/ martes 5 de febrero de 2019

El divorcio como derecho

Si usted coincide con el Presidente respecto de que hay desintegración familiar porque se ha incrementado el divorcio y es consecuencia de falta de valores, permítame decirle que es mucho más probable que un divorcio a tiempo prevenga el deterioro de una familia, particularmente cuando se padece violencia de género, o las desavenencias entre la pareja son irreconciliables.

Las causas de la desintegración familiar son múltiples y pueden trascender a situaciones de conflictividad social provocando deterioro del contrato social, de la vida comunitaria civilizada. La violencia en la familia y en la comunidad, violencia de género, promiscuidad, precariedad económica, educación deficiente, depresión, estereotipos morales, abandono, inmadurez, muerte de algún integrante, separación o divorcio con consecuencias irreparables, así como la ausencia de soluciones pacíficas y mediadoras frente a las crisis causan situaciones de desunión negativas. También el desplazamiento forzado y la violencia social causan desintegración familiar.

Conviene entonces no dejarse influenciar contra la institución del divorcio. Por cierto su incremento no tiene nada que ver con el neoliberalismo, sino con la ampliación de las causales que permiten una rápida y menos complicada separación cuando un matrimonio ya no tiene cohesión indispensable para una convivencia entre dos personas, particularmente estas causales las hemos venido ganando las mujeres para equiparar nuestros derechos al de los hombres, para facilitar la reconstrucción de nuestras vidas.

La disolución del matrimonio es una institución reconocida prácticamente en todo el mundo, con excepción del Estado Vaticano. Chile lo reconoce legalmente desde el 2004 y Malta y Filipinas desde 2011, últimos países en legalizarlo no sin dificultades debido a la influencia predominante del catolicismo; como sabemos la Iglesia Católica establece que el matrimonio religioso es indisoluble, es para siempre. De ahí que las antipatías contra el divorcio tengan como origen el pensamiento religioso y se le acusa como el causante de la desintegración familiar.

Los datos estadísticos en América latina señalan como principal causa de la desintegración familiar los problemas económicos en un 39 por ciento; debilitamiento y crisis de la propia institución un 32 por ciento; cuestionamiento crítico que no cree en la institución del matrimonio un 28 por ciento, y en menor medida por problemas entre los padres.

@angelicadelap

Defensora de Derechos Humanos

Si usted coincide con el Presidente respecto de que hay desintegración familiar porque se ha incrementado el divorcio y es consecuencia de falta de valores, permítame decirle que es mucho más probable que un divorcio a tiempo prevenga el deterioro de una familia, particularmente cuando se padece violencia de género, o las desavenencias entre la pareja son irreconciliables.

Las causas de la desintegración familiar son múltiples y pueden trascender a situaciones de conflictividad social provocando deterioro del contrato social, de la vida comunitaria civilizada. La violencia en la familia y en la comunidad, violencia de género, promiscuidad, precariedad económica, educación deficiente, depresión, estereotipos morales, abandono, inmadurez, muerte de algún integrante, separación o divorcio con consecuencias irreparables, así como la ausencia de soluciones pacíficas y mediadoras frente a las crisis causan situaciones de desunión negativas. También el desplazamiento forzado y la violencia social causan desintegración familiar.

Conviene entonces no dejarse influenciar contra la institución del divorcio. Por cierto su incremento no tiene nada que ver con el neoliberalismo, sino con la ampliación de las causales que permiten una rápida y menos complicada separación cuando un matrimonio ya no tiene cohesión indispensable para una convivencia entre dos personas, particularmente estas causales las hemos venido ganando las mujeres para equiparar nuestros derechos al de los hombres, para facilitar la reconstrucción de nuestras vidas.

La disolución del matrimonio es una institución reconocida prácticamente en todo el mundo, con excepción del Estado Vaticano. Chile lo reconoce legalmente desde el 2004 y Malta y Filipinas desde 2011, últimos países en legalizarlo no sin dificultades debido a la influencia predominante del catolicismo; como sabemos la Iglesia Católica establece que el matrimonio religioso es indisoluble, es para siempre. De ahí que las antipatías contra el divorcio tengan como origen el pensamiento religioso y se le acusa como el causante de la desintegración familiar.

Los datos estadísticos en América latina señalan como principal causa de la desintegración familiar los problemas económicos en un 39 por ciento; debilitamiento y crisis de la propia institución un 32 por ciento; cuestionamiento crítico que no cree en la institución del matrimonio un 28 por ciento, y en menor medida por problemas entre los padres.

@angelicadelap

Defensora de Derechos Humanos