/ miércoles 8 de agosto de 2018

La importancia de las artes

El pragmatismo en nuestros días tiene ventajas que saltan a la vista, lo mismo en la velocidad de la comunicación, la tecnología médica o las comodidades por doquier. Sin embargo, se corre el inmenso peligro de reducir todo nuestro entendimiento a lo que es “Práctico” o más aún suponer que lo práctico es solo lo tangible, medible y cuantificable.

La naturaleza humana y la vida misma, tienen aspectos inasibles que son tan o más importantes que lo concreto. El ser humano, al convertirse en hacedor de signos y símbolos crea un mundo propio. No hay civilización alguna, que pueda prescindir de los símbolos ni de su interacción. Justo eso hacen las artes: resignifican la realidad, no para volverla más lejana, sino que, mostrando su complejidad nos acercan a lo más importante la sensibilidad y la intuición, donde corroboramos que como seres humanos estamos incompletos, que nuestra visión de la realidad no es la única y con ello, justo por ello, logramos algo fundamental: entendemos que hay un prójimo y tenemos la necesidad de él para completarnos.

El prójimo, entendido este como otra persona que comparte tiempo, espacio, dolores y esperanzas junto con nosotros, entonces el arte se vuelve comunitario y podemos cantar y emocionarnos con la misma canción, sorprendernos por igual con una buena obra de teatro o intrigarnos sin importar raza, condición social o edad, con una pintura de Dalí.

Por ello, la formación artística desde la educación básica hasta la educación superior debe ser piedra angular, vista como algo central para los estudiantes y no como un “mero relleno”, desarrollar las artes es ampliar nuestro sentido de humanidad, más aún, desarrollar las artes es devolverle a la humanidad un sentido de esperanza.

Las universidades ayudar a la creación de artistas, el gran reto es que los productos culturales salgan más allá de las paredes universitarias y lleguen a la calle: a las plazas, centros comunitarios, hospitales, albergues, cárceles. Entonces veremos que la transformación que realiza el arte sobre las personas en tan tangible y real como levantar una barda de ladrillos. El arte construye el puente para dialogar consigo mismo, pero sobre todo es el tránsito para encontrarnos con el prójimo y dejarlo de verlo como “el otro”.


Rector de la Universidad Autónoma de Chihuahua


El pragmatismo en nuestros días tiene ventajas que saltan a la vista, lo mismo en la velocidad de la comunicación, la tecnología médica o las comodidades por doquier. Sin embargo, se corre el inmenso peligro de reducir todo nuestro entendimiento a lo que es “Práctico” o más aún suponer que lo práctico es solo lo tangible, medible y cuantificable.

La naturaleza humana y la vida misma, tienen aspectos inasibles que son tan o más importantes que lo concreto. El ser humano, al convertirse en hacedor de signos y símbolos crea un mundo propio. No hay civilización alguna, que pueda prescindir de los símbolos ni de su interacción. Justo eso hacen las artes: resignifican la realidad, no para volverla más lejana, sino que, mostrando su complejidad nos acercan a lo más importante la sensibilidad y la intuición, donde corroboramos que como seres humanos estamos incompletos, que nuestra visión de la realidad no es la única y con ello, justo por ello, logramos algo fundamental: entendemos que hay un prójimo y tenemos la necesidad de él para completarnos.

El prójimo, entendido este como otra persona que comparte tiempo, espacio, dolores y esperanzas junto con nosotros, entonces el arte se vuelve comunitario y podemos cantar y emocionarnos con la misma canción, sorprendernos por igual con una buena obra de teatro o intrigarnos sin importar raza, condición social o edad, con una pintura de Dalí.

Por ello, la formación artística desde la educación básica hasta la educación superior debe ser piedra angular, vista como algo central para los estudiantes y no como un “mero relleno”, desarrollar las artes es ampliar nuestro sentido de humanidad, más aún, desarrollar las artes es devolverle a la humanidad un sentido de esperanza.

Las universidades ayudar a la creación de artistas, el gran reto es que los productos culturales salgan más allá de las paredes universitarias y lleguen a la calle: a las plazas, centros comunitarios, hospitales, albergues, cárceles. Entonces veremos que la transformación que realiza el arte sobre las personas en tan tangible y real como levantar una barda de ladrillos. El arte construye el puente para dialogar consigo mismo, pero sobre todo es el tránsito para encontrarnos con el prójimo y dejarlo de verlo como “el otro”.


Rector de la Universidad Autónoma de Chihuahua