/ jueves 25 de marzo de 2021

El futuro quedó atrás

¿Cómo sentir el orden establecido como algo propio cuando han borrado todas mis huellas? ¿Por qué deberíamos sentir orgullo del país y su desarrollo, cuando no somos parte de su historia?

Norbert Lechner


Mientras el inquilino de Palacio Nacional lanza cataplasmas de optimismo y reproduce su visión aldeana de la fenomenología sanitaria, los datos que invaden la realidad son contrarios al “mundo feliz” que promete el ciudadano presidente. Veamos lo macro: la Comisión Económica para América Latina y el Caribe da una cubetada de agua helada, afirmando que “la desigualdad en América Latina aumentó 5.6% el año pasado medida con el coeficiente Gini”. Dicho organismo también manifestó que “nos espera otra década perdida y ni con el rebote de crecimiento en 2021 en los próximos años se logrará recuperar los niveles de la actividad anteriores a la pandemia” (La Jornada, 17/3/19 p.19).


Desde nuestra visión multidimensional, un sector que ha sido severamente golpeado es la educación. Un reciente reporte del Banco Mundial (La Jornada, 18/3/19), exhibió que “América Latina y el Caribe atraviesan por una crisis educativa sin precedente. A futuro, la enorme pérdida de capital humano y productividad se podría traducir en una caída de ingresos agregados a nivel regional de 1.7 billones de dólares o aproximadamente 10% de los ingresos totales”. En el caso mexicano, el informe expresa que 43% de los niños ya estaban en pobreza por aprendizaje y se estima que caiga a 36. 8%.


Por su parte, el INEGI presentó una encuesta que indica que fueron 5.2 millones de alumnos que abandonaron la escuela o no se inscribieron en los ciclos 2019-2020 y 2020-2021, en un rango de edad de 3 a 29 años. El resorte de este fenómeno ha sido producto por los efectos trepidatorios del Covid-19 y la histórica precarización expansiva.


En el rubro de empleo, los trabajadores jóvenes, miembros de las generaciones llamadas “Millennial” y “Z”, han sufrido la peor parte de la pérdida de empleos en nuestra región debido a la pandemia. En México representan 4 de cada 5 desempleados. Además, los niveles de desempleo se elevaron en un promedio de 30% en estos segmentos en el segundo trimestre de 2020, el doble del nivel de 2009, según la agencia Moody’s.


Como se observa, el panorama no es nada gratificante para esos grupos etarios. Por supuesto, su múltiple tragedia está inscrita en las coordenadas de una crisis estructural, en donde el Estado ha mostrado de qué lado está y a qué intereses defiende. Lo que se avecina ratificará la radiografía del mundo desigual en que vivimos. Para nuestra desgracia.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz

¿Cómo sentir el orden establecido como algo propio cuando han borrado todas mis huellas? ¿Por qué deberíamos sentir orgullo del país y su desarrollo, cuando no somos parte de su historia?

Norbert Lechner


Mientras el inquilino de Palacio Nacional lanza cataplasmas de optimismo y reproduce su visión aldeana de la fenomenología sanitaria, los datos que invaden la realidad son contrarios al “mundo feliz” que promete el ciudadano presidente. Veamos lo macro: la Comisión Económica para América Latina y el Caribe da una cubetada de agua helada, afirmando que “la desigualdad en América Latina aumentó 5.6% el año pasado medida con el coeficiente Gini”. Dicho organismo también manifestó que “nos espera otra década perdida y ni con el rebote de crecimiento en 2021 en los próximos años se logrará recuperar los niveles de la actividad anteriores a la pandemia” (La Jornada, 17/3/19 p.19).


Desde nuestra visión multidimensional, un sector que ha sido severamente golpeado es la educación. Un reciente reporte del Banco Mundial (La Jornada, 18/3/19), exhibió que “América Latina y el Caribe atraviesan por una crisis educativa sin precedente. A futuro, la enorme pérdida de capital humano y productividad se podría traducir en una caída de ingresos agregados a nivel regional de 1.7 billones de dólares o aproximadamente 10% de los ingresos totales”. En el caso mexicano, el informe expresa que 43% de los niños ya estaban en pobreza por aprendizaje y se estima que caiga a 36. 8%.


Por su parte, el INEGI presentó una encuesta que indica que fueron 5.2 millones de alumnos que abandonaron la escuela o no se inscribieron en los ciclos 2019-2020 y 2020-2021, en un rango de edad de 3 a 29 años. El resorte de este fenómeno ha sido producto por los efectos trepidatorios del Covid-19 y la histórica precarización expansiva.


En el rubro de empleo, los trabajadores jóvenes, miembros de las generaciones llamadas “Millennial” y “Z”, han sufrido la peor parte de la pérdida de empleos en nuestra región debido a la pandemia. En México representan 4 de cada 5 desempleados. Además, los niveles de desempleo se elevaron en un promedio de 30% en estos segmentos en el segundo trimestre de 2020, el doble del nivel de 2009, según la agencia Moody’s.


Como se observa, el panorama no es nada gratificante para esos grupos etarios. Por supuesto, su múltiple tragedia está inscrita en las coordenadas de una crisis estructural, en donde el Estado ha mostrado de qué lado está y a qué intereses defiende. Lo que se avecina ratificará la radiografía del mundo desigual en que vivimos. Para nuestra desgracia.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz

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