/ lunes 16 de enero de 2023

Analista Económico | Sustitución de importaciones: la ruta de América del Norte

José Luis De La Cruz Gallegos

La realidad es necia y se impone: el futuro del progreso en América del Norte depende de su reconstrucción industrial y de la configuración de un bloque regional con una visión más allá del comercio internacional.

Sería un error mantenerse bajo la lógica comercial: equivaldría a quedarse anclado en los años ochenta y noventa del siglo XX, cuando se pensó que el libre comercio había ganado la guerra geoeconómica y geopolítica. El ascenso se China demuestra otra cosa.

Las cadenas de suministro son un tema de seguridad nacional, un punto de vista que es incompatible con la filosofía del libre mercado desregulado porque impone restricciones de orden geopolítico que acotan la lógica aperturista de una globalización “ochentera” como la implementada en México hace 40 años: se hizo a un lado el interés nacional en favor de una apertura que afectó el empleo, la inversión y a las empresas nacionales.

Los globalizadores nostálgicos no han observado el proceso de los últimos 20 años y ven a la sustitución de importaciones como algo de los años setenta del siglo XX: se equivocan, el mundo va hacia allá a través de la innovación, el desarrollo tecnológico, la educación y el interés nacional, un mismo concepto con nuevas bases. México y América del Norte deben avanzar hacia allá.

Estados Unidos, al igual que China, tiene razón al clasificar a las cadenas de suministro como un tema de seguridad nacional porque la nación que controla su diseño y operación recibe los beneficios de sus flujos económicos y con ello puede construir mayor desarrollo social.

Así lo han comprendido y por ello, con cierta lentitud, implementa una estrategia de recaptura de las cadenas globales de valor. Su planteamiento es aún incompleto, sin embargo, avanza en la dirección correcta.

Una visión integral requiere la elaboración de una política industrial regional para crear una plataforma intraindustrial que genere las economías de escala y alcance requeridas para mover la balanza en favor de América del Norte, particularmente en un momento en donde Europa se encuentra atrapada entre la posibilidad de una recesión económica y los vientos de guerra que llegan desde Rusia.

Sin una visión de política industrial regional América del Norte enfrentará mayores problemas para superar el ascenso de China y su esfera de influencia en Asia, Oceanía y África, un avance que desafía el orden geopolítico gestado durante los últimos 40 años.

El colapso de la globalización y la irrupción del Covid-19 abrieron paso a un cambio estructural en donde conviven la alianza de China y la India para sostener a Rusia y reconstruir a los BRICS con la caída del liderazgo europeo y el intento de Estados Unidos por convertirse en una superpotencia manufacturera.

El “nearshoring” representa un concepto aún ambiguo, y por ende incompleto, de la tarea por hacer en América del Norte porque no reconoce abiertamente lo que ya se encuentra en la planeación de China, Rusia, la India, Vietnam, Corea del Sur, Indonesia, Malasia y aún en algunas naciones de occidente: elevar el contenido nacional y regional.

Aumentar lo hecho en territorio nacional pasa, necesariamente, por la sustitución de importaciones, constituye la primera etapa poque se da en un terrero en donde ya existe mercado: se debe iniciar en los sectores en donde existe competencia desleal por parte de otras naciones y en donde hay ventajas competitivas y comparativas, ello hace autofinanciable a la estrategia. México debe avanzar en ese sentido.

José Luis De La Cruz Gallegos

La realidad es necia y se impone: el futuro del progreso en América del Norte depende de su reconstrucción industrial y de la configuración de un bloque regional con una visión más allá del comercio internacional.

Sería un error mantenerse bajo la lógica comercial: equivaldría a quedarse anclado en los años ochenta y noventa del siglo XX, cuando se pensó que el libre comercio había ganado la guerra geoeconómica y geopolítica. El ascenso se China demuestra otra cosa.

Las cadenas de suministro son un tema de seguridad nacional, un punto de vista que es incompatible con la filosofía del libre mercado desregulado porque impone restricciones de orden geopolítico que acotan la lógica aperturista de una globalización “ochentera” como la implementada en México hace 40 años: se hizo a un lado el interés nacional en favor de una apertura que afectó el empleo, la inversión y a las empresas nacionales.

Los globalizadores nostálgicos no han observado el proceso de los últimos 20 años y ven a la sustitución de importaciones como algo de los años setenta del siglo XX: se equivocan, el mundo va hacia allá a través de la innovación, el desarrollo tecnológico, la educación y el interés nacional, un mismo concepto con nuevas bases. México y América del Norte deben avanzar hacia allá.

Estados Unidos, al igual que China, tiene razón al clasificar a las cadenas de suministro como un tema de seguridad nacional porque la nación que controla su diseño y operación recibe los beneficios de sus flujos económicos y con ello puede construir mayor desarrollo social.

Así lo han comprendido y por ello, con cierta lentitud, implementa una estrategia de recaptura de las cadenas globales de valor. Su planteamiento es aún incompleto, sin embargo, avanza en la dirección correcta.

Una visión integral requiere la elaboración de una política industrial regional para crear una plataforma intraindustrial que genere las economías de escala y alcance requeridas para mover la balanza en favor de América del Norte, particularmente en un momento en donde Europa se encuentra atrapada entre la posibilidad de una recesión económica y los vientos de guerra que llegan desde Rusia.

Sin una visión de política industrial regional América del Norte enfrentará mayores problemas para superar el ascenso de China y su esfera de influencia en Asia, Oceanía y África, un avance que desafía el orden geopolítico gestado durante los últimos 40 años.

El colapso de la globalización y la irrupción del Covid-19 abrieron paso a un cambio estructural en donde conviven la alianza de China y la India para sostener a Rusia y reconstruir a los BRICS con la caída del liderazgo europeo y el intento de Estados Unidos por convertirse en una superpotencia manufacturera.

El “nearshoring” representa un concepto aún ambiguo, y por ende incompleto, de la tarea por hacer en América del Norte porque no reconoce abiertamente lo que ya se encuentra en la planeación de China, Rusia, la India, Vietnam, Corea del Sur, Indonesia, Malasia y aún en algunas naciones de occidente: elevar el contenido nacional y regional.

Aumentar lo hecho en territorio nacional pasa, necesariamente, por la sustitución de importaciones, constituye la primera etapa poque se da en un terrero en donde ya existe mercado: se debe iniciar en los sectores en donde existe competencia desleal por parte de otras naciones y en donde hay ventajas competitivas y comparativas, ello hace autofinanciable a la estrategia. México debe avanzar en ese sentido.