/ viernes 16 de julio de 2021

Nosotras no debemos cuidarte

Por: Fernanda Aguila Valdez


La pandemia del COVID-19 ha profundizado las desigualdades de género preexistentes y ha acentuado las condiciones de vulnerabilidad que afectan a las mexicanas. Desde la llegada del virus a México, las mujeres tuvieron que enfrentar nuevos retos los cuales han sido poco visibilizados.

Desde el inicio de la pandemia, una serie de tareas cayeron en los hombros de las mujeres mexicanas. Nos convertimos en maestras, trabajadoras del hogar, empresarias y sobre todo salvaguardas de la salud en un contexto donde la amenaza era inminente. Al asociar culturalmente a las mujeres con las tareas de cuidado nos convirtieron en la primera línea de defensa contra el virus en las familias.

Esto produjo un efecto de sobrecarga física, mental y emocional a la cual debemos agregar el factor miedo. Del total de horas que se dedican en México a labores de cuidado no remuneradas, el 71% son realizadas por mujeres, niñas y adolescentes. En relación a esto, por cada hora que aporta un hombre a actividades de cuidado no remunerado, las mujeres aportan tres (ENUT, 2014).

En este sentido, los estudios de paz sugieren que la paz negativa no es únicamente la ausencia de violencia sino también la ausencia de miedo. El miedo al contagio, ha modificado en mayor o menor medida la vida de todas las personas, pero principalmente la vida de las mujeres quienes experimentan graves afectaciones a la salud mental.

De acuerdo con la Encuesta de Seguimiento de los Efectos del COVID-19 en el Bienestar de los Hogares Mexicanos, los niveles de ansiedad durante el confinamiento entre las mujeres son mayores a los de los hombres pues 37.3% de ellas se han sentido ansiosas en comparación con 27% de los hombres.

El estrés, el miedo al contagio y la vulnerabilidad económica son variables que se relacionan con el incremento de las enfermedades mentales en las mujeres. Hoy más que nunca, las redes de mujeres se han convertido en una herramienta de acompañamiento, atención y catarsis ante los efectos de la pandemia. Sin embargo, no debemos olvidar que no es únicamente tarea de ellas liderar procesos de acompañamiento y contención. Es importante que la sociedad en su conjunto sea consciente y tome responsabilidad de manera individual y colectiva para que las mujeres puedan ocuparse más de sí mismas y, así, podamos reducir esta importante brecha en la salud mental.

@fer_aguilav95

Por: Fernanda Aguila Valdez


La pandemia del COVID-19 ha profundizado las desigualdades de género preexistentes y ha acentuado las condiciones de vulnerabilidad que afectan a las mexicanas. Desde la llegada del virus a México, las mujeres tuvieron que enfrentar nuevos retos los cuales han sido poco visibilizados.

Desde el inicio de la pandemia, una serie de tareas cayeron en los hombros de las mujeres mexicanas. Nos convertimos en maestras, trabajadoras del hogar, empresarias y sobre todo salvaguardas de la salud en un contexto donde la amenaza era inminente. Al asociar culturalmente a las mujeres con las tareas de cuidado nos convirtieron en la primera línea de defensa contra el virus en las familias.

Esto produjo un efecto de sobrecarga física, mental y emocional a la cual debemos agregar el factor miedo. Del total de horas que se dedican en México a labores de cuidado no remuneradas, el 71% son realizadas por mujeres, niñas y adolescentes. En relación a esto, por cada hora que aporta un hombre a actividades de cuidado no remunerado, las mujeres aportan tres (ENUT, 2014).

En este sentido, los estudios de paz sugieren que la paz negativa no es únicamente la ausencia de violencia sino también la ausencia de miedo. El miedo al contagio, ha modificado en mayor o menor medida la vida de todas las personas, pero principalmente la vida de las mujeres quienes experimentan graves afectaciones a la salud mental.

De acuerdo con la Encuesta de Seguimiento de los Efectos del COVID-19 en el Bienestar de los Hogares Mexicanos, los niveles de ansiedad durante el confinamiento entre las mujeres son mayores a los de los hombres pues 37.3% de ellas se han sentido ansiosas en comparación con 27% de los hombres.

El estrés, el miedo al contagio y la vulnerabilidad económica son variables que se relacionan con el incremento de las enfermedades mentales en las mujeres. Hoy más que nunca, las redes de mujeres se han convertido en una herramienta de acompañamiento, atención y catarsis ante los efectos de la pandemia. Sin embargo, no debemos olvidar que no es únicamente tarea de ellas liderar procesos de acompañamiento y contención. Es importante que la sociedad en su conjunto sea consciente y tome responsabilidad de manera individual y colectiva para que las mujeres puedan ocuparse más de sí mismas y, así, podamos reducir esta importante brecha en la salud mental.

@fer_aguilav95