/ martes 29 de diciembre de 2020

Hay esperanza

Pablo Bejarano Torrecillas* / Coordinador administrativo de la Facultad de Estudios Globales, Universidad Anáhuac México.

Dos semanas más y se termina un año que sin duda todos aquellos a quienes nos tocó vivirlo, quedará grabado en nuestras memorias. A primera instancia hay quienes por un sentimiento de impulsividad cataloguemos al 2020 como uno de los peores años que nos ha tocado vivir, pero ¿es de verdad el peor? No te confundas, los hechos no se pueden negar, es más, ni siquiera se pueden interpretar. ¿Cómo puedes interpretar o tratar de interpretar que, de acuerdo con los datos presentados por la CEPAL, la crisis por COVID es la peor que se ha vivido en América Latina en los últimos 120 años? ¿cómo puedes interpretar la existencia, tan sólo en México, del millón 277 mil 499 casos de infección y las 115 mil 796 muertes? Simple y llanamente son hechos pasados mismos que no se pueden cambiar, sin embargo, lo que sí se puede cambiar son aquellos presentes continuos. El 2020 nos ha demostrado que entre más grandes y poderosos nos sentimos como seres humanos, puede aparecer un ser invisible a simple vista y generar pánico mundial, pero no todo es tan malo.

Dentro de lo negativo que puede aparentar ser el 2020, si nos fijamos detenidamente y analizamos con paciencia y dejando un poco de lado aquella impulsividad de la que hablábamos anteriormente, podemos darnos cuenta de algunas cosas positivas.

En primer lugar, el inicio del fin; es decir, la vacuna. Es verdad que la presentación del plan de acción de vacunación dejó mucho que desear en términos logísticos para la aplicación de esta, es una realidad que se está haciendo el esfuerzo para poder acabar lo más rápido posible con este virus que nos ha tenido en guardia la gran mayor parte del año. Pero hay algo inquietante, exigimos, demandamos, criticamos y se vale, pues es parte de nuestros derechos de libertad de expresión y nos olvidamos como sociedad de nuestras obligaciones, que en este caso están enmarcadas con un mayor grado de responsabilidad social y empatía. Nos quejamos de la pandemia, nos impresionamos de los contagios, de las muertes, del mal manejo de esta por las autoridades, pero en ningún momento nos volteamos a ver a nosotros como sociedad al ver que más del 60% de los contagios se dan por reuniones y/o fiestas que se siguen haciendo, para exigir hay que ser coherentes.

En segundo lugar, nuestra economía más concretamente la inversión extranjera directa e indirecta (IED, IEI). En últimas fechas se ha estado hablando mucho del outsourcing y los impactos que la desaparición de éste puede generar en el país. Efectos, tendría. La pregunta es ¿negativos? Estrictamente hablando y si se hace lo que se debería, no lo que se les ocurra con fines políticos, recordemos que si bien el TEMEC no tiene un rubro específico que trate de este tema, sí lo expresa en lo que normalmente conocemos como letras chiquitas, en cualquier contrato, en este caso tratado comercial ya que se busca que los miembros se comprometan a no discriminar en materia laboral, esto implica que cualquier quema personal, de outsourcing, usado para diferenciar los salarios en las empresas que comercialicen entre los tres países en cuestión pudiera caer dentro del Panel de expertos que se encargaría de investigar una posible violación a los derechos laborales y créanme, sí algo estará extremadamente pendiente el Presidente electo de EE.UU. es de este tema ya que él y su partido fueron los principales promotores. Ahora bien, la IED e IEI es un aspecto positivo que podemos analizar, muchos pensarán, pero, se están yendo, ahí está Best Buy, sin embargo, es un caso especial de una empresa que no supo adaptarse, desde mi punto de vista a un mercado tan complejo como lo es el mexicano. A pesar de todo, México continúa siendo, tal y como lo expresaron el panel de expertos en el foro Invertir en México: “México sigue siendo la gran apuesta de América para las inversiones”, siempre y cuando se cumpla lo prometido, que en este caso son los 228 mil millones de pesos de infraestructura entre carreteras, puertos, ferrovías, agua potable, energías (esperemos renovales y limpias, por el bien de la relación bilateral con EE.UU.).

Puntos positivos hay, al igual que esperanza de que México puede y va a mejorar. Aunque sí una gran mayoría, no todo depende de nuestros gobernantes. Debemos de exigir, debemos de criticar, pero sobre todo, si queremos nuestros derechos, recordemos que debemos cumplir con nuestras obligaciones como mexicanos y eso, depende de cada uno.

Pablo Bejarano Torrecillas* / Coordinador administrativo de la Facultad de Estudios Globales, Universidad Anáhuac México.

Dos semanas más y se termina un año que sin duda todos aquellos a quienes nos tocó vivirlo, quedará grabado en nuestras memorias. A primera instancia hay quienes por un sentimiento de impulsividad cataloguemos al 2020 como uno de los peores años que nos ha tocado vivir, pero ¿es de verdad el peor? No te confundas, los hechos no se pueden negar, es más, ni siquiera se pueden interpretar. ¿Cómo puedes interpretar o tratar de interpretar que, de acuerdo con los datos presentados por la CEPAL, la crisis por COVID es la peor que se ha vivido en América Latina en los últimos 120 años? ¿cómo puedes interpretar la existencia, tan sólo en México, del millón 277 mil 499 casos de infección y las 115 mil 796 muertes? Simple y llanamente son hechos pasados mismos que no se pueden cambiar, sin embargo, lo que sí se puede cambiar son aquellos presentes continuos. El 2020 nos ha demostrado que entre más grandes y poderosos nos sentimos como seres humanos, puede aparecer un ser invisible a simple vista y generar pánico mundial, pero no todo es tan malo.

Dentro de lo negativo que puede aparentar ser el 2020, si nos fijamos detenidamente y analizamos con paciencia y dejando un poco de lado aquella impulsividad de la que hablábamos anteriormente, podemos darnos cuenta de algunas cosas positivas.

En primer lugar, el inicio del fin; es decir, la vacuna. Es verdad que la presentación del plan de acción de vacunación dejó mucho que desear en términos logísticos para la aplicación de esta, es una realidad que se está haciendo el esfuerzo para poder acabar lo más rápido posible con este virus que nos ha tenido en guardia la gran mayor parte del año. Pero hay algo inquietante, exigimos, demandamos, criticamos y se vale, pues es parte de nuestros derechos de libertad de expresión y nos olvidamos como sociedad de nuestras obligaciones, que en este caso están enmarcadas con un mayor grado de responsabilidad social y empatía. Nos quejamos de la pandemia, nos impresionamos de los contagios, de las muertes, del mal manejo de esta por las autoridades, pero en ningún momento nos volteamos a ver a nosotros como sociedad al ver que más del 60% de los contagios se dan por reuniones y/o fiestas que se siguen haciendo, para exigir hay que ser coherentes.

En segundo lugar, nuestra economía más concretamente la inversión extranjera directa e indirecta (IED, IEI). En últimas fechas se ha estado hablando mucho del outsourcing y los impactos que la desaparición de éste puede generar en el país. Efectos, tendría. La pregunta es ¿negativos? Estrictamente hablando y si se hace lo que se debería, no lo que se les ocurra con fines políticos, recordemos que si bien el TEMEC no tiene un rubro específico que trate de este tema, sí lo expresa en lo que normalmente conocemos como letras chiquitas, en cualquier contrato, en este caso tratado comercial ya que se busca que los miembros se comprometan a no discriminar en materia laboral, esto implica que cualquier quema personal, de outsourcing, usado para diferenciar los salarios en las empresas que comercialicen entre los tres países en cuestión pudiera caer dentro del Panel de expertos que se encargaría de investigar una posible violación a los derechos laborales y créanme, sí algo estará extremadamente pendiente el Presidente electo de EE.UU. es de este tema ya que él y su partido fueron los principales promotores. Ahora bien, la IED e IEI es un aspecto positivo que podemos analizar, muchos pensarán, pero, se están yendo, ahí está Best Buy, sin embargo, es un caso especial de una empresa que no supo adaptarse, desde mi punto de vista a un mercado tan complejo como lo es el mexicano. A pesar de todo, México continúa siendo, tal y como lo expresaron el panel de expertos en el foro Invertir en México: “México sigue siendo la gran apuesta de América para las inversiones”, siempre y cuando se cumpla lo prometido, que en este caso son los 228 mil millones de pesos de infraestructura entre carreteras, puertos, ferrovías, agua potable, energías (esperemos renovales y limpias, por el bien de la relación bilateral con EE.UU.).

Puntos positivos hay, al igual que esperanza de que México puede y va a mejorar. Aunque sí una gran mayoría, no todo depende de nuestros gobernantes. Debemos de exigir, debemos de criticar, pero sobre todo, si queremos nuestros derechos, recordemos que debemos cumplir con nuestras obligaciones como mexicanos y eso, depende de cada uno.