/ lunes 2 de agosto de 2021

Pulso CDMX | Comedores comunitarios

Diario miles de personas acuden a los comedores comunitarios de la Ciudad de México para recibir una comida por 11 pesos. Esta política iniciada por el entonces Jefe de Gobierno Marcelo Ebrard, junto con su Secretario de Desarrollo Social Marti Bartres, visibilizó la problemática sensible de la seguridad alimentaria y fue premiada mundialmente gracias al impulso de 300 espacios cogestionados con la ciudadanía comprometida.

Más de doce años después, existen 394 comedores de acuerdo con el Gobierno actual. Si bien en algunos comedores se ha ido aumentando el número de raciones distribuidas, el crecimiento de las necesidades en materia alimentaria debería de dar lugar a la apertura de más espacios en la Ciudad. La administración actual está buscando verificar y mejorar su funcionamiento, poner fin a algunas malas prácticas o a comedores inexistentes, pero aún falta mucho por hacer para el fortalecimiento y el acompañamiento institucional de esta gran iniciativa.

No existe un modelo único de comedor y su diversidad hace su fuerza en cuanto a su adaptación a cada territorio, a cada comunidad. Pero varios espacios carecen de una infraestructura adecuada y no existe una estrategia monitoreada en materia de salud pública, seguridad o protección civil. Valdría la pena realizar un estudio e implementar la aplicación de ecotecnias en su funcionamiento.

¿Quiénes son las y los héroes que hacen posible esta labor grandiosa diaria? Hombres pero en gran mayoría mujeres dedican horas diarias para ofrecer una comida a las personas que más lo necesitan, casi de manera voluntaria, ya que perciben cerca de 3 mil 500 pesos al mes por su labor de cocina, planeación, limpieza, atención al público, contabilidad, abastecimiento a lo largo de la semana. Si bien reciben una cantidad presupuestal mensual mínima, deben ingeniar y potenciar su gasto para lograr ofrecer una comida de calidad y balanceada, lo que no sucede en la totalidad de los comedores. El Gobierno de la Ciudad de México tiene el reto de dignificar económica y socialmente su labor.

La inseguridad alimentaria es uno de los principales desafíos que enfrenta la población de mayor marginación social, no solamente para contrarrestar el hambre sino y sobre todo para mejorar la calidad de la alimentación de la población que menos tiene. Para ello el programa de comedores comunitarios de la Capital podría ser una oportunidad para generar una alianza fuerte entre Gobierno, ciudadanía, sociedad civil, organismos internacionales e iniciativa privada. Dicha colaboración estratégica podría fortalecer las capacidades profesionales de las personas que trabajan en los comedores en materia de salud pública y nutrición, anticorrupción, gestión o con el acceso a otros tipos de capacitaciones de alto nivel. Juntos podrían detonar una estrategia de comunicación e información eficaz, aumentar su capital, su capacidad, trabajar con el rescate de alimentos y mejorar sensiblemente sus impactos hacia la población.

Recientemente, inspirado del funcionamiento de los comedores gubernamentales, abrió de manera autónoma un comedor para personas LGBTTTI+ en la colonia Guerrero impulsado por el colectivo Manos Amigues en la calle Pedro Moreno 113. Un proyecto muy útil que merece ser apoyado.

Diario miles de personas acuden a los comedores comunitarios de la Ciudad de México para recibir una comida por 11 pesos. Esta política iniciada por el entonces Jefe de Gobierno Marcelo Ebrard, junto con su Secretario de Desarrollo Social Marti Bartres, visibilizó la problemática sensible de la seguridad alimentaria y fue premiada mundialmente gracias al impulso de 300 espacios cogestionados con la ciudadanía comprometida.

Más de doce años después, existen 394 comedores de acuerdo con el Gobierno actual. Si bien en algunos comedores se ha ido aumentando el número de raciones distribuidas, el crecimiento de las necesidades en materia alimentaria debería de dar lugar a la apertura de más espacios en la Ciudad. La administración actual está buscando verificar y mejorar su funcionamiento, poner fin a algunas malas prácticas o a comedores inexistentes, pero aún falta mucho por hacer para el fortalecimiento y el acompañamiento institucional de esta gran iniciativa.

No existe un modelo único de comedor y su diversidad hace su fuerza en cuanto a su adaptación a cada territorio, a cada comunidad. Pero varios espacios carecen de una infraestructura adecuada y no existe una estrategia monitoreada en materia de salud pública, seguridad o protección civil. Valdría la pena realizar un estudio e implementar la aplicación de ecotecnias en su funcionamiento.

¿Quiénes son las y los héroes que hacen posible esta labor grandiosa diaria? Hombres pero en gran mayoría mujeres dedican horas diarias para ofrecer una comida a las personas que más lo necesitan, casi de manera voluntaria, ya que perciben cerca de 3 mil 500 pesos al mes por su labor de cocina, planeación, limpieza, atención al público, contabilidad, abastecimiento a lo largo de la semana. Si bien reciben una cantidad presupuestal mensual mínima, deben ingeniar y potenciar su gasto para lograr ofrecer una comida de calidad y balanceada, lo que no sucede en la totalidad de los comedores. El Gobierno de la Ciudad de México tiene el reto de dignificar económica y socialmente su labor.

La inseguridad alimentaria es uno de los principales desafíos que enfrenta la población de mayor marginación social, no solamente para contrarrestar el hambre sino y sobre todo para mejorar la calidad de la alimentación de la población que menos tiene. Para ello el programa de comedores comunitarios de la Capital podría ser una oportunidad para generar una alianza fuerte entre Gobierno, ciudadanía, sociedad civil, organismos internacionales e iniciativa privada. Dicha colaboración estratégica podría fortalecer las capacidades profesionales de las personas que trabajan en los comedores en materia de salud pública y nutrición, anticorrupción, gestión o con el acceso a otros tipos de capacitaciones de alto nivel. Juntos podrían detonar una estrategia de comunicación e información eficaz, aumentar su capital, su capacidad, trabajar con el rescate de alimentos y mejorar sensiblemente sus impactos hacia la población.

Recientemente, inspirado del funcionamiento de los comedores gubernamentales, abrió de manera autónoma un comedor para personas LGBTTTI+ en la colonia Guerrero impulsado por el colectivo Manos Amigues en la calle Pedro Moreno 113. Un proyecto muy útil que merece ser apoyado.