/ lunes 19 de abril de 2021

Economía 4.0 | El liderazgo de China

China ha mostrado al mundo la efectividad de su planeación no sólo para enfrentar el COVID-19; al mismo tiempo ha sido capaz alcanzar una rápida recuperación económica que le permitió evitar una afectación significativa a su estrategia de desarrollo social. China ha anunciado la eliminación de la pobreza extrema.

Además, y sustentado en su modelo de Estado Desarrollador, China convirtió los retos generados por la pandemia en una oportunidad para elevar su influencia global.

Bajo el liderazgo del Estado, y acompañado por su base industrial y militar, China logró contener el avance interno del COVID-19 y rápidamente avanzó en la creación de una variedad de vacunas que hoy se aplican en Asia, América Latina, África y aún en países del centro y oriente de Europa.

A diferencia de otras naciones desarrolladas, China mostró que la combinación de su progreso tecnológico y visión estratégica fueron capaces de acotar los efectos de la pandemia en las esferas económica y social.

El resultado de crecimiento alcanzado durante el primer trimestre del año (18.3%) fue el mayor en más de 30 años y superó con creces el retroceso experimentado en el mismo periodo del 2020 (-6.8%).

China acumula 4 trimestres de incremento en su actividad productiva y los dos últimos fueron superiores a lo contabilizado antes del COVID-19.

La clave del éxito económico de China se sustenta en su fortaleza: en enero y febrero creció 35.1%. En marzo se elevó 14.1%. Las manufacturas se elevaron 39.5% durante el primer bimestre del 2021 y 14.1% en el tercer mes del año.

Al considerar que China genera el 24% del valor agregado mundial en manufacturas se puede dimensionar la magnitud de sus resultados y las repercusiones a nivel mundial: China está ganando participación de mercado gracias a que sigue elevando sus niveles de inversión productiva.

Una organización industrial oligopólica con participación estatal que utiliza los mayores avances tecnológicos impulsa a las empresas chinas que ahora son participes tanto de los beneficios de la reactivación económica mundial como de la estrategia de salud pública aplicada en más de 50 países. Por su parte, Estados Unidos y Europa carecen de una estrategia que sea equiparable.

Estados Unidos ha focalizado sus esfuerzos en la vacunación de su población, pero sigue enfrentando un elevado número de contagios diarios. Será hasta abril cuando su actividad productiva muestre un crecimiento positivo que le permita dejar atrás la recesión.

Por su parte Europa vive entre el confinamiento, rezago en su proceso de vacunación, una incipiente recuperación y el desgaste de sus liderazgos políticos.

Por ello, México debe ponderar adecuadamente el entorno descrito, particularmente por la esperanza que tiene de los beneficios de la recuperación económica en Estados Unidos: también depende de las vacunas e insumos intermedios procedentes de China.

Las disputas geopolíticas entre las principales potencias del mundo condicionarán la evolución de la economía mexicana, particularmente después de la presión ejercida por Estados Unidos y Japón sobre China respecto a la soberanía de las aguas territoriales del Este de Asia y la situación en Taiwán y Hong Kong.

La respuesta categórica del país asiático muestra que las discrepancias pueden extenderse al ámbito económico y comercial.

Para evitar los efectos colaterales que todo ello causará, México requiere de una política industrial moderna y una visión estratégica global integral, no existe otra forma de enfrentar el entorno que se presenta.

China ha mostrado al mundo la efectividad de su planeación no sólo para enfrentar el COVID-19; al mismo tiempo ha sido capaz alcanzar una rápida recuperación económica que le permitió evitar una afectación significativa a su estrategia de desarrollo social. China ha anunciado la eliminación de la pobreza extrema.

Además, y sustentado en su modelo de Estado Desarrollador, China convirtió los retos generados por la pandemia en una oportunidad para elevar su influencia global.

Bajo el liderazgo del Estado, y acompañado por su base industrial y militar, China logró contener el avance interno del COVID-19 y rápidamente avanzó en la creación de una variedad de vacunas que hoy se aplican en Asia, América Latina, África y aún en países del centro y oriente de Europa.

A diferencia de otras naciones desarrolladas, China mostró que la combinación de su progreso tecnológico y visión estratégica fueron capaces de acotar los efectos de la pandemia en las esferas económica y social.

El resultado de crecimiento alcanzado durante el primer trimestre del año (18.3%) fue el mayor en más de 30 años y superó con creces el retroceso experimentado en el mismo periodo del 2020 (-6.8%).

China acumula 4 trimestres de incremento en su actividad productiva y los dos últimos fueron superiores a lo contabilizado antes del COVID-19.

La clave del éxito económico de China se sustenta en su fortaleza: en enero y febrero creció 35.1%. En marzo se elevó 14.1%. Las manufacturas se elevaron 39.5% durante el primer bimestre del 2021 y 14.1% en el tercer mes del año.

Al considerar que China genera el 24% del valor agregado mundial en manufacturas se puede dimensionar la magnitud de sus resultados y las repercusiones a nivel mundial: China está ganando participación de mercado gracias a que sigue elevando sus niveles de inversión productiva.

Una organización industrial oligopólica con participación estatal que utiliza los mayores avances tecnológicos impulsa a las empresas chinas que ahora son participes tanto de los beneficios de la reactivación económica mundial como de la estrategia de salud pública aplicada en más de 50 países. Por su parte, Estados Unidos y Europa carecen de una estrategia que sea equiparable.

Estados Unidos ha focalizado sus esfuerzos en la vacunación de su población, pero sigue enfrentando un elevado número de contagios diarios. Será hasta abril cuando su actividad productiva muestre un crecimiento positivo que le permita dejar atrás la recesión.

Por su parte Europa vive entre el confinamiento, rezago en su proceso de vacunación, una incipiente recuperación y el desgaste de sus liderazgos políticos.

Por ello, México debe ponderar adecuadamente el entorno descrito, particularmente por la esperanza que tiene de los beneficios de la recuperación económica en Estados Unidos: también depende de las vacunas e insumos intermedios procedentes de China.

Las disputas geopolíticas entre las principales potencias del mundo condicionarán la evolución de la economía mexicana, particularmente después de la presión ejercida por Estados Unidos y Japón sobre China respecto a la soberanía de las aguas territoriales del Este de Asia y la situación en Taiwán y Hong Kong.

La respuesta categórica del país asiático muestra que las discrepancias pueden extenderse al ámbito económico y comercial.

Para evitar los efectos colaterales que todo ello causará, México requiere de una política industrial moderna y una visión estratégica global integral, no existe otra forma de enfrentar el entorno que se presenta.