/ jueves 2 de abril de 2020

Crisis en la crisis

El que tolera el desorden para evitar la guerra, tiene primero el desorden y después la guerra.

Maquiavelo


1.Los espejismos. AMLO y sus feligreses más conspicuos han justificado que la pandemia del Covid-19 complicó la nueva ruta de la economía mexicana. En efecto, es posible escuchar y leer estos simplismos. Nadie duda del terrible impacto que ha tenido el Coronavirus en el comportamiento de las variables económicas.


Hasta el escapista, ex secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, en un reciente artículo, se burla de tales afirmaciones al recordar que desde principios de 2019 el PIB trimestral a estado cayendo de manera continua respeto al mismo trimestre anterior y, asevera, que, es probable, dados los datos económicos que se conocen para enero, esa caída hubiera continuado el primer trimestre de este año con sin epidemia (El Universal, 30/03/20, p.A15). Es decir, las cosas no estaban bien, pero ahora estarán peor. El periodo recesivo anunciado por el FMI, diversos bancos y analistas, supone un efecto devastador en los países periféricos y un latigazo extra para México y, en especial, para las masas asalariadas precarizadas.


2. ¿Quién conduce al país? Tenemos un dilema ¿AMLO ha decidido los ritmos para dosificar la política sanitaria? Él dice que no, que ha dejado a los expertos decidir. ¿Es cierta semejante afirmación? Todo indica que no. El presidente se guía por creencias no científicas y cercanas a mitos y dogmas religiosos y recurre a la mitología primaria para “animar” a los mexicanos a resistir. Por ello, pone el ejemplo de su invulnerabilidad mexica, o algo parecido, para seguir recorriendo el país, aduciendo, además, que si no lo hiciera, los “conservadores” podrían aprovechar ese vacío. Parece, ahora, que ni la misa de siete es suficiente para legitimar su poder. ¡Válgame!


3. El camuflaje presidencial. Con un grito propio de un mitin, AMLO enfatiza que “primero los pobres y que no habrá recursos de apoyo para los empresarios”. Suena bien, pero en realidad es pura demagogia antiempresarial la que destila el inquilino de Palacio Nacional. La élite empresarial no ha sido tocada por ninguna reforma fiscal hasta ahora. En tanto, el presidente no se da cuenta, al menos eso confesó, que en sólo 20 días inversionistas extranjeros retiraron 321 mil millones de pesos que tenían en bonos gubernamentales; tampoco, asume que la caída del crudo mexicano se ubica en 38.63 dólares por debajo de los 49 presupuestados este año. Aún así insiste que inyectará a la economía 400 mil millones de pesos sin explicar de dónde los va a sacar. Así, la pandemia ataca a un país conducido por mitos.


pedropenaloza@yahoo.com/

pedro_penaloz

El que tolera el desorden para evitar la guerra, tiene primero el desorden y después la guerra.

Maquiavelo


1.Los espejismos. AMLO y sus feligreses más conspicuos han justificado que la pandemia del Covid-19 complicó la nueva ruta de la economía mexicana. En efecto, es posible escuchar y leer estos simplismos. Nadie duda del terrible impacto que ha tenido el Coronavirus en el comportamiento de las variables económicas.


Hasta el escapista, ex secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, en un reciente artículo, se burla de tales afirmaciones al recordar que desde principios de 2019 el PIB trimestral a estado cayendo de manera continua respeto al mismo trimestre anterior y, asevera, que, es probable, dados los datos económicos que se conocen para enero, esa caída hubiera continuado el primer trimestre de este año con sin epidemia (El Universal, 30/03/20, p.A15). Es decir, las cosas no estaban bien, pero ahora estarán peor. El periodo recesivo anunciado por el FMI, diversos bancos y analistas, supone un efecto devastador en los países periféricos y un latigazo extra para México y, en especial, para las masas asalariadas precarizadas.


2. ¿Quién conduce al país? Tenemos un dilema ¿AMLO ha decidido los ritmos para dosificar la política sanitaria? Él dice que no, que ha dejado a los expertos decidir. ¿Es cierta semejante afirmación? Todo indica que no. El presidente se guía por creencias no científicas y cercanas a mitos y dogmas religiosos y recurre a la mitología primaria para “animar” a los mexicanos a resistir. Por ello, pone el ejemplo de su invulnerabilidad mexica, o algo parecido, para seguir recorriendo el país, aduciendo, además, que si no lo hiciera, los “conservadores” podrían aprovechar ese vacío. Parece, ahora, que ni la misa de siete es suficiente para legitimar su poder. ¡Válgame!


3. El camuflaje presidencial. Con un grito propio de un mitin, AMLO enfatiza que “primero los pobres y que no habrá recursos de apoyo para los empresarios”. Suena bien, pero en realidad es pura demagogia antiempresarial la que destila el inquilino de Palacio Nacional. La élite empresarial no ha sido tocada por ninguna reforma fiscal hasta ahora. En tanto, el presidente no se da cuenta, al menos eso confesó, que en sólo 20 días inversionistas extranjeros retiraron 321 mil millones de pesos que tenían en bonos gubernamentales; tampoco, asume que la caída del crudo mexicano se ubica en 38.63 dólares por debajo de los 49 presupuestados este año. Aún así insiste que inyectará a la economía 400 mil millones de pesos sin explicar de dónde los va a sacar. Así, la pandemia ataca a un país conducido por mitos.


pedropenaloza@yahoo.com/

pedro_penaloz

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