Cristóbal Thompson, Director Ejecutivo de AMIIF
Un tema que últimamente ha llamado mucho la atención, porque está directamente relacionado con nuestro futuro, es la importancia de que las niñas y los niños tengan su esquema de vacunación completo.
El reconocimiento de que la vacunación es la medida de salud pública más eficaz para la erradicación de enfermedades infecciosas ha favorecido la ampliación de las estrategias de vacunación en todo el mundo, resultando en notables incrementos de las coberturas de vacunación infantil entre los años 1980 y 2010.1
Sin embargo, en la última década este crecimiento se redujo en varios países, entre ellos México, aun cuando en nuestro país se cuenta con uno de los esquemas más completos a nivel mundial.2 Esta reducción fue aún más notable debido a la pandemia por Covid-19.
De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) Continua 2021, en nuestro país la cobertura con esquema de vacunación completo en niñas y niños de 1 año fue de sólo 27.5% y de 31.1% en niñas y niños de 2 años.3
Las coberturas de vacunación con el esquema de cuatro vacunas en los infantes de uno y dos años alcanzaron el mayor nivel en 2006 (78.4 y 84.7% respectivamente) y descendieron entre 2012 y 2018. Actualmente sólo un tercio de la población cuenta con el esquema de cuatro vacunas.4
En México y el mundo, las brechas de vacunación pueden tener impactos importantes en el corto plazo, como riesgo de brotes de enfermedades y sistemas de salud sobrecargados.
En el informe “Principios rectores para la recuperación, el desarrollo de la resiliencia y el fortalecimiento de la inmunización en 2022 y más allá”5, la Organización Mundial de la Salud (OMS), comparte una serie de recomendaciones a los países para fortalecer los programas de inmunización en el contexto de Covid-19, incluida la introducción y ampliación de la vacunación contra este virus.
Entre las recomendaciones de la OMS destacan: identificar y priorizar a las personas de todos los grupos de edad elegibles que no recibieron las vacunas, en particular las poblaciones y comunidades más vulnerables; desarrollar e implementar estrategias para evitar brotes por enfermedades como sarampión, poliomielitis o fiebre amarilla; actualizar el conocimiento y la práctica de los trabajadores de la salud sobre las políticas de vacunación, intervalos permitidos entre dosis, medidas de prevención y control de infecciones, así como de respuesta ante brotes.
Adicionalmente, la OMS llama al desarrollo de asociaciones entre sector público, privado y organizaciones de la sociedad civil para brindar vacunas y otros servicios de salud a las poblaciones; priorizar inversiones y los servicios esenciales de salud, incluida la vacunación, en los presupuestos gubernamentales.
Todos tenemos un papel que desempeñar para asegurar que las personas reciban las vacunas que necesitan. La industria farmacéutica de innovación ha sido decisiva en el avance de la vacunación en el mundo y colabora con los gobiernos de todas las naciones en este objetivo.
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