/ viernes 25 de agosto de 2023

México y América Latina: ¿crimen organizado de exportación?

Ecuador, y junto con ese gran país toda América Latina, se estremeció con el asesinato de Fernando Villavicencio, candidato presidencial y político cercano al Presidente Lasso. Este lamentable suceso pone de relieve una problemática real y por demás incómoda: la denominada “mexicanización” del crimen organizado en el hemisferio.

¿En qué consiste, pues, este fenómeno? ¿Qué hay de real y de mito? Hace unos meses, participé en un foro para hablar sobre la presencia de grupos delictivos de México en Centroamérica (aquí parte del video). Retomo algunos apuntes por considerarlos útiles para analizar la migración de grupos criminales mexicanos a escala regional.

La migración de grupos delictivos mexicanos a países de Latinoamérica no es un fenómeno nuevo. Desde hace, por lo menos, 14 años se ha dado esta dinámica, como consecuencia del combate al crimen organizado en México desde diciembre de 2006. Desde entonces, el submundo criminal en México ha tenido diversos cambios cualitativos, uno de ellos la fragmentación del submundo criminal, a causa de la dañina “kingpin strategy” –o decapitamiento de las organizaciones delictivas.

Dicho esto a manera de antecedente, no se puede entender la migración de grupos delictivos mexicanos a Latinoamérica sin esta fragmentación del submundo criminal en México. ¿Por qué, entonces, estos grupos delictivos han migrado a otros países de América Latina? Todo dependerá de cómo queramos aproximarnos a este problema, ya sea como un tema de contrainsurgencia o de antimafia. Me enfoco en la segunda opción.

El trabajo de académicos como Federico Varese resulta útil para analizar la migración de grupos delictivos mexicanos a Latinoamérica. Primero, es importante desmitificar la idea de que los grupos delictivos se mueven y se arraigan fácilmente entre países. En cambio, estos grupos a menudo se alejan de sus territorios de origen porque se ven obligados a hacerlo ante el embate gubernamental, y no se reubican por razones estratégicas –por ejemplo, para “conquistar” un territorio. Dicho de otro modo, la migración de los grupos criminales es más un signo de debilidad, que de fortaleza o ímpetu de expansión.

Así, el éxito de la migración de los grupos delictivos dependerá de la presencia de otros grupos criminales, y de la capacidad de éstos para ser competidores en el territorio receptor. Otros factores que favorecen esta migración criminal son: el tamaño de los mercados ilícitos, la capacidad institucional del gobierno o la existencia de economías ilícitas basadas en recursos naturales.

Una vez dada la migración criminal es frecuente que cárteles como Sinaloa o Jalisco Nueva Generación se vean en la necesidad de realizar alianzas con grupos criminales locales que, a su vez, replican tácticas violentas y eventualmente adquieren vida propia.

¿Qué hacer al respecto? Considerar al crimen organizado en Latinoamérica como un fenómeno mafioso, hará que pongamos atención, por ejemplo, a la construcción de instituciones de seguridad civiles –en apego a los derechos humanos– y al mejoramiento del sistema de procuración e impartición de justicia. Sólo así se podrá desarticular definitivamente al crimen organizado en su dimensión política y económica, sin las cuales sencillamente no podría existir.

Discanto: A quienes les ocupa estudiar el trumpismo en Estados Unidos, aquí una canción que puede abonar al análisis: “Rich Men North of Richmond”, de Oliver Anthony.

Consultor

Ecuador, y junto con ese gran país toda América Latina, se estremeció con el asesinato de Fernando Villavicencio, candidato presidencial y político cercano al Presidente Lasso. Este lamentable suceso pone de relieve una problemática real y por demás incómoda: la denominada “mexicanización” del crimen organizado en el hemisferio.

¿En qué consiste, pues, este fenómeno? ¿Qué hay de real y de mito? Hace unos meses, participé en un foro para hablar sobre la presencia de grupos delictivos de México en Centroamérica (aquí parte del video). Retomo algunos apuntes por considerarlos útiles para analizar la migración de grupos criminales mexicanos a escala regional.

La migración de grupos delictivos mexicanos a países de Latinoamérica no es un fenómeno nuevo. Desde hace, por lo menos, 14 años se ha dado esta dinámica, como consecuencia del combate al crimen organizado en México desde diciembre de 2006. Desde entonces, el submundo criminal en México ha tenido diversos cambios cualitativos, uno de ellos la fragmentación del submundo criminal, a causa de la dañina “kingpin strategy” –o decapitamiento de las organizaciones delictivas.

Dicho esto a manera de antecedente, no se puede entender la migración de grupos delictivos mexicanos a Latinoamérica sin esta fragmentación del submundo criminal en México. ¿Por qué, entonces, estos grupos delictivos han migrado a otros países de América Latina? Todo dependerá de cómo queramos aproximarnos a este problema, ya sea como un tema de contrainsurgencia o de antimafia. Me enfoco en la segunda opción.

El trabajo de académicos como Federico Varese resulta útil para analizar la migración de grupos delictivos mexicanos a Latinoamérica. Primero, es importante desmitificar la idea de que los grupos delictivos se mueven y se arraigan fácilmente entre países. En cambio, estos grupos a menudo se alejan de sus territorios de origen porque se ven obligados a hacerlo ante el embate gubernamental, y no se reubican por razones estratégicas –por ejemplo, para “conquistar” un territorio. Dicho de otro modo, la migración de los grupos criminales es más un signo de debilidad, que de fortaleza o ímpetu de expansión.

Así, el éxito de la migración de los grupos delictivos dependerá de la presencia de otros grupos criminales, y de la capacidad de éstos para ser competidores en el territorio receptor. Otros factores que favorecen esta migración criminal son: el tamaño de los mercados ilícitos, la capacidad institucional del gobierno o la existencia de economías ilícitas basadas en recursos naturales.

Una vez dada la migración criminal es frecuente que cárteles como Sinaloa o Jalisco Nueva Generación se vean en la necesidad de realizar alianzas con grupos criminales locales que, a su vez, replican tácticas violentas y eventualmente adquieren vida propia.

¿Qué hacer al respecto? Considerar al crimen organizado en Latinoamérica como un fenómeno mafioso, hará que pongamos atención, por ejemplo, a la construcción de instituciones de seguridad civiles –en apego a los derechos humanos– y al mejoramiento del sistema de procuración e impartición de justicia. Sólo así se podrá desarticular definitivamente al crimen organizado en su dimensión política y económica, sin las cuales sencillamente no podría existir.

Discanto: A quienes les ocupa estudiar el trumpismo en Estados Unidos, aquí una canción que puede abonar al análisis: “Rich Men North of Richmond”, de Oliver Anthony.

Consultor