtenida por una parte importante de la población para la toma de decisiones electorales; este no es un asunto menor. La desinformación y mentiras expuestas cotidianamente en casi todos los medios convencionales de comunicación, son un problema que ya hay que resolver. El sexenio de López Obrador le ha dado a la sociedad una gran oportunidad: la de reconocer a cabalidad el grave problema de comunicación que está implicado en el hecho de que la mayoría de los concesionarios de radio y televisión no respetan los preceptos básicos que exige la legislación.

El problema principal es que no se ha podido garantizar el derecho de las audiencias a obtener información veraz y plural, más allá de las “mañaneras”. El presidente de México convierte esta conferencia matutina en un nuevo medio de comunicación con los gobernados y con ella ha podido “atajar” de una manera constante y cotidiana una gran parte de las denominadas “fake news”. Este logro fundamental le ha permitido estar hoy por arriba del 70% en lo que a aceptación presidencial se refiere.

Pero si después de las elecciones del 2 de junio, las asimetrías informativas permanecen o empeoran aún más, las cosas para la ganadora de las elecciones pueden complicarse. El escenario postelectoral podría ser más difícil, si además se toman en cuenta las anomalías en cuanto a la selección de candidatos morenistas en una gran parte de los estados, percibidos –en muchos casos— como desaciertos que mantiene a las bases de Morena con una gran decepción.

Si los errores en la selección de candidatos en Morena llegaran a repercutir en la próxima elección, al grado de comprometer el estatus de mayoría absoluta en los congresos federal y locales, la situación para la gobernabilidad de la nueva presidenta de México no será nada fácil. Y aunque no se trata de hacer un catastrófico balance, si es de considerar que el talento, carisma y liderazgo desplegados en las mañaneras por el actual presidente López Obrador nos obliga al ejercicio contra fáctico de pensar y adelantarse a cómo sería el escenario sin el principal comunicador de este país y con un contexto postelectoral probablemente complicado.

En consecuencia, hay dos llamados en los que la candidata morenista ganadora deberá poner su atención: observar atentamente y modificar, en lo posible, a los candidatos indeseables que se han colado abundantemente en Morena, y atender la necesidad de ir preparando desde ahora una amplia estrategia de comunicación que garantice al público que los medios de comunicación convencionales no sigan nadando en tan impúdica impunidad.

Como dice el doctor Buen Abad "necesitamos un arma comunicacional porque no estamos haciendo ese trabajo, esa es nuestra más dura debilidad política. El concepto comunicación debe enfrentarse como un frente de batalla que puede derivar en un programa de comunicación. Ahí está el proyecto, en todas las voces de quienes están en pie de lucha hoy en América Latina.