/ lunes 19 de agosto de 2019

Los cambios a construir desde FUTURO21

Ni siquiera quienes no votaron por López Obrador puede cuestionar el resultado de la elección de 2018 y la legalidad con que fue calificada por el INE, el cual paradójicamente, como el resto de los organismos autónomos, se encuentra en serio riesgo de desaparecer o ser minimizado.

Como lo he manifestado desde este espacio, tengo serias diferencias con AMLO; sin embargo, reafirmo dos cuestiones de las que estoy convencida: no pienso ni remotamente que el Presidente deba renunciar o que deba ser removido del cargo. No estoy de acuerdo con quienes lanzan esa consigna, incluso, creo absurdo que él mismo promueva la revocación de su mandato, ¿Y si la mayoría decide por la revocación? Estaríamos en un aprieto de constitucionalidad para el que ni el País, ni el marco jurídico están preparados.

También estoy convencida de que vivimos otra alternancia política y no un verdadero cambio, porque continua el mismo caos de gobiernos priistas; la diferencia que percibo es la autopromoción mañanera de López Obrador. Todas las mañanas lo escuchamos manipular la historia, desestimar los hechos, desvirtuar la realidad; todas las mañanas escuchamos a un hombre de fe y no a un hombre de Estado.

Por eso también estoy convencida que es un imperativo lograr el cambio que requiere nuestro país. Siempre he estado en la oposición, y desde aquí estoy integrada con mis compañeros y compañeras del PRD y de otras organizaciones políticas que buscaban su registro como partidos políticos, así como con personalidades que nunca han militado en un partido e integrantes de organizaciones civiles que a título personal concuerdan en que sigue pendiente el respeto al Estado de Derecho y el compromiso real con el desarrollo sostenible del país.

Esa es la razón por la que el próximo 24 de agosto, nos encontraremos en una Asamblea para presentar al país el Manifiesto a la Nación, por la República, por los derechos humanos, por el respeto al Estado Laico, por la insistencia de que se constituyan las corporaciones policiacas civiles y profesionalizadas, que sean confiables y que busquen jubilarse con honores.

No cejaremos en insistir que en México se debe respetar absolutamente el derecho a la información y a la libertad de expresión como premisas fundamentales de cualquier país democrático. Que las autoridades no pueden constreñir la protesta o la exigencia de justicia para las mujeres y, por supuesto, garantizar su derecho al acceso a una vida libre de violencia, y la no politización de materias como la Salud o la Educación.

Por eso me sumo a la transición hacia la construcción del partido que requiere nuestra democracia para no involucionar y para que la pluralidad de nuestra nación incida en que el Poder Legislativo sea realmente un contrapeso del poder presidencial.

En ese propósito, el PRD no puede ni debe ir solo, como tampoco el partido que surgirá desde el Proyecto Político FUTURO21. La oposición debe privilegiar un gran acuerdo por el bien de la República, del estado laico y de la democracia, para lograr que en el 2021 la Cámara de Diputados refleje realmente la composición plural de nuestra sociedad, y acotar la maldita hegemonía del partido único que puede, con ayuda de nuestra pasividad, retrocedernos a la peor época, no del echeverrismo, sino del diazordacismo.

Ni siquiera quienes no votaron por López Obrador puede cuestionar el resultado de la elección de 2018 y la legalidad con que fue calificada por el INE, el cual paradójicamente, como el resto de los organismos autónomos, se encuentra en serio riesgo de desaparecer o ser minimizado.

Como lo he manifestado desde este espacio, tengo serias diferencias con AMLO; sin embargo, reafirmo dos cuestiones de las que estoy convencida: no pienso ni remotamente que el Presidente deba renunciar o que deba ser removido del cargo. No estoy de acuerdo con quienes lanzan esa consigna, incluso, creo absurdo que él mismo promueva la revocación de su mandato, ¿Y si la mayoría decide por la revocación? Estaríamos en un aprieto de constitucionalidad para el que ni el País, ni el marco jurídico están preparados.

También estoy convencida de que vivimos otra alternancia política y no un verdadero cambio, porque continua el mismo caos de gobiernos priistas; la diferencia que percibo es la autopromoción mañanera de López Obrador. Todas las mañanas lo escuchamos manipular la historia, desestimar los hechos, desvirtuar la realidad; todas las mañanas escuchamos a un hombre de fe y no a un hombre de Estado.

Por eso también estoy convencida que es un imperativo lograr el cambio que requiere nuestro país. Siempre he estado en la oposición, y desde aquí estoy integrada con mis compañeros y compañeras del PRD y de otras organizaciones políticas que buscaban su registro como partidos políticos, así como con personalidades que nunca han militado en un partido e integrantes de organizaciones civiles que a título personal concuerdan en que sigue pendiente el respeto al Estado de Derecho y el compromiso real con el desarrollo sostenible del país.

Esa es la razón por la que el próximo 24 de agosto, nos encontraremos en una Asamblea para presentar al país el Manifiesto a la Nación, por la República, por los derechos humanos, por el respeto al Estado Laico, por la insistencia de que se constituyan las corporaciones policiacas civiles y profesionalizadas, que sean confiables y que busquen jubilarse con honores.

No cejaremos en insistir que en México se debe respetar absolutamente el derecho a la información y a la libertad de expresión como premisas fundamentales de cualquier país democrático. Que las autoridades no pueden constreñir la protesta o la exigencia de justicia para las mujeres y, por supuesto, garantizar su derecho al acceso a una vida libre de violencia, y la no politización de materias como la Salud o la Educación.

Por eso me sumo a la transición hacia la construcción del partido que requiere nuestra democracia para no involucionar y para que la pluralidad de nuestra nación incida en que el Poder Legislativo sea realmente un contrapeso del poder presidencial.

En ese propósito, el PRD no puede ni debe ir solo, como tampoco el partido que surgirá desde el Proyecto Político FUTURO21. La oposición debe privilegiar un gran acuerdo por el bien de la República, del estado laico y de la democracia, para lograr que en el 2021 la Cámara de Diputados refleje realmente la composición plural de nuestra sociedad, y acotar la maldita hegemonía del partido único que puede, con ayuda de nuestra pasividad, retrocedernos a la peor época, no del echeverrismo, sino del diazordacismo.