/ sábado 2 de febrero de 2019

El doblez de Taibo II

“Mear claro y recio deja al médico por necio”

Refrán popular


Nuevamente Paco Ignacio Taibo II da de qué hablar más allá de que como gerente editorial en funciones de Director General del Fondo de Cultura Económica, esté fuera de la Ley.

Luego de su multicitada expresión de que “ya se las metimos doblada” volvió a las andadas en Mocorito, Sinaloa con motivo de la presentación de la Estrategia Nacional de Cultura, donde ante padres de familia y niños, expresó “ahorita vengo, voy a mear” y ya no regresó, no obstante que se hacia la exposición del periódico infantil, “Alas de Papel”.

Exaltado por las palabras de Paco (así, a secas, tal como él ha insistido ser llamado), quien, en pleno clamor dijo firme y a modo de celebración: “Conquistamos el derecho de llamar a las cosas por su nombre”, me atrevo a seguir su ejemplo y llamarlo por su nombre: Les vale madre la ley.

Pero de esas actitudes nadie se salva; el escritor nacido en España, repitió en numerito ante los diputados de Morena, a quienes dejó plantados por un “error de logística”, como dijo el coordinador de la bancada en San Lázaro.

Aunque no se ha aclarado el destinatario de su primer dicho, lo que sí es cierto es que su estancia en el Fondo de Cultura Económica es ilegal, ya que de acuerdo a la Ley Federal de las Entidades Paraestatales, el cargo de Director General sólo puede ocuparlo una persona mexicana por nacimiento; él no cumple con el requisito.

De conformidad con lo dispuesto por el artículo 53 del Estatuto Orgánico del Fondo de Cultura Económica, durante las ausencias del Director General del organismo, el despacho y resolución de los asuntos quedarán a cargo del Gerente

General y, en ausencia de ambos, del titular de la Gerencia de Administración y Finanzas, no así el Gerente Editorial.

Es decir no existe ordenamiento que establezca la posibilidad de ejercer el “encargo” que tiene de manera irregular por ausencia permanente del titular de la Entidad, por lo que el nombramiento como encargado carece de justificación legal.

De tal suerte que el dicharachero asturiano está fuera de la norma y tal pareciera que a nadie le importa, sin que esto descalifique las capacidades intelectuales o culturales de Taibo II para desempeñar el cargo, por muy lépero y vulgar que cotidianamente sea.

Queda claro entones que, tal como fue expuesto al principio de esta columna, se está incumpliendo con la Ley Federal de las Entidades Paraestatales y con el Estatuto Orgánico del Fondo de Cultura Económica. ¿Será que ni los propios dirigentes del Fondo conocen su propio marco normativo? ¿Estarán muy ocupados esperando a que Paco salga del baño?

No tengo nada en contra de Taibo II, lo respeto, me gusta como escribe y, aunque no me gusta como habla, estoy seguro de que puede ser un buen director general del FCE. Con lo que no puedo estar de acuerdo y me siento obligado a señalar a viva voz, es con utilizar un ideal o una visión como justificación para violar la ley.

Tenemos que ser congruentes. Si permitimos que a la ley se la metan doblada, entonces los demás no tenemos ninguna esperanza.


“Mear claro y recio deja al médico por necio”

Refrán popular


Nuevamente Paco Ignacio Taibo II da de qué hablar más allá de que como gerente editorial en funciones de Director General del Fondo de Cultura Económica, esté fuera de la Ley.

Luego de su multicitada expresión de que “ya se las metimos doblada” volvió a las andadas en Mocorito, Sinaloa con motivo de la presentación de la Estrategia Nacional de Cultura, donde ante padres de familia y niños, expresó “ahorita vengo, voy a mear” y ya no regresó, no obstante que se hacia la exposición del periódico infantil, “Alas de Papel”.

Exaltado por las palabras de Paco (así, a secas, tal como él ha insistido ser llamado), quien, en pleno clamor dijo firme y a modo de celebración: “Conquistamos el derecho de llamar a las cosas por su nombre”, me atrevo a seguir su ejemplo y llamarlo por su nombre: Les vale madre la ley.

Pero de esas actitudes nadie se salva; el escritor nacido en España, repitió en numerito ante los diputados de Morena, a quienes dejó plantados por un “error de logística”, como dijo el coordinador de la bancada en San Lázaro.

Aunque no se ha aclarado el destinatario de su primer dicho, lo que sí es cierto es que su estancia en el Fondo de Cultura Económica es ilegal, ya que de acuerdo a la Ley Federal de las Entidades Paraestatales, el cargo de Director General sólo puede ocuparlo una persona mexicana por nacimiento; él no cumple con el requisito.

De conformidad con lo dispuesto por el artículo 53 del Estatuto Orgánico del Fondo de Cultura Económica, durante las ausencias del Director General del organismo, el despacho y resolución de los asuntos quedarán a cargo del Gerente

General y, en ausencia de ambos, del titular de la Gerencia de Administración y Finanzas, no así el Gerente Editorial.

Es decir no existe ordenamiento que establezca la posibilidad de ejercer el “encargo” que tiene de manera irregular por ausencia permanente del titular de la Entidad, por lo que el nombramiento como encargado carece de justificación legal.

De tal suerte que el dicharachero asturiano está fuera de la norma y tal pareciera que a nadie le importa, sin que esto descalifique las capacidades intelectuales o culturales de Taibo II para desempeñar el cargo, por muy lépero y vulgar que cotidianamente sea.

Queda claro entones que, tal como fue expuesto al principio de esta columna, se está incumpliendo con la Ley Federal de las Entidades Paraestatales y con el Estatuto Orgánico del Fondo de Cultura Económica. ¿Será que ni los propios dirigentes del Fondo conocen su propio marco normativo? ¿Estarán muy ocupados esperando a que Paco salga del baño?

No tengo nada en contra de Taibo II, lo respeto, me gusta como escribe y, aunque no me gusta como habla, estoy seguro de que puede ser un buen director general del FCE. Con lo que no puedo estar de acuerdo y me siento obligado a señalar a viva voz, es con utilizar un ideal o una visión como justificación para violar la ley.

Tenemos que ser congruentes. Si permitimos que a la ley se la metan doblada, entonces los demás no tenemos ninguna esperanza.


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