/ martes 5 de mayo de 2020

Kuauhtli

Por: Mariana González Araujo

Para 2020, a más tardar, las personas tendrán conciencia del valor de la biodiversidad y de los pasos que pueden seguir para su conservación y utilización sostenible.

Así, se lee la Meta 1 del Plan Estratégico para la Diversidad Biológica 2011-2020, que con 20 metas, conocidas como Metas de Aichi y, cinco objetivos estratégicos, enmarcan la acción de los países parte para cuidar a todos los seres vivos.

Escritas mucho antes de la contingencia sanitaria, estas metas hoy nos recuerdan no solo los compromisos internacionales, sino la relación que guarda la diversidad biológica y nuestra salud.

Ejemplo de ésta relación, es la condición del águila real en México. Ícono de nuestro país, hoy amenazado por la pérdida de su hábitat, la disminución de presas y de lugares para anidar. De acuerdo con la PROFEPA, las causas principales de esta degradación son: la agricultura, la ganadería extensiva y la urbanización.

En variedad de artículos, hemos leído que este tipo de degradación de la biodiversidad, realizada para crear monocultivos o construir edificios encima de áreas naturales, acota sus hábitats, lo cual, ha creado las condiciones idóneas para el contagio de enfermedades zoonóticas, de transmisión animal a humana.

Si entendemos que al afectar su casa, afectamos la nuestra, entonces entendemos que al deforestar o provocar incendios forestales, por ejemplo, estamos aumentando el CO2 y disminuyendo la calidad del aire, provocando contingencias ambientales que también nos hacen quedarnos en casa, como la que vivimos justo hace un año en el Valle de México.

Si cambiamos la superficie de nuestros ecosistemas, también modificamos nuestros suelos y subsuelos. Pues, la erosión de nuestras tierras, derivará en la falta de nutrientes de nuestros alimentos y, la falta de árboles, se traducirá en la escasez de agua en nuestros mantos acuíferos.

Por ello, es necesario enfocar nuestros esfuerzos en mejorar nuestra calidad de vida, de nuestro aire y nuestras fuentes de agua, y para esto, la creatividad será fundamental. Ya que, como lo ha dicho Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, el mundo va a tener cambios duraderos y una de las apuestas será incentivar la producción regional de alimentos.

México, megadiverso y creativo, puede comenzar su camino en la región con una fuente incalculable de patrimonio cultural, tangible e intangible, aprovechando plataformas como la que impulsa el BID, con la economía creativa e inspirándose en la riqueza que tiene, al ser uno de los 12 países megadiversos en el mundo (CONABIO).

El primer paso, siguiendo las Metas de Aichi, es tener conciencia del valor de la biodiversidad en México. Reconociendo a la biodiversidad como parte de nuestra identidad y nuestros símbolos patrios.

Apreciar, con conciencia, al águila real – que aún podemos encontrar en las sierras Madres y en la península de Baja California - devorando una serpiente de cascabel, encima de una cactácea conocida como nopal, siendo México el centro de diversidad de ambos, serpiente y nopal.

Para 2020, a más tardar, Kuauhtli (águila, en náhuatl) nos debe inspirar para que nuestros símbolos ,y nosotros, sigamos conviviendo juntos. Ahora, más conscientes y resilientes.


Profesora de Medio Ambiente, Facultad de Estudios Globales, Universidad Anáhuac México

Por: Mariana González Araujo

Para 2020, a más tardar, las personas tendrán conciencia del valor de la biodiversidad y de los pasos que pueden seguir para su conservación y utilización sostenible.

Así, se lee la Meta 1 del Plan Estratégico para la Diversidad Biológica 2011-2020, que con 20 metas, conocidas como Metas de Aichi y, cinco objetivos estratégicos, enmarcan la acción de los países parte para cuidar a todos los seres vivos.

Escritas mucho antes de la contingencia sanitaria, estas metas hoy nos recuerdan no solo los compromisos internacionales, sino la relación que guarda la diversidad biológica y nuestra salud.

Ejemplo de ésta relación, es la condición del águila real en México. Ícono de nuestro país, hoy amenazado por la pérdida de su hábitat, la disminución de presas y de lugares para anidar. De acuerdo con la PROFEPA, las causas principales de esta degradación son: la agricultura, la ganadería extensiva y la urbanización.

En variedad de artículos, hemos leído que este tipo de degradación de la biodiversidad, realizada para crear monocultivos o construir edificios encima de áreas naturales, acota sus hábitats, lo cual, ha creado las condiciones idóneas para el contagio de enfermedades zoonóticas, de transmisión animal a humana.

Si entendemos que al afectar su casa, afectamos la nuestra, entonces entendemos que al deforestar o provocar incendios forestales, por ejemplo, estamos aumentando el CO2 y disminuyendo la calidad del aire, provocando contingencias ambientales que también nos hacen quedarnos en casa, como la que vivimos justo hace un año en el Valle de México.

Si cambiamos la superficie de nuestros ecosistemas, también modificamos nuestros suelos y subsuelos. Pues, la erosión de nuestras tierras, derivará en la falta de nutrientes de nuestros alimentos y, la falta de árboles, se traducirá en la escasez de agua en nuestros mantos acuíferos.

Por ello, es necesario enfocar nuestros esfuerzos en mejorar nuestra calidad de vida, de nuestro aire y nuestras fuentes de agua, y para esto, la creatividad será fundamental. Ya que, como lo ha dicho Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, el mundo va a tener cambios duraderos y una de las apuestas será incentivar la producción regional de alimentos.

México, megadiverso y creativo, puede comenzar su camino en la región con una fuente incalculable de patrimonio cultural, tangible e intangible, aprovechando plataformas como la que impulsa el BID, con la economía creativa e inspirándose en la riqueza que tiene, al ser uno de los 12 países megadiversos en el mundo (CONABIO).

El primer paso, siguiendo las Metas de Aichi, es tener conciencia del valor de la biodiversidad en México. Reconociendo a la biodiversidad como parte de nuestra identidad y nuestros símbolos patrios.

Apreciar, con conciencia, al águila real – que aún podemos encontrar en las sierras Madres y en la península de Baja California - devorando una serpiente de cascabel, encima de una cactácea conocida como nopal, siendo México el centro de diversidad de ambos, serpiente y nopal.

Para 2020, a más tardar, Kuauhtli (águila, en náhuatl) nos debe inspirar para que nuestros símbolos ,y nosotros, sigamos conviviendo juntos. Ahora, más conscientes y resilientes.


Profesora de Medio Ambiente, Facultad de Estudios Globales, Universidad Anáhuac México