/ jueves 26 de agosto de 2021

El regreso de Renato Ibarra, un asunto delicado

Cómo olvidar el impacto que provocó conocer que Renato Ibarra, futbolista del América, en 2020 fue detenido después de que vecinos llamaron a la policía al oír gritos provenientes de su casa y se comprueba eran de su esposa, quien a pesar de su estado de embarazo, era violentada por el mediocampista. Derivado del escandaloso caso, la directiva del América lo suspendió definitivamente del club, se mencionó entonces, por orden de Azcárraga.

Quiero suponer que a Ibarra, se le auxilió entonces para que su detención fuese lo más amable posible ya que la autoridad le fincó el delito de “violencia doméstica” y sólo estuvo preso 8 días a partir de un arreglo económico entre su esposa y él, inscrito en una concepción denigrante de riña de pareja. Ella “retira” la denuncia, se le da un departamento y la manutención de los hijos; por cierto esto último no debió estar en el litigio del hecho, porque igual era una obligación de Ibarra. Este arreglo fue a todas luces irregular ya que la Ley explícitamente señala se debe evitar procedimientos de mediación o conciliación, por ser inviables en una relación de sometimiento entre el agresor y la víctima.

Hoy vuelve a estar en la opinión pública este futbolista al ser sorpresivamente contratado de nuevo por el América cuya directiva informa Renato “resolvió sus problemas familiares”, y como fue “capacitado en materia de equidad de género” (sic) ante el Centro Especializado para la Erradicación de las Conductas Violentas Hacia las Mujeres CECOVIM del gobierno de Jalisco, y al no recibir condena alguna, el Club América “ha optado por no prejuzgar aquello que la familia y las autoridades han solventado”; dice el comunicado donde lo definitivo de su cancelación de marzo de 2020, se archiva.

La violencia contra las mujeres enfrenta muchas dificultades no sólo porque las autoridades no quieren comprender el origen de la misma, prevalece su enfoque conservador y misógino. Conviene recordar que esta violencia en todos sus tipos y modalidades, deriva de una relación estructural desigual entre mujeres y hombres. Por eso su complejidad para erradicarla. No hay duda de que a partir de los golpes que recibió la esposa de Ibarra, puso en riesgo su vida y la del producto: es violencia feminicida. Pero por desgracia, el machismo somete a las mujeres de muchas formas.

Es muy lamentable que en el deporte no se entienda que los atletas son ejemplo para la sociedad, en particular para las y los niños y jóvenes. Un Club atiende la magnitud del hecho y decide tomar medidas “definitivas”, anuncia su compromiso para prevenir todo tipo de violencia contra las mujeres, dice trabajará para erradicar ese comportamiento de sus futbolistas y luego se olvida de su compromiso a partir de sus intereses económicos derivados de la competencia futbolera: Renato Ibarra vuelve porque “requieren” a un mediocampista y se disculpan señalando que eso ya quedó resuelto entre la pareja, aún cuando no hay ninguna constancia de que la conducta misógina del jugador haya sido superada.

Pero lo más increíble es que su regreso se de con vítores por parte de la afición americanista. Algo pasa en nuestra sociedad, cuando hay ausencia de un razonamiento respecto de que este asunto es muy delicado. Se evidencia una sociedad patriarcal que es permisible a que la violencia contra las mujeres siga gozando de impunidad.


Defensora de derechos humanos