/ sábado 1 de octubre de 2022

Sobre polarización, falsedades y despolarización

m190373@gmail.com


Hace unos días, en uno de los grupos de WhatsApp de los que formo parte, un colega comentó que le parecía muy bien que, durante la celebración del “Grito”, el presidente se hubiera pronunciado contra el clasismo y el racismo. El comentario desató la ira de otra persona que señaló que “ese tipo de temas solo sirven para dividirnos más”. El intercambio muy pronto se centró en la figura del presidente y dejó de lado cualquier reflexión sobre clasismo y racismo. Seguramente algunas personas que están leyendo este texto han presenciado situaciones semejantes que muestran actitudes poco tolerantes y potencialmente polarizantes.

Mucho se habla hoy de “polarización”, pero ¿cómo definirla? La polarización es resultado de reducir la diversidad natural de pensamiento, ideas, expresiones y formas de ser que existen en la sociedad a una sola dimensión definida como un conflicto interminable entre dos extremos enfrentados por medio de la noción de “nosotros” contra “ellos”.

¿Pero acaso no muchas personas tenemos opiniones e ideas muy divergentes? Así es, por lo que primero es necesario distinguir entre “polarización” y “conflicto”. En cualquier sociedad compleja hay temas sensibles sobre los que no solo hay posiciones muy distintas, sino también conflicto. Sin embargo, si se aspira a ser una sociedad democrática, Es necesario reconocer que las diferencias y las divisiones son inevitables y, al mismo tiempo, legítimas. Es válido pensar distinto. Y ello obliga a que, cuando se trata de asuntos de interés público sobre los que hay diferencias, se deba negociar y también conceder. Por tanto, reconocer las divisiones debería ser natural en una sociedad democrática, en donde el conflicto que generan se gestiona e, idealmente, se resuelve.

La polarización, en cambio, busca exacerbar el conflicto al grado de desconocer la legitimidad de la diferencia. No hay más que dos opciones: estás de este lado o estás del otro; todo o nada. Así, toda negociación es condenable, pues bajo la lógica de “nosotros-contra-ellos” equivale a una derrota. Por ello, la polarización es también el fracaso de la política, pues no busca negociar, sino imponer.

Entre las consecuencias de la polarización tenemos una menor confianza tanto en las instituciones, como en los demás. Por ejemplo, se siente, con mayor o menor razón, que los congresos, las cortes, las policías, y las agencias gubernamentales dejan de servir al interés general para favorecer en cambio intereses de grupo. También se llega a desconfiar de quienes piensan distinto, pues ellos representan en el discurso, a “los otros”.

Otra consecuencia igualmente grave es la inundación de noticias falsas que vemos en el ambiente público y en las redes sociales. En realidad, la relación entre polarización y falsedades es compleja y éstas se refuerzan mutuamente, aunque lo que muestran los estudios respectivos es que en ambientes polarizados hay mayor circulación de información falsa. Aclaro: no toda la información falsa es nociva. Ahí tenemos la parodia y el sarcasmo, por ejemplo. Lo es en cambio aquella que nos quiere engañar haciéndose pasar por verídica.

Ante esto, ¿qué puede hacer una persona común y corriente? Una posibilidad es contribuir a “despolarizar” el ambiente de contenidos aparentemente informativos que sobre todo se enfoquen en atacar y descalificar, más que en ofrecer datos, evidencia y razones –que también pueden ser muy críticas.

Sugiero hacernos algunas de estas cinco preguntas antes de compartir ese tipo de contenidos: 1) ¿La información proviene de algún sitio o medio generalmente confiable? (Mucha información falsa se crea de forma anónima o se difunde desde sitios generalmente orientados al escándalo y a la descalificación) 2) Si hay datos, ¿la nota cita de dónde salieron y ello es verificable? (Las falsedades no citan fuentes de forma precisa) 3) ¿La nota está firmada? (Las falsedades son generalmente anónimas) 4) ¿Comparten otros medios esta misma información? (Este es un buen indicador de la veracidad o falsedad del contenido) 5) Una vez considerado todo lo anterior, también preguntémonos, ¿qué gano con compartir este contenido? (Esta pregunta es crucial).


Déjame saber qué piensas.


m190373@gmail.com


Hace unos días, en uno de los grupos de WhatsApp de los que formo parte, un colega comentó que le parecía muy bien que, durante la celebración del “Grito”, el presidente se hubiera pronunciado contra el clasismo y el racismo. El comentario desató la ira de otra persona que señaló que “ese tipo de temas solo sirven para dividirnos más”. El intercambio muy pronto se centró en la figura del presidente y dejó de lado cualquier reflexión sobre clasismo y racismo. Seguramente algunas personas que están leyendo este texto han presenciado situaciones semejantes que muestran actitudes poco tolerantes y potencialmente polarizantes.

Mucho se habla hoy de “polarización”, pero ¿cómo definirla? La polarización es resultado de reducir la diversidad natural de pensamiento, ideas, expresiones y formas de ser que existen en la sociedad a una sola dimensión definida como un conflicto interminable entre dos extremos enfrentados por medio de la noción de “nosotros” contra “ellos”.

¿Pero acaso no muchas personas tenemos opiniones e ideas muy divergentes? Así es, por lo que primero es necesario distinguir entre “polarización” y “conflicto”. En cualquier sociedad compleja hay temas sensibles sobre los que no solo hay posiciones muy distintas, sino también conflicto. Sin embargo, si se aspira a ser una sociedad democrática, Es necesario reconocer que las diferencias y las divisiones son inevitables y, al mismo tiempo, legítimas. Es válido pensar distinto. Y ello obliga a que, cuando se trata de asuntos de interés público sobre los que hay diferencias, se deba negociar y también conceder. Por tanto, reconocer las divisiones debería ser natural en una sociedad democrática, en donde el conflicto que generan se gestiona e, idealmente, se resuelve.

La polarización, en cambio, busca exacerbar el conflicto al grado de desconocer la legitimidad de la diferencia. No hay más que dos opciones: estás de este lado o estás del otro; todo o nada. Así, toda negociación es condenable, pues bajo la lógica de “nosotros-contra-ellos” equivale a una derrota. Por ello, la polarización es también el fracaso de la política, pues no busca negociar, sino imponer.

Entre las consecuencias de la polarización tenemos una menor confianza tanto en las instituciones, como en los demás. Por ejemplo, se siente, con mayor o menor razón, que los congresos, las cortes, las policías, y las agencias gubernamentales dejan de servir al interés general para favorecer en cambio intereses de grupo. También se llega a desconfiar de quienes piensan distinto, pues ellos representan en el discurso, a “los otros”.

Otra consecuencia igualmente grave es la inundación de noticias falsas que vemos en el ambiente público y en las redes sociales. En realidad, la relación entre polarización y falsedades es compleja y éstas se refuerzan mutuamente, aunque lo que muestran los estudios respectivos es que en ambientes polarizados hay mayor circulación de información falsa. Aclaro: no toda la información falsa es nociva. Ahí tenemos la parodia y el sarcasmo, por ejemplo. Lo es en cambio aquella que nos quiere engañar haciéndose pasar por verídica.

Ante esto, ¿qué puede hacer una persona común y corriente? Una posibilidad es contribuir a “despolarizar” el ambiente de contenidos aparentemente informativos que sobre todo se enfoquen en atacar y descalificar, más que en ofrecer datos, evidencia y razones –que también pueden ser muy críticas.

Sugiero hacernos algunas de estas cinco preguntas antes de compartir ese tipo de contenidos: 1) ¿La información proviene de algún sitio o medio generalmente confiable? (Mucha información falsa se crea de forma anónima o se difunde desde sitios generalmente orientados al escándalo y a la descalificación) 2) Si hay datos, ¿la nota cita de dónde salieron y ello es verificable? (Las falsedades no citan fuentes de forma precisa) 3) ¿La nota está firmada? (Las falsedades son generalmente anónimas) 4) ¿Comparten otros medios esta misma información? (Este es un buen indicador de la veracidad o falsedad del contenido) 5) Una vez considerado todo lo anterior, también preguntémonos, ¿qué gano con compartir este contenido? (Esta pregunta es crucial).


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