/ domingo 26 de mayo de 2024

Mi mamá y el sexo / Sexo en la ciudad de México

“¿Deberíamos ver la tercera temporada de And Just Like that?”, fue lo primero que solté, sin ni siquiera saludar, cuando llegué a la mesa, donde ya me esperaban mis amigüis, en un nuevo restaurante de la colonia Roma.

Sabemos de moda, museos, viajes y comida, porque somos comunicadores. No porque pertenezcamos a la socialité. Hablamos de sexualidad, de relaciones erótico-afectivas y de diversidad sexual. Muy ocasionalmente, nos referimos a la genitalidad o a los orgasmos.

Lejos de lo que ocurre en series de televisión, como Sex and the City, no nos vemos con regularidad. Es aún más raro que podamos coincidir para almorzar o irnos de tragos para ordenar cocteles. Si se diera la ocasión, seguro pediríamos mezcal o cerveza. Tampoco nos vestimos con ropa de diseñador. En México, el salario de periodistas, escritores o publirrelacionistas no permitiría pagarlo.

“Comencé a leer a Candace Bushnell”, conté a mi grupo de confidentes. Ella escribió la columna original de "Sex and the City" que el periódico The New York Observer comenzó a publicar en 1994 y, dos años después, fueron recopiladas por su autora en un libro.

La columna cuenta sus propias experiencias y observaciones sobre la vida social y de citas románticas, en la ciudad de Nueva York.

“Me gustó el estilo narrativo de Bushnell. Su referencia a Breakfast at Tiffany's de Truman Capote cautivó mi atención con eso de: Nadie desayuna en Tiffany's y nadie tiene amores para recordar, en cambio, tenemos desayunos a las siete de la mañana y amores que intentamos olvidar lo más rápido posible”, les dije, sin detectar mayor entusiasmo por parte de mis escuchas.

“¿Mientras lees, dedicas un esfuerzo adicional a saber quién es Sarah Jessica Parker y quién, Kim Cattrall?”, lanza Fenny, con su particular ironía y su extraordinario conocimiento de la farándula. La serie de televisión está inspirada en el libro, pero los personajes de Carrie y Samantha definitivamente se construyeron frente a cámaras.

Espero que Franc diga algo sobre esos personajes que se presentaron, en 1998, en una serie que desafiaba el tabú de la sexualidad de ese tiempo. Sin embargo, me sorprende con su reflexión sobre cómo ese tipo programas televisivos —incluido el popular show de amigos Friends que comenzó a transmitirse en 1994— se presentaron para mejorar la imagen de una ciudad que se recuperaba de dos décadas de inseguridad y altas tasas de criminalidad.

“Nueva York volvió a florecer, a principios de 1990, por las políticas y las iniciativas sociales que encabezaba el alcalde Rudy Giuliani”, dice Franc. “No hay evidencia de que estas series, que presentan el glamour de vivir en Nueva York, hayan sido parte de una campaña de relaciones públicas, pero sin duda el gobierno de la ciudad facilitaba las filmaciones”.

Con esta revelación, Mar que ha permanecido en silencio, todo este tiempo, explota: “¿Entonces todo es un plan macabro para que todos compremos zapatillas Jimmy Choo?”.

Ni siquiera creo que fuera un plan para hablar de orgasmos. Hay tantas series de televisión que son un fracaso que no podemos negar que Sex and the City ofreció a los espectadores algo que necesitaban. A 20 años de que se transmitió el último episodio, por qué tendríamos que ver el reboot de ese show.

“Porque todos estamos envejeciendo”, dice Fenny.

Sin duda, ver And Just Like That sirve para resignificar la sexualidad en la adultez madura. Hablar de menopausia y de cómo enseñas sobre sexualidad a tus hijos/hijas sería lo esperado. Lo que resultó un tanto bizarro fue ver al personaje de Charlotte buscando condones, en medio de una tormenta de nieve, para que su hija adolescente pudiera tener relaciones protegidas.

Ahora que veo la serie original, nuevamente, e intento enganchare con los nuevos episodios, me doy cuenta de que es un programa que habla de sexo, pero no de sexualidad integral. Este nuevo enfoque de referirnos a las relaciones erótico-afectivas desde una óptica de derechos humanos y de autocuidado es hacia donde debemos dirigirnos.

“Escuchar a esa Carrie treintañera decir que busca al amor de su vida suena bastante tóxico, pero verla 20 años después repitiendo lo mismo, resulta absurdo”, dice Franc, antes de pedir su segundo expresso de la mañana.

En su primera etapa, el programa se refirió abiertamente a la diversidad sexual, no solo al presentar a una pareja homosexual, sino con el personaje de Samantha que vivía este enfoque de la sexualidad al que nos referimos. Es una mujer de 40 años abierta al autoerotismo y a las experiencias eróticas diversas y fluidas.

Samantha es la gran ausente en la nueva etapa del show. Quizá ella habría guiado mejor la narrativa de la nueva revolución sexual del siglo 21. A personajes como Miranda, que estaban encasillados en la heteronorma, presentarla ahora como una mujer madura que descubre sus preferencias lésbicas a los 56 años, algo perfectamente posible, parece muy apretado en un personaje como el que interpreta Cyntia Nixon.

“¿Entonces vemos o no la tercera temporada de And Just Like That?”. Insisto.

“Pues si tienes HBO Max, adelante”, dice Fenny y se sonríe con esa picardía que siempre le he admirado, dándome la respuesta que necesitaba… así de fácil.


*Delia Angélica Ortiz es periodista especializada en inclusión y diversidad.

delia angélica ortiz | LinkedIn

Deliareportera | Facebook

(5) angy ortiz (@angyortiz5) / Twitter


“¿Deberíamos ver la tercera temporada de And Just Like that?”, fue lo primero que solté, sin ni siquiera saludar, cuando llegué a la mesa, donde ya me esperaban mis amigüis, en un nuevo restaurante de la colonia Roma.

Sabemos de moda, museos, viajes y comida, porque somos comunicadores. No porque pertenezcamos a la socialité. Hablamos de sexualidad, de relaciones erótico-afectivas y de diversidad sexual. Muy ocasionalmente, nos referimos a la genitalidad o a los orgasmos.

Lejos de lo que ocurre en series de televisión, como Sex and the City, no nos vemos con regularidad. Es aún más raro que podamos coincidir para almorzar o irnos de tragos para ordenar cocteles. Si se diera la ocasión, seguro pediríamos mezcal o cerveza. Tampoco nos vestimos con ropa de diseñador. En México, el salario de periodistas, escritores o publirrelacionistas no permitiría pagarlo.

“Comencé a leer a Candace Bushnell”, conté a mi grupo de confidentes. Ella escribió la columna original de "Sex and the City" que el periódico The New York Observer comenzó a publicar en 1994 y, dos años después, fueron recopiladas por su autora en un libro.

La columna cuenta sus propias experiencias y observaciones sobre la vida social y de citas románticas, en la ciudad de Nueva York.

“Me gustó el estilo narrativo de Bushnell. Su referencia a Breakfast at Tiffany's de Truman Capote cautivó mi atención con eso de: Nadie desayuna en Tiffany's y nadie tiene amores para recordar, en cambio, tenemos desayunos a las siete de la mañana y amores que intentamos olvidar lo más rápido posible”, les dije, sin detectar mayor entusiasmo por parte de mis escuchas.

“¿Mientras lees, dedicas un esfuerzo adicional a saber quién es Sarah Jessica Parker y quién, Kim Cattrall?”, lanza Fenny, con su particular ironía y su extraordinario conocimiento de la farándula. La serie de televisión está inspirada en el libro, pero los personajes de Carrie y Samantha definitivamente se construyeron frente a cámaras.

Espero que Franc diga algo sobre esos personajes que se presentaron, en 1998, en una serie que desafiaba el tabú de la sexualidad de ese tiempo. Sin embargo, me sorprende con su reflexión sobre cómo ese tipo programas televisivos —incluido el popular show de amigos Friends que comenzó a transmitirse en 1994— se presentaron para mejorar la imagen de una ciudad que se recuperaba de dos décadas de inseguridad y altas tasas de criminalidad.

“Nueva York volvió a florecer, a principios de 1990, por las políticas y las iniciativas sociales que encabezaba el alcalde Rudy Giuliani”, dice Franc. “No hay evidencia de que estas series, que presentan el glamour de vivir en Nueva York, hayan sido parte de una campaña de relaciones públicas, pero sin duda el gobierno de la ciudad facilitaba las filmaciones”.

Con esta revelación, Mar que ha permanecido en silencio, todo este tiempo, explota: “¿Entonces todo es un plan macabro para que todos compremos zapatillas Jimmy Choo?”.

Ni siquiera creo que fuera un plan para hablar de orgasmos. Hay tantas series de televisión que son un fracaso que no podemos negar que Sex and the City ofreció a los espectadores algo que necesitaban. A 20 años de que se transmitió el último episodio, por qué tendríamos que ver el reboot de ese show.

“Porque todos estamos envejeciendo”, dice Fenny.

Sin duda, ver And Just Like That sirve para resignificar la sexualidad en la adultez madura. Hablar de menopausia y de cómo enseñas sobre sexualidad a tus hijos/hijas sería lo esperado. Lo que resultó un tanto bizarro fue ver al personaje de Charlotte buscando condones, en medio de una tormenta de nieve, para que su hija adolescente pudiera tener relaciones protegidas.

Ahora que veo la serie original, nuevamente, e intento enganchare con los nuevos episodios, me doy cuenta de que es un programa que habla de sexo, pero no de sexualidad integral. Este nuevo enfoque de referirnos a las relaciones erótico-afectivas desde una óptica de derechos humanos y de autocuidado es hacia donde debemos dirigirnos.

“Escuchar a esa Carrie treintañera decir que busca al amor de su vida suena bastante tóxico, pero verla 20 años después repitiendo lo mismo, resulta absurdo”, dice Franc, antes de pedir su segundo expresso de la mañana.

En su primera etapa, el programa se refirió abiertamente a la diversidad sexual, no solo al presentar a una pareja homosexual, sino con el personaje de Samantha que vivía este enfoque de la sexualidad al que nos referimos. Es una mujer de 40 años abierta al autoerotismo y a las experiencias eróticas diversas y fluidas.

Samantha es la gran ausente en la nueva etapa del show. Quizá ella habría guiado mejor la narrativa de la nueva revolución sexual del siglo 21. A personajes como Miranda, que estaban encasillados en la heteronorma, presentarla ahora como una mujer madura que descubre sus preferencias lésbicas a los 56 años, algo perfectamente posible, parece muy apretado en un personaje como el que interpreta Cyntia Nixon.

“¿Entonces vemos o no la tercera temporada de And Just Like That?”. Insisto.

“Pues si tienes HBO Max, adelante”, dice Fenny y se sonríe con esa picardía que siempre le he admirado, dándome la respuesta que necesitaba… así de fácil.


*Delia Angélica Ortiz es periodista especializada en inclusión y diversidad.

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