Sinceramente México es un país difícil de entender… La curva nada más no baja, las muertes y contagios continúan en cifras muy altas y... el viernes tuve la necesidad de recorrer calles de Xochimilco e Iztapalapa y me pareció increíble que, pese a las mantas previendo zonas de alto riesgo de contagio, la gente –hombres, mujeres y niños-, deambulaban por las calles sin ninguna precaución, incluyendo por supuesto la omisión de cubrebocas y la “sana distancia”… es por ello justamente que, dada la imposibilidad de imponer un confinamiento estricto, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, optó por la transparencia y por el contacto directo con sus ciudadanos.
Sabemos que, desde el aislamiento de su oficina, sigue en una pantalla gigante la movilidad urbana y los centros de contagio en tiempo real, y sabemos también que aunque se ha deslindado poco a poco de la actuación del gobierno federal, mismo que desde finales de marzo optó por un confinamiento voluntario y, desde principios de junio, por un desconfinamiento gradual, las muertes y contagios continúan en aumento en el área metropolitana del Valle de México.
Vaya que las virtudes de las grandes ciudades se han transformado en vulnerabilidades frente al virus; esta CDMX concentra casi 9 millones de habitantes, sin embargo, considerando los suburbios del Estado de México, sumamos 22 millones de personas... difícil de controlar ante esta pandemia que no tiene fronteras, y ante una población que poco entiende razones, recomendaciones, distancias…
Sheibaum ha declarado que tanto López Obrador como ella han creído en la conciencia de los habitantes para tomar por sí mismos las medidas necesarias de sana distancia; “en cualquier caso, era imposible imponer el encierro obligatorio... nuestra policía está ocupada por la inseguridad, que no se detuvo a pesar de la emergencia sanitaria... entre el 40% y el 50% de las personas viven al día de la economía informal, es imposible sumergirlos brutalmente en la miseria…”
Se tomaron medidas con antelación, invitando a los residentes a quedarse en casa a partir del 23 de marzo, un mes antes de entrar en la etapa 3 de contagio con la aceleración de la epidemia. Cerramos las escuelas primero, luego bares, cines, teatros… En cuanto a la movilidad, bajó entre el 60% y 70% en la ciudad, ha señalado la Jefa de Gobierno, lo cual nos permitió aplanar la curva de contagio para tener hospitales menos saturados...
El caso es que la epidemia no cede y el semáforo permanece en rojo cuando menos una semana más: “ Ante la emergencia, el desafío es encontrar el delicado equilibrio para reducir el número de personas hospitalizadas y de muertes sin afectar de más la economía de millones de familias -declara Claudia-. Pero también necesitamos construir una “nueva normalidad” con el tiempo. Se ha hablado mucho sobre la adaptación de las ciudades al cambio climático. La crisis de Covid-19 nos muestra que necesitamos ir más lejos, con un desarrollo sostenible mejor adecuado a las crisis sanitarias. No volveremos a nuestra vida antes del Covid-19. Estamos entre la espada y la pared, para mal o para bien. Está en nosotros construir un futuro mejor”.
Lo cierto es que estamos viviendo una situación que nunca imaginamos, pensábamos que sólo se daría en libros y películas apocalípticos, y es momento de pensar: ¿cómo será el futuro?
Probablemente para quienes estamos en la “edad adulta”, ya no habrá muchos cambios respecto al estilo de vida pero, ¿que será para nuestros hijos y su descendencia cuando la lleguen a tener? ¿cómo irá a ser su vida?; es seguro que la enseñanza, el comercio, las oficinas, las diversiones, los viajes, todo será diferente: sin duda esta pandemia reubicó las prioridades de nuestras vidas, valoramos más la salud, la convivencia familiar, las cosas sencillas y habituales; el poder, la celebridad o el éxito, el blof y el glamur han pasado a un segundo, tercer, quinto plano… lo importante es tener salud.
Hoy, en este Día del Padre -que deberíamos celebrar hasta el 16 de agosto a propuesta de la Jefa de Gobierno-, hemos caído en cuenta de que la “vieja normalidad” no tenía nada de normal: la delincuencia, las armas, la depredación del hombre y del medio ambiente, eso no es “normal”.
Ha llegado la hora de promover, nosotros, la recuperación de la verdadera “civilización”, bajo esquemas de humanidad y armonía.
Es grato recordar los días felices y propiciar que estos tiempos de pandemia acarreen muchos de ellos a nuestros hijos; como padres –y madres-, independientemente de la edad que ellos tengan, tenemos la inmensa oportunidad de dedicar tiempo ahora y motivar grandes recuerdos en ellos para el futuro.
¡FELIZ DÍA DEL PADRE! Abrazo hasta el cielo a mi adorado Chat…
gamogui@hotmail.com
