/ domingo 19 de mayo de 2024

Entre piernas y telones / “Los empeños de una casa”

Si se pregunta uno qué tienen en común Sor Juana Inés de Cruz, Armando Manzanero, Miley Cyrus, el teatro musical, el bolero cubano y el tan popular karaoke, casi de manera automática uno respondería que nada. ¡No tienen nada en común!, pero…

Sí, un gran pero es la puesta en escena de “Los empeños de una casa”, que se presenta hasta hoy en el Palacio de las Bellas Artes, y que amalgama estas expresiones artísticas de manera tan efectiva que el resultado cautivó al público, que premió el montaje con una enorme ovación en su noche de estreno.

En el marco del 90 aniversario de la inauguración del hermoso teatro blanquito –como pícaramente lo llamaba el siempre recordado José Antonio Alcaraz-- la Compañía Nacional de Teatro (CNT) monta por primera vez un texto de Sor Juana, en una propuesta adaptada y dirigida por Aurora Cano, para la cual el calificativo genial se queda corto.

La también actual directora de la CNT se ha lanzado con todo para traer a escena este texto estrenado en 1683, hace cerca de tres siglos y medio y hacerlo cercano al público de este aún reciente siglo XXI.

La puesta en escena inicia con una breve aparición de Sor Juana y la virreina Lysi, quien le pide que le escriba una comedia. Entonces la poetisa se lanza a la creación…

Una creación que si bien mantiene la trama en su época original, con el lenguaje propio de esos tiempos, sucede en un montaje absolutamente actual. Lo primero que hay que destacar es la inclusión de otros textos de la misma Sor Juana, que refuerzan la anécdota central. Una maravilla escuchar, entre otros, Al ingrato que me deja, busco amante… Y mejor todavía es ver que ninguno se siente forzado. Sino que fluyen perfectamente con los diálogos.

Lo mismo sucede con las canciones. Este es el segundo gran hallazgo. Incluir conocidísimos boleros que transforman el montaje en un musical, en el que la trama se cuenta con diálogos, música, bailes, canciones. Todo entrelazado con precisión, y con tan buen tino que provocan risas y aplausos y cierran magistralmente las escenas, que son coreadas por los espectadores haciendo de Bellas Artes un gran karaoke, mientras se entonan “Piel canela”, “Esta tarde vi llover”, “Historia de un amor”, “Quizás, quizás, quizás”, entre otras.

A esto hay que sumar los diseños de escenográfica, iluminación y vestuario. Los dos primeros de Jesús Hernández, quien ha creado una especie de micro-universo, una plataforma circular, como la luna llena, que esconde puertas de las que emergen pequeños escenarios. Un verdadero alucine, como lo es también el hermoso vestuario de Jerildy Bosch.

Estupendo trabajo del equipo creativo que encabeza Aurora Cano, quien como bien se explica en el programa de mano “se ha especializado en la escenificación de paráfrasis de su autoría en torno a textos clásicos, entre ellas ‘Lady Hamlet’, ‘Cervantes versos Shakespeare’, ‘Moscú’ y ‘Ariadna en Naxos’”.

En este caso no es una paráfrasis, sino una versión libre, muy atinada que conserva el espíritu del original, lo refresca y acerca a un público de hoy.

También hay que reconocer la gran labor del resto de creativos: Maricela Estrada (maquillaje y peinados); Raúl Munguía (video); Yurief Nieves (diseño sonoro y música incidental; la primera tarea junto con la misma directora; y la segunda con Carlos Matus y Edwin Tovar. Y ellos tres los músicos también de escena).

Y por supuesto todo al servicio de un elenco brillante, potente, exacto, a quienes por falta de espacio sólo enlistaré: Óscar Narváez, Érika de la Llave, Marco Antonio García, Jorge León, Adriana Reséndiz, Fernando Bueno, Nicté del Carmen, Mireya González, Irene Repeto, Fernando Sakanassi, Zabdi Blanco, Federico Lozano, Shadé Ríos y Mariana Villaseñor. ¡Vaya una ovación para el trabajo de todos!

“Los empeños de una casa” ofreció, en esta temporada de estreno, sólo tres funciones en el Palacio de las Bellas Artes, mismas que hoy domingo terminan. Confiemos en que este gran montaje (en todos los sentidos) regrese pronto a cartelera. Un maravilloso espectáculo que debe ser visto por todo mundo y en todo el mundo.

Si se pregunta uno qué tienen en común Sor Juana Inés de Cruz, Armando Manzanero, Miley Cyrus, el teatro musical, el bolero cubano y el tan popular karaoke, casi de manera automática uno respondería que nada. ¡No tienen nada en común!, pero…

Sí, un gran pero es la puesta en escena de “Los empeños de una casa”, que se presenta hasta hoy en el Palacio de las Bellas Artes, y que amalgama estas expresiones artísticas de manera tan efectiva que el resultado cautivó al público, que premió el montaje con una enorme ovación en su noche de estreno.

En el marco del 90 aniversario de la inauguración del hermoso teatro blanquito –como pícaramente lo llamaba el siempre recordado José Antonio Alcaraz-- la Compañía Nacional de Teatro (CNT) monta por primera vez un texto de Sor Juana, en una propuesta adaptada y dirigida por Aurora Cano, para la cual el calificativo genial se queda corto.

La también actual directora de la CNT se ha lanzado con todo para traer a escena este texto estrenado en 1683, hace cerca de tres siglos y medio y hacerlo cercano al público de este aún reciente siglo XXI.

La puesta en escena inicia con una breve aparición de Sor Juana y la virreina Lysi, quien le pide que le escriba una comedia. Entonces la poetisa se lanza a la creación…

Una creación que si bien mantiene la trama en su época original, con el lenguaje propio de esos tiempos, sucede en un montaje absolutamente actual. Lo primero que hay que destacar es la inclusión de otros textos de la misma Sor Juana, que refuerzan la anécdota central. Una maravilla escuchar, entre otros, Al ingrato que me deja, busco amante… Y mejor todavía es ver que ninguno se siente forzado. Sino que fluyen perfectamente con los diálogos.

Lo mismo sucede con las canciones. Este es el segundo gran hallazgo. Incluir conocidísimos boleros que transforman el montaje en un musical, en el que la trama se cuenta con diálogos, música, bailes, canciones. Todo entrelazado con precisión, y con tan buen tino que provocan risas y aplausos y cierran magistralmente las escenas, que son coreadas por los espectadores haciendo de Bellas Artes un gran karaoke, mientras se entonan “Piel canela”, “Esta tarde vi llover”, “Historia de un amor”, “Quizás, quizás, quizás”, entre otras.

A esto hay que sumar los diseños de escenográfica, iluminación y vestuario. Los dos primeros de Jesús Hernández, quien ha creado una especie de micro-universo, una plataforma circular, como la luna llena, que esconde puertas de las que emergen pequeños escenarios. Un verdadero alucine, como lo es también el hermoso vestuario de Jerildy Bosch.

Estupendo trabajo del equipo creativo que encabeza Aurora Cano, quien como bien se explica en el programa de mano “se ha especializado en la escenificación de paráfrasis de su autoría en torno a textos clásicos, entre ellas ‘Lady Hamlet’, ‘Cervantes versos Shakespeare’, ‘Moscú’ y ‘Ariadna en Naxos’”.

En este caso no es una paráfrasis, sino una versión libre, muy atinada que conserva el espíritu del original, lo refresca y acerca a un público de hoy.

También hay que reconocer la gran labor del resto de creativos: Maricela Estrada (maquillaje y peinados); Raúl Munguía (video); Yurief Nieves (diseño sonoro y música incidental; la primera tarea junto con la misma directora; y la segunda con Carlos Matus y Edwin Tovar. Y ellos tres los músicos también de escena).

Y por supuesto todo al servicio de un elenco brillante, potente, exacto, a quienes por falta de espacio sólo enlistaré: Óscar Narváez, Érika de la Llave, Marco Antonio García, Jorge León, Adriana Reséndiz, Fernando Bueno, Nicté del Carmen, Mireya González, Irene Repeto, Fernando Sakanassi, Zabdi Blanco, Federico Lozano, Shadé Ríos y Mariana Villaseñor. ¡Vaya una ovación para el trabajo de todos!

“Los empeños de una casa” ofreció, en esta temporada de estreno, sólo tres funciones en el Palacio de las Bellas Artes, mismas que hoy domingo terminan. Confiemos en que este gran montaje (en todos los sentidos) regrese pronto a cartelera. Un maravilloso espectáculo que debe ser visto por todo mundo y en todo el mundo.