Como muchas y muchos de ustedes saben, el fin de semana pasado Morena realizó su 3er Congreso Ordinario en la Ciudad de México, en donde casi 3 mil congresistas provenientes las 32 entidades federativas del país nos dimos cita para llevar a cabo una fiesta democrática con la finalidad de renovar encargos, plataformas y documentos de nuestro partido.
En aquella concentración no solo elegimos a las y los 370 congresistas que nos representarán a nivel nacional para definir el rumbo de nuestra agenda programática y visión de país, también para definir los valores que representan a nuestro movimiento, entre otras decisiones que surjan sobre la marcha en los próximos procesos electorales; designando por unanimidad al gobernador Alfonso Durazo para presidir y organizar estas tareas.
Asimismo, aprobamos la reforma a nuestros documentos básicos, tanto a los estatutos, los principios que nos rigen, agenda programática y la nueva integración del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), renovando muchas de sus secretarías, entre ellas la de Comunicación, Difusión y Propaganda, misma en la que se me designó como titular.
Aquel fue un proceso masivo, abierto y democrático; repleto de entusiasmo de parte de quienes orgullosamente militamos en este movimiento social, acordando una ruta conjunta que represente a nuestra militancia sobre lo que queremos lograr en adelante. Sin embargo, en medios ha dado pie a señalamientos de todo tipo.
Para hablar de lo que ocurre en Morena hay que entender que ha sido un partido profundamente exitoso desde su creación en 2014. Gracias al incansable aplomo de su líder, Andrés Manuel López Obrador, no solo ganó la elección presidencial de 2018, sino que inició con una avalancha de transformación que se ha expandido año tras año por todo el territorio nacional en alcaldías, congresos y gubernaturas.
Seguramente a eso se debe que a los opositores se les llene la boca diciendo que hay ruptura en el partido o que está viciada la elección, porque es a eso a lo que le apuestan. Por supuesto que con todo el éxito que conlleva el crecimiento de nuestro partido, los procesos de reacomodo se complejizan, pero lo cierto es que ya quisieran ellos tener un proceso tan cargado de legitimidad como el nuestro.
Hoy, el movimiento que llevó a la victoria al presidente más votado en la historia moderna se encuentra en un punto muy interesante; un punto en el cual hay que redefinir estrategias que continúen fortaleciéndonos para conservar el respaldo tanto de militantes como de simpatizantes. Por ello Morena ha elegido a sus casi 3 mil consejeros a nivel nacional, para que no pase lo que, por ejemplo, está pasando en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), en el que un delincuente de la talla de Alito Moreno secuestra las candidaturas de cara al 2024, creyéndose dueño del partido.
El bloque de la derecha se cae a pedazos mientras Morena se fortalece a través de un instrumento electoral que va a funcionar para lo que su naturaleza de creación le demanda, que es ganar elecciones. Sin olvidar los principios sobre los que se cimentó: no mentir, no robar, no traicionar, y poner siempre a los más pobres por encima de todo.
Morena se consolida con los ideales que le vieron nacer, identificando y utilizando todos los instrumentos que nos da la política para transformar la vida de las personas. Por ello, me honra ser parte de esta batalla; labrar camino para los que vienen, de la mano del presidente Andrés Manuel López Obrador, construyendo este proceso histórico llamado Cuarta Transformación.