/ lunes 9 de noviembre de 2020

Economía 4.0 | Elección en Estados Unidos, la nueva realidad para México

Un nuevo cambio estructural se ha generado por los resultados de la elección en Estados Unidos y México debe estar preparado.

El marco de referencia de la estrategia nacional debe considerar aspectos que conforman parte de la realidad política y social estadounidense. Las decisiones se deberán tomar no sólo ponderando el punto de vista interno.

John Foster Dulles, quien fuera secretario de Estado durante el mandato del presidente Eisenhower, fue claro y transparente en un postulado que define claramente un pilar fundamental de su país en la interacción con el resto del mundo: “Estados Unidos no tiene amigos, tiene intereses”.

¿Cuál es la agenda de Joe Biden?: estrictamente nacionalista en materia de generación de empleo, fomento a lo hecho en Estados Unidos, política industrial, ampliación del Buy America, disminuir la dependencia respecto a China y garantizar el cumplimiento del T-MEC.

Biden privilegiará la agenda medioambiental (anunció el regreso de su país al Acuerdo de París), en energías limpias y en materia laboral.

México puede recordar lo firmado en el T-MEC y la postura de Kamala Harris, la vicepresidenta electa, al respecto.

También es recomendable considerar que el T-MEC no es una extensión del TLCAN, es un nuevo marco de alineación hacia los intereses de Estados Unidos, y varios de los capítulos estratégicos fueron diseñados por los demócratas.

Por ello, el Gobierno de México debe valorar la dimensión de la reacción de la sociedad estadounidense y de los grupos de poder respecto al resultado electoral.

La negación de transmitir la inconformidad de Donald Trump respecto a los resultados electorales muestra la evaluación que los medios de comunicación, y sus grupos de interés, han realizado: no participaran en acciones que cuestionen, fuera del marco legal, a sus instituciones electorales.

En este sentido, es esencial que se aprecie la agenda de los políticos estadounidenses, aun de los republicanos: se pondrá en el centro de su razonamiento la fortaleza de sus instituciones porque para ellos trascienden a la temporalidad de las personas.

Se debe recordar la elección del año 2000, cuando Al Gore terminó cediendo ante George W. Bush después de un mes de litigar la elección presidencial. Al final el sistema político de Estados Unidos presionó lo suficiente para evitar más cuestionamientos a su sistema electoral, la esencia de su apreciada democracia. El paso de Gore en la historia política norteamericana terminó en ese momento.

Justin Trudeau lo ha comprendido perfectamente en Canadá. El triunfo de Joe Biden abre una nueva etapa en América del Norte. Para los canadienses se puede traducir en la reconstrucción de una relación estratégica que se fracturó durante la negociación del T-MEC.

La acción de Trudeau no es algo menor. Como referencia se debe recordar la carta del 30 de octubre que se elaboró en el Comité de Finanzas del Senado de Estados Unidos: en el primer párrafo se cita que Canadá y México se han comprometido, vía el T-MEC, con las familias, trabajadores, agricultores y empresarios estadounidenses, pero que no han cumplido.

¿A qué se refieren? En esencia a lo firmado en materia laboral, energética, medio ambiental, de contenido regional entre otros aspectos, en el T-MEC.

Por ello México debe considerar que, junto con la recesión económica y el Covid-19, la elección en Estados Unidos ha provocado un cambio estructural que requiere una nueva estrategia para México, una que propicie mayor fortaleza interna y que no deje de ver la realidad externa. No es conveniente abrir el camino a presiones innecesarias.



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Un nuevo cambio estructural se ha generado por los resultados de la elección en Estados Unidos y México debe estar preparado.

El marco de referencia de la estrategia nacional debe considerar aspectos que conforman parte de la realidad política y social estadounidense. Las decisiones se deberán tomar no sólo ponderando el punto de vista interno.

John Foster Dulles, quien fuera secretario de Estado durante el mandato del presidente Eisenhower, fue claro y transparente en un postulado que define claramente un pilar fundamental de su país en la interacción con el resto del mundo: “Estados Unidos no tiene amigos, tiene intereses”.

¿Cuál es la agenda de Joe Biden?: estrictamente nacionalista en materia de generación de empleo, fomento a lo hecho en Estados Unidos, política industrial, ampliación del Buy America, disminuir la dependencia respecto a China y garantizar el cumplimiento del T-MEC.

Biden privilegiará la agenda medioambiental (anunció el regreso de su país al Acuerdo de París), en energías limpias y en materia laboral.

México puede recordar lo firmado en el T-MEC y la postura de Kamala Harris, la vicepresidenta electa, al respecto.

También es recomendable considerar que el T-MEC no es una extensión del TLCAN, es un nuevo marco de alineación hacia los intereses de Estados Unidos, y varios de los capítulos estratégicos fueron diseñados por los demócratas.

Por ello, el Gobierno de México debe valorar la dimensión de la reacción de la sociedad estadounidense y de los grupos de poder respecto al resultado electoral.

La negación de transmitir la inconformidad de Donald Trump respecto a los resultados electorales muestra la evaluación que los medios de comunicación, y sus grupos de interés, han realizado: no participaran en acciones que cuestionen, fuera del marco legal, a sus instituciones electorales.

En este sentido, es esencial que se aprecie la agenda de los políticos estadounidenses, aun de los republicanos: se pondrá en el centro de su razonamiento la fortaleza de sus instituciones porque para ellos trascienden a la temporalidad de las personas.

Se debe recordar la elección del año 2000, cuando Al Gore terminó cediendo ante George W. Bush después de un mes de litigar la elección presidencial. Al final el sistema político de Estados Unidos presionó lo suficiente para evitar más cuestionamientos a su sistema electoral, la esencia de su apreciada democracia. El paso de Gore en la historia política norteamericana terminó en ese momento.

Justin Trudeau lo ha comprendido perfectamente en Canadá. El triunfo de Joe Biden abre una nueva etapa en América del Norte. Para los canadienses se puede traducir en la reconstrucción de una relación estratégica que se fracturó durante la negociación del T-MEC.

La acción de Trudeau no es algo menor. Como referencia se debe recordar la carta del 30 de octubre que se elaboró en el Comité de Finanzas del Senado de Estados Unidos: en el primer párrafo se cita que Canadá y México se han comprometido, vía el T-MEC, con las familias, trabajadores, agricultores y empresarios estadounidenses, pero que no han cumplido.

¿A qué se refieren? En esencia a lo firmado en materia laboral, energética, medio ambiental, de contenido regional entre otros aspectos, en el T-MEC.

Por ello México debe considerar que, junto con la recesión económica y el Covid-19, la elección en Estados Unidos ha provocado un cambio estructural que requiere una nueva estrategia para México, una que propicie mayor fortaleza interna y que no deje de ver la realidad externa. No es conveniente abrir el camino a presiones innecesarias.



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