/ lunes 28 de septiembre de 2020

El juez del feminismo

Cada mujer que ha abrazado el feminismo tiene su propia historia y su propio proceso; todas hemos adquirido un aprendizaje analítico y diagnóstico para explicarnos los orígenes de la discriminación de las mujeres por serlo, somos alumnas de las filósofas que nos ilustraron sobre el estudio de la historia del patriarcado y su influencia sistémica en las sociedades; las claves para nuestra emancipación y empoderamiento necesariamente nos educa a ser analíticas, objetivas e insumisas; los derechos de las mujeres son derechos humanos y desde ese enfoque somos individuas libres, hacedoras de la igualdad real, objetiva, plena, sustantiva.


Cuando una mujer se define como feminista lo hace desde su derecho inalienable de ser lo que quiere ser. Casi puedo asegurar que por serlo, la mayoría sufrió humillación, discriminación y menosprecio desde el género masculino. Y se explica porque para los hombres tradicionales, conservadores y machistas, somos insoportables, radicales, por decir lo menos. Pero lo que si raya en el absurdo es que un señor, siendo a todas luces chapado a la antigua, se ponga el feministómetro en el dedo índice y diga quién es feminista y quién no lo es.


Por sus hechos le conoceréis. En este gobierno hay un desprecio a las mujeres pobres a quienes se dejó sin estancias infantiles; se culpa a las mujeres que trabajan o se divorcian como responsables de la disfunción familiar; se responsabiliza a las madres de no darle una reprimenda a quienes son delincuentes para que dejen de delinquir; por el contrario, no asume ninguna responsabilidad sobre el crecimiento e impunidad del feminicidio; y dice que las llamadas de auxilio del 911 son falsas porque la familia mexicana es excepcional y ejemplo de convivencia, el núcleo humano más fraterno, cuando las encuestas sobre las relaciones en el hogar, dos tercios de mujeres señalan haber sufrido algún tipo de violencia por parte de su pareja, y peor: durante el confinamiento por la pandemia las mujeres padecieron indefensas mayor violencia.


El Presidente señala que los conservadores se disfrazan de feministas; y la respuesta gubernamental a la marcha y el paro del 8Marzo y 9Marzo es la campaña pidiendo a los hombres violentos que respiren hasta diez y que no pierdan la paciencia.


Como ningún otro mandatario, programas y presupuestos etiquetados a favor de derechos de las mujeres han sido minimizados, desaparecidos, o sustituidos por programas de dádivas filantrópicas con claros fines electorales. No basta que alguna mujer feminista desde el gobierno se esfuerce por enmendarle sólo la retórica a su jefe si en los hechos no influye contra los recortes del presupuesto que necesita ejecutar para continuar con las políticas públicas que se han logrado en años anteriores, la realidad se le impondrá. Entiéndase, esas decisiones contravienen el principio de la perspectiva de género que establece que una política pública a favor de los derechos humanos, no puede sufrir retrocesos.


El Presidente definitivamente no conecta con las mujeres, particularmente desprecia a quienes exigen ser reconocidas como sujetas de derechos, y la verdad no tiene convicción para protegerles en sus derechos. Véase: cada vez le sube al tono de la descalificación: conservadoras; muy conservadoras; hipócritas; infiltradas; no son feministas. Y luego dice “por respeto a las mujeres no nos metemos en ese tema”.

Defensora de derechos humanos

Cada mujer que ha abrazado el feminismo tiene su propia historia y su propio proceso; todas hemos adquirido un aprendizaje analítico y diagnóstico para explicarnos los orígenes de la discriminación de las mujeres por serlo, somos alumnas de las filósofas que nos ilustraron sobre el estudio de la historia del patriarcado y su influencia sistémica en las sociedades; las claves para nuestra emancipación y empoderamiento necesariamente nos educa a ser analíticas, objetivas e insumisas; los derechos de las mujeres son derechos humanos y desde ese enfoque somos individuas libres, hacedoras de la igualdad real, objetiva, plena, sustantiva.


Cuando una mujer se define como feminista lo hace desde su derecho inalienable de ser lo que quiere ser. Casi puedo asegurar que por serlo, la mayoría sufrió humillación, discriminación y menosprecio desde el género masculino. Y se explica porque para los hombres tradicionales, conservadores y machistas, somos insoportables, radicales, por decir lo menos. Pero lo que si raya en el absurdo es que un señor, siendo a todas luces chapado a la antigua, se ponga el feministómetro en el dedo índice y diga quién es feminista y quién no lo es.


Por sus hechos le conoceréis. En este gobierno hay un desprecio a las mujeres pobres a quienes se dejó sin estancias infantiles; se culpa a las mujeres que trabajan o se divorcian como responsables de la disfunción familiar; se responsabiliza a las madres de no darle una reprimenda a quienes son delincuentes para que dejen de delinquir; por el contrario, no asume ninguna responsabilidad sobre el crecimiento e impunidad del feminicidio; y dice que las llamadas de auxilio del 911 son falsas porque la familia mexicana es excepcional y ejemplo de convivencia, el núcleo humano más fraterno, cuando las encuestas sobre las relaciones en el hogar, dos tercios de mujeres señalan haber sufrido algún tipo de violencia por parte de su pareja, y peor: durante el confinamiento por la pandemia las mujeres padecieron indefensas mayor violencia.


El Presidente señala que los conservadores se disfrazan de feministas; y la respuesta gubernamental a la marcha y el paro del 8Marzo y 9Marzo es la campaña pidiendo a los hombres violentos que respiren hasta diez y que no pierdan la paciencia.


Como ningún otro mandatario, programas y presupuestos etiquetados a favor de derechos de las mujeres han sido minimizados, desaparecidos, o sustituidos por programas de dádivas filantrópicas con claros fines electorales. No basta que alguna mujer feminista desde el gobierno se esfuerce por enmendarle sólo la retórica a su jefe si en los hechos no influye contra los recortes del presupuesto que necesita ejecutar para continuar con las políticas públicas que se han logrado en años anteriores, la realidad se le impondrá. Entiéndase, esas decisiones contravienen el principio de la perspectiva de género que establece que una política pública a favor de los derechos humanos, no puede sufrir retrocesos.


El Presidente definitivamente no conecta con las mujeres, particularmente desprecia a quienes exigen ser reconocidas como sujetas de derechos, y la verdad no tiene convicción para protegerles en sus derechos. Véase: cada vez le sube al tono de la descalificación: conservadoras; muy conservadoras; hipócritas; infiltradas; no son feministas. Y luego dice “por respeto a las mujeres no nos metemos en ese tema”.

Defensora de derechos humanos