/ lunes 22 de junio de 2020

Economía 4.0 | La fuerza de la crisis mexicana

El próximo viernes México conocerá oficialmente otro indicio claro de la magnitud de la crisis que afecta el desempeño de su economía.

El INEGI publicará la información del Indicador Global de la Actividad Económica correspondiente al mes de abril. Será la doceava caída consecutiva y la treceava en los últimos 14 meses. Habrá igualado lo que ocurrió en 1995 y en el 2001-2002.

Además, si el Secretario de Hacienda y Crédito Público tiene razón respecto a que la economía cayó (-) 19%, será la mayor contracción del sistema productivo desde que se tienen registros mensuales (1993).

Por su magnitud, será una cifra no observada desde 1932 y presentará la segunda etapa de una recesión que comenzó en el 2019 pero que se agudizó viralmente por el Covid-19.

Desde una perspectiva de política económica, el significado de la contracción contabilizada en abril debería ser el elemento a partir del cual se considere la reconstrucción de toda la estrategia presupuestaria, de inversión y de gasto público.

Debería implicar un replanteamiento de objetivos y prioridades: México entró a un tobogán inédito que requiere de nuevas estrategias para alentar la creación de empleo y desarrollo socail a través del crecimiento y la inversión productiva.

El colapso del sistema económico no es coyuntural ni un hecho transitorio. Alrededor de la economía mexicana se operan cambios estructurales que atenuaran la reactivación nacional.

El Covid-19 no ha desaparecido, y el segundo brote observado en Alemania, China y Estados Unidos, así como su aumento en Brasil y la India, representan una advertencia que la planeación hacendaria mexicana deberá considerar: el comercio global no se va a recuperar rápidamente.

Por su parte, la esperanza depositada en el T-MEC se enfrentará a la cruda realidad tanto de la recesión industrial que atraviesa Estados Unidos como a la decisión tomada por el presidente Trump de implementar una política comercial que administrará la instrumentación del acuerdo: a partir del primero de julio próximo, el libre comercio dará paso, oficialmente, al comercio regulado por Estados Unidos.

Sin embargo, ello no es lo único por considerar. El ciclo industrial de Estados Unidos se encuentra en la fase negativa más profunda de los últimos 50 años, la caída es profunda y no ha tocado fondo.

Además, durante el último medio siglo la industria norteamericana ha tardado, por lo menos, cuatro años para recuperar lo perdido. En otras palabras: en el mejor de los casos, será hasta el 2024 cuando el principal socio económico de México se encuentre en el nivel industrial alcanzado en 2019.

¿Por qué es relevante? Debido al error de no instrumentar una verdadera política industrial, la evolución del sector fabril mexicano depende de lo que ocurre en Estados Unidos: sin un programa contracíclico e industrial nacional, México queda expuesto a la inercia de la dependencia.

En estos momentos el gobierno federal también conoce lo que ocurrió con las finanzas públicas durante mayo: el verdadero tamaño de la recaudación tributaria y petrolera. Se puede anticipar que los resultados no fueron positivos.

Por ello, como ha sido señalado tanto por el Diputado Alfonso Ramírez Cuellar y el Senador Ricardo Monreal durante sus reuniones con la Concamin: es momento de reestablecer la colaboración y comunicación entre el Gobierno de México y el sector privado para impulsar una estrategia de recuperación que garantice el desarrollo social y el crecimiento económico del país.



Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico

El próximo viernes México conocerá oficialmente otro indicio claro de la magnitud de la crisis que afecta el desempeño de su economía.

El INEGI publicará la información del Indicador Global de la Actividad Económica correspondiente al mes de abril. Será la doceava caída consecutiva y la treceava en los últimos 14 meses. Habrá igualado lo que ocurrió en 1995 y en el 2001-2002.

Además, si el Secretario de Hacienda y Crédito Público tiene razón respecto a que la economía cayó (-) 19%, será la mayor contracción del sistema productivo desde que se tienen registros mensuales (1993).

Por su magnitud, será una cifra no observada desde 1932 y presentará la segunda etapa de una recesión que comenzó en el 2019 pero que se agudizó viralmente por el Covid-19.

Desde una perspectiva de política económica, el significado de la contracción contabilizada en abril debería ser el elemento a partir del cual se considere la reconstrucción de toda la estrategia presupuestaria, de inversión y de gasto público.

Debería implicar un replanteamiento de objetivos y prioridades: México entró a un tobogán inédito que requiere de nuevas estrategias para alentar la creación de empleo y desarrollo socail a través del crecimiento y la inversión productiva.

El colapso del sistema económico no es coyuntural ni un hecho transitorio. Alrededor de la economía mexicana se operan cambios estructurales que atenuaran la reactivación nacional.

El Covid-19 no ha desaparecido, y el segundo brote observado en Alemania, China y Estados Unidos, así como su aumento en Brasil y la India, representan una advertencia que la planeación hacendaria mexicana deberá considerar: el comercio global no se va a recuperar rápidamente.

Por su parte, la esperanza depositada en el T-MEC se enfrentará a la cruda realidad tanto de la recesión industrial que atraviesa Estados Unidos como a la decisión tomada por el presidente Trump de implementar una política comercial que administrará la instrumentación del acuerdo: a partir del primero de julio próximo, el libre comercio dará paso, oficialmente, al comercio regulado por Estados Unidos.

Sin embargo, ello no es lo único por considerar. El ciclo industrial de Estados Unidos se encuentra en la fase negativa más profunda de los últimos 50 años, la caída es profunda y no ha tocado fondo.

Además, durante el último medio siglo la industria norteamericana ha tardado, por lo menos, cuatro años para recuperar lo perdido. En otras palabras: en el mejor de los casos, será hasta el 2024 cuando el principal socio económico de México se encuentre en el nivel industrial alcanzado en 2019.

¿Por qué es relevante? Debido al error de no instrumentar una verdadera política industrial, la evolución del sector fabril mexicano depende de lo que ocurre en Estados Unidos: sin un programa contracíclico e industrial nacional, México queda expuesto a la inercia de la dependencia.

En estos momentos el gobierno federal también conoce lo que ocurrió con las finanzas públicas durante mayo: el verdadero tamaño de la recaudación tributaria y petrolera. Se puede anticipar que los resultados no fueron positivos.

Por ello, como ha sido señalado tanto por el Diputado Alfonso Ramírez Cuellar y el Senador Ricardo Monreal durante sus reuniones con la Concamin: es momento de reestablecer la colaboración y comunicación entre el Gobierno de México y el sector privado para impulsar una estrategia de recuperación que garantice el desarrollo social y el crecimiento económico del país.



Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico