/ jueves 2 de diciembre de 2021

Viejas fórmulas nuevas derrotas

“Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”.

Albert Einstein


La violencia expansiva que se vive en México exhibe grandes zonas y regiones tomadas por diversos grupos delictivos. Este fenómeno no es novedoso y sólo refleja la ausencia de una Política Criminológica distinta a la que practicaron los anteriores gobiernos. En efecto, el lopezobradorismo no ha modificado sustancialmente las acciones contra las violencias y la criminalidad. El superficial lema de “abrazos no balazos” únicamente ha sido un camuflaje para tratar de ocultar la incompetencia oficial y, en algunos casos, la complicidad y permisividad con el narcotráfico. Ejemplos sobran y existe una geografía nacional que dibuja pactos tácitos o explícitos, entre Morena y los grupos de la delincuencia organizada. Basta una exploración analítica de las entidades que ganó el partido oficial.

En esta perspectiva, las propuestas que ha llevado AMLO a los nuevos gobiernos estatales corrobora la elemental y repetitiva fórmula del binomio delito-represión. El presidente ha ofrecido más presencia militar y algunas aspirinas sociales, pero lo central ha sido la ayuda reactiva. Es decir, en esencia se está respondiendo igual a lo que hicieron Calderón y Peña ante el aumento de las violencias y, especialmente, de los homicidios dolosos, a saber: más militares, más marinos y, ahora, más guardias nacionales. Nada nuevo.

La consigna de “abrazos no balazos” es una coartada para diferenciarse de sus antecesores, pero no contiene un paradigma cualitativamente distinto. Ahora, a tres años de su triunfo electoral, la realidad es más necia que las frases efectistas. Y los nuevos gobernadores aplauden a rabiar. Aunque la mala noticia, para quienes creen que estos movimientos militaristas disminuyen las muertes y las confrontaciones, son las evidencias históricas y científicas que corroboran que las políticas punitivas por sí solas no resuelven problemas que tienen orígenes estructurales. Y las políticas sociales del gobierno son simples cataplasmas que trasgeneralizan la pobreza y la desigualdad. Ahí están los datos del Coneval y los diversos estudios académicos.

Ahora, la fiebre castrense ha llegado al extremo de nombrar siete militares activos o en retiro en los ocho nuevos gobiernos estatales morenistas como secretarios de seguridad pública, todos con el visto bueno de AMLO y los titulares de la Defensa y Marina, lo cual es una simple tontería producto de la desesperación y el penoso ejemplo del gobierno federal. Así que, lamentablemente, la perspectiva de la inseguridad y las violencias en el país no tendrán modificaciones importantes, al contrario, puede agudizarse el panorama. Repetir viejas fórmulas representa un cambio simulado y cosmético Sí, en síntesis, una farsa.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter:@pedro_penaloz

“Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”.

Albert Einstein


La violencia expansiva que se vive en México exhibe grandes zonas y regiones tomadas por diversos grupos delictivos. Este fenómeno no es novedoso y sólo refleja la ausencia de una Política Criminológica distinta a la que practicaron los anteriores gobiernos. En efecto, el lopezobradorismo no ha modificado sustancialmente las acciones contra las violencias y la criminalidad. El superficial lema de “abrazos no balazos” únicamente ha sido un camuflaje para tratar de ocultar la incompetencia oficial y, en algunos casos, la complicidad y permisividad con el narcotráfico. Ejemplos sobran y existe una geografía nacional que dibuja pactos tácitos o explícitos, entre Morena y los grupos de la delincuencia organizada. Basta una exploración analítica de las entidades que ganó el partido oficial.

En esta perspectiva, las propuestas que ha llevado AMLO a los nuevos gobiernos estatales corrobora la elemental y repetitiva fórmula del binomio delito-represión. El presidente ha ofrecido más presencia militar y algunas aspirinas sociales, pero lo central ha sido la ayuda reactiva. Es decir, en esencia se está respondiendo igual a lo que hicieron Calderón y Peña ante el aumento de las violencias y, especialmente, de los homicidios dolosos, a saber: más militares, más marinos y, ahora, más guardias nacionales. Nada nuevo.

La consigna de “abrazos no balazos” es una coartada para diferenciarse de sus antecesores, pero no contiene un paradigma cualitativamente distinto. Ahora, a tres años de su triunfo electoral, la realidad es más necia que las frases efectistas. Y los nuevos gobernadores aplauden a rabiar. Aunque la mala noticia, para quienes creen que estos movimientos militaristas disminuyen las muertes y las confrontaciones, son las evidencias históricas y científicas que corroboran que las políticas punitivas por sí solas no resuelven problemas que tienen orígenes estructurales. Y las políticas sociales del gobierno son simples cataplasmas que trasgeneralizan la pobreza y la desigualdad. Ahí están los datos del Coneval y los diversos estudios académicos.

Ahora, la fiebre castrense ha llegado al extremo de nombrar siete militares activos o en retiro en los ocho nuevos gobiernos estatales morenistas como secretarios de seguridad pública, todos con el visto bueno de AMLO y los titulares de la Defensa y Marina, lo cual es una simple tontería producto de la desesperación y el penoso ejemplo del gobierno federal. Así que, lamentablemente, la perspectiva de la inseguridad y las violencias en el país no tendrán modificaciones importantes, al contrario, puede agudizarse el panorama. Repetir viejas fórmulas representa un cambio simulado y cosmético Sí, en síntesis, una farsa.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter:@pedro_penaloz

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