/ lunes 28 de mayo de 2018

Mujeres por la PAZ

Hemos identificado a la PAZ como el motivo para trabajar en las propuestas que requerimos para transitar a otro estado de cosas, que nos dé mayores certezas en la búsqueda de mejores condiciones de vida, donde el batallar contra ciertas situaciones no sea más intenso e insostenible y lo que es peor, pareciera no tiene fin. Hay que ponerle fin, se reclama; alguien o muchos deben ponerle fin.

Al transitar por las calles deberíamos tener certidumbre de que la seguridad pública no es sólo un buen precepto, es también la concreción del derecho al libre transito seguro desde el enfoque más amplio y protector de los derechos humanos.

Las mujeres de todas las edades somos objeto de cualquier tipo de agresiones, incluyendo violaciones sexuales, desaparición o incluso asesinato, esta situación es una guerra contra nosotras; hay un serio conflicto con la autoridad por su omisión.

Entender la paz a la luz de casos como los que he conocido, por ejemplo el de una niña en Tlaxcala la cual siempre era acompañada a la escuela y recogida por su madre, pero un día ésta tenía a su pequeño hijo enfermo y después de miles de recomendaciones le da un celular para que se reporte cuando llegue a la escuela, sin embargo pasa el tiempo no se reporta ni recibe llamada, la madre alerta al padre quien se sale del trabajo va a la escuela y resulta que nunca llegó. No abundo el horror en que se han convertido sus vidas buscando a esta niña. Su sufrimiento es igual al de otras familias buscando a sus hijas adolescentes o jóvenes.

Las violaciones sexuales y los acosos existen y proliferan en conglomerados urbanos y rurales. En México, como cualquier país desarrollado, lo normal debiese ser revisar permanentemente las acciones de seguridad en los espacios públicos y privados.

Hoy hay un inocultable relajamiento o abandono de buenas acciones de prevención, investigación y sanción, sobre estos delitos provocado por la falta de preparación de quienes tienen la responsabilidad de cuidarnos, o tienen equipos insuficientes, los elementos de seguridad no son suficientes o no son idóneos; hay una ausencia de análisis de contexto del delito, y la corrupción y la impunidad han llevado a situaciones de horror como la desaparición de niñas y jóvenes.

México no está en guerra, pero que paradójico, sobrevivimos situaciones como si lo estuviéramos; la desaparición forzada es un ejemplo. En Chile durante de la dictadura de Pinochet fueron desaparecidos 1193 personas, conforme datos de la Comisión de Verdad y Reconciliación. Durante la dictadura argentina se reconocen 13,000 personas desaparecidas de manera forzosa. Durante el gobierno militar de Brasil se reconocen casi 500 desapariciones. ¿Y en México? No hay régimen dictatorial, ni militar, pero se habla de más de 35,000 personas desaparecidas.

Entonces tiene sentido hablar de paz para México porque hay claramente una situación de conflicto que la afecta. Mauricio Meschoulam, especialista en mediación y paz, ha escrito en su último artículo que un estado de paz no implica, en lo absoluto ausencia de conflicto. El conflicto es natural a las interacciones humanas, abunda. Ciertamente nos proponemos deconstruir los factores estructurales que funcionan para lograr la paz. Las mujeres convencidas por el cambio que representa Anaya, hemos identificado un deficit de la PAZ que urge pensarla y alcanzarla, trabajar por ella.

Senadora por el PRD

Angelica de la Peña

@angelicadelap

Hemos identificado a la PAZ como el motivo para trabajar en las propuestas que requerimos para transitar a otro estado de cosas, que nos dé mayores certezas en la búsqueda de mejores condiciones de vida, donde el batallar contra ciertas situaciones no sea más intenso e insostenible y lo que es peor, pareciera no tiene fin. Hay que ponerle fin, se reclama; alguien o muchos deben ponerle fin.

Al transitar por las calles deberíamos tener certidumbre de que la seguridad pública no es sólo un buen precepto, es también la concreción del derecho al libre transito seguro desde el enfoque más amplio y protector de los derechos humanos.

Las mujeres de todas las edades somos objeto de cualquier tipo de agresiones, incluyendo violaciones sexuales, desaparición o incluso asesinato, esta situación es una guerra contra nosotras; hay un serio conflicto con la autoridad por su omisión.

Entender la paz a la luz de casos como los que he conocido, por ejemplo el de una niña en Tlaxcala la cual siempre era acompañada a la escuela y recogida por su madre, pero un día ésta tenía a su pequeño hijo enfermo y después de miles de recomendaciones le da un celular para que se reporte cuando llegue a la escuela, sin embargo pasa el tiempo no se reporta ni recibe llamada, la madre alerta al padre quien se sale del trabajo va a la escuela y resulta que nunca llegó. No abundo el horror en que se han convertido sus vidas buscando a esta niña. Su sufrimiento es igual al de otras familias buscando a sus hijas adolescentes o jóvenes.

Las violaciones sexuales y los acosos existen y proliferan en conglomerados urbanos y rurales. En México, como cualquier país desarrollado, lo normal debiese ser revisar permanentemente las acciones de seguridad en los espacios públicos y privados.

Hoy hay un inocultable relajamiento o abandono de buenas acciones de prevención, investigación y sanción, sobre estos delitos provocado por la falta de preparación de quienes tienen la responsabilidad de cuidarnos, o tienen equipos insuficientes, los elementos de seguridad no son suficientes o no son idóneos; hay una ausencia de análisis de contexto del delito, y la corrupción y la impunidad han llevado a situaciones de horror como la desaparición de niñas y jóvenes.

México no está en guerra, pero que paradójico, sobrevivimos situaciones como si lo estuviéramos; la desaparición forzada es un ejemplo. En Chile durante de la dictadura de Pinochet fueron desaparecidos 1193 personas, conforme datos de la Comisión de Verdad y Reconciliación. Durante la dictadura argentina se reconocen 13,000 personas desaparecidas de manera forzosa. Durante el gobierno militar de Brasil se reconocen casi 500 desapariciones. ¿Y en México? No hay régimen dictatorial, ni militar, pero se habla de más de 35,000 personas desaparecidas.

Entonces tiene sentido hablar de paz para México porque hay claramente una situación de conflicto que la afecta. Mauricio Meschoulam, especialista en mediación y paz, ha escrito en su último artículo que un estado de paz no implica, en lo absoluto ausencia de conflicto. El conflicto es natural a las interacciones humanas, abunda. Ciertamente nos proponemos deconstruir los factores estructurales que funcionan para lograr la paz. Las mujeres convencidas por el cambio que representa Anaya, hemos identificado un deficit de la PAZ que urge pensarla y alcanzarla, trabajar por ella.

Senadora por el PRD

Angelica de la Peña

@angelicadelap