/ domingo 31 de marzo de 2024

Entre piernas y telones / “Cabaret”

“En lo hondo de la calle, pesada y pomposa, bajo mi ventana. Tiendas en semisótanos donde las luces están todo el día encendidas, a la sombra de fachadas cargadas de balcones. El barrio entero es así: calles flanqueadas de casas destartaladas y monumentales como cajas fuertes, atestadas con las deslustradas joyas y el mobiliario de segunda mano de una clase media en bancarrota.

“Yo soy como una cámara con el obturador abierto, pasiva, minuciosa, incapaz de pensar. Capto la imagen del hombre que se afeita en la venta de enfrente y la de la mujer en kimono, lavándose la cabeza”.

De esta manera arranca “Diario berlinés (Otoño 1930)”, título del primer capítulo de la novela “Adiós a Berlín”, escrita por Christopher Isherwood, que sirvió de materia prima a “Cabaret”, musical que regresa a la cartelera mexicana.

La historia de es tan atractiva como la anécdota que cuenta. Apenas había terminado la Segunda Guerra mundial, cuando Isherwood publicó “The Berlin Stories”, en las que narra sus propias vivencias en la capital alemana. Seis años después, en 1951, se estrena en Broadway la primera versión teatral no musical de la novela, con el título de “I Am A Camera”, que alude evidentemente al segundo párrafo del texto, en la que el autor es esa cámara, esos ojos que ven a los otros personajes en los seis capítulos en que está dividido el texto, entre ellos uno dedicado a “Sally Bowles”.

En 1966, ya convertido en musical –con libreto de Joe Masteroff, música de John Kander, letras de Fred Ebb, y la dirección de Harold Prince– “Cabaret” se estrenó en Broadway, en un montaje que ganó ocho premios Tony. Dos años después llegó a Londres, con la entonces jovencísima Judi Dench como “Sally”.

En 1972, “Cabaret” llegó al cine dirigida por el ahora mítico Bob Fosse, luego de una serie de estiras y aflojas entre productores y creativos, así como decenas de complicaciones que pueden verse a detalle en la miniserie “Fosse/Verdon”.

El guión de la versión cinematográfica –como se explica en el programa de mano que recibe el público en el teatro Insurgentes— “fue escrito por Jay Presson Allen, quien introdujo numerosos cambios en el libreto original, modificando drásticamente la historia y los personajes, eliminando gran parte de los números musicales y añadiendo otros nuevos como ‘Mein Herr’, ‘Money’ y ‘Maybe This Time’”.

La cinta –que estuvo nominada a 10 premios Oscar, de los cuales obtuvo ocho, entre ellos el de Mejor Película, derrotando a la gran favorita de aquel año, “El padrino” y Mejor Actriz para Liza Minelli— inició sus proyecciones en Estados Unidos e Inglaterra con clasificación X, por sus explícitas alusiones a homosexualidad, hedonismo, aborto, antisemitismo… Posteriormente fue reclasificada en ambos países, aunque siempre con restricciones. Fue un éxito de taquilla, y con los años se ha convertido en un clásico. En 2006, se le incluyó entre los cinco mejores musicales estadunidenses de la historia, y hoy forma parte de la biblioteca del Congreso de Estados Unidos.

Con un libreto ajustado, que incluye las canciones de la película, desde entonces el musical ha tenido diversas reposiciones en Nueva York y Londres que enlistan nombres prestigiados y famosos como Sam Mendes, Alan Cumming, Natasha Richardson, Neil Patrick Harris, Emma Stone, Siena Miller, Michelle Williams, Eddie Redmayne, y por supuesto el legendario Studio 54…

A lo largo de su medio siglo de vida, este musical se ha montado en al menos 50 países, entre ellos el nuestro, en el que tiene también tiene una historia larga que arrancó en 1980 en el hoy cerrado teatro Lírico, en la calle de Cuba. Laura Zapata y Gloria Mayo alternaron el personaje de “Sally”; Guillermo Murray era “Ernst”; Gustavo Rojo fue “Cliff”; Amparito Arozamena era “Fraülein Scheneider”, Antonio Brillas “Herr Schultz” y Rodolfo Rodríguez como Maestro de ceremonias.

Casi un cuarto de siglo después, el 29 de octubre de 2004, “Cabaret” regresó a la ciudad de México en una producción de la siempre recordada Tina Galindo, junto con Claudio Carrera y Daniela Romo. El montaje fue un exitazo con una temporada de más de 500 representaciones por las que desfilaron como “Sally”, Itatí Cantoral, Tiaré Scanda, Kika Edgar y Chantal Andere; como “MC”, Luis Roberto Guzmán y Bruno Bichir; además de Raquel Olmedo, Olivia Bucio, Patricio Castillo, Gustavo Rojo y Flavio Medina.

Por cierto, la hoy muy famosa Fernanda Castillo formaba parte del ensamble y en algunas ocasiones, ante las eventualidades del teatro, dio vida al personaje de “Sally”.

Este largo preámbulo era necesario para sustentar el enorme peso de una puesta en escena como ésta; que es uno de esos clásicos que, como tales, siempre tienen vigencia.

“Cabaret” es un montaje que habla esencialmente de la irracionalidad humana, siempre permanente, ya sea en la Alemania de 1930, en la Rusia y Ucrania de hoy; en el medio Oriente siempre en conflicto; o en cada uno de los lugares de este México nuestro, donde a diario mueren un centenar de personas por los motivos más absurdos.

En el ya citado programa de mano, Daniela Romo –quien nuevamente produce, junto con Tina Galindo, Claudio Carrera y Diego Luna—subraya: “Cabaret es humana emoción, de ahí su vigencia”.

Y sí, se trata de una historia actual, poderosa, fuerte, aleccionadora, y que siempre debe verse.

Además, por fortuna, “Cabaret” ha permitido y permite toda clase de montajes. Desde los más tradicionales, hasta los más propositivos y aventurados. Y a estos últimos pertenece la actual puesta en escena que de jueves a domingo se presenta en el teatro Insurgentes, que una vez más sorprende con un gran ajuste en la sala, que lleva al público a vivir lo que hoy se califica contundentemente como una “experiencia”.

La parte delantera de la butaquería ha sido cambiada por pequeñas mesas y sillas, en las que el espectador se siente dentro de la trama y no sólo por la ubicación, sino porque algunas escenas transcurren realmente entre el público.

Encabeza el equipo creativo Mauricio García Lozano (dirección), y lo conforman Pablo Chemor (dirección musical), Jason A. Sparks y Gabriela Aldaz (coreografía), Miguel Jiménez (diseño de audio), Adrián Martínez Frausto (escenografía), Jerildy Bosch (vestuario), Regina Morales (iluminación) y Lissy Castro y Priscila Alba (producción ejecutiva).

Todo al servicio de un elenco que incluye figuras consagradas del musical en nuestro país y otras que llegan por vez primera al mismo.

Entre las primeras se encuentran Anahí Allué quien tiene toda una vida dedicada al género; Alberto Lomnitz, que desde su debut en “El hombre de La Mancha” (también montada en el Insurgentes) se enrachó en los musicales y Majo Pérez, quien sin duda es pilar de una nueva generación de sólidos artistas teatrales.

A ellos se suman, entre los recién llegados al musical, Nacho Tahhan, Gustavo Egelhaaf y Julián Segura.

Y por supuesto también entre los debutantes en este género están las protagonistas de esta puesta en escena: Irene Azuela e Ilse Salas, “Emcee” y “Sally”, respectivamente, dos estupendas actrices, quienes han declarado que con su llegada al musical han descubierto que el género exige preparación como de atleta olímpico. Ellas están enfrentando hoy ese maratón o decatlón; y van en busca de la medalla de oro.

Un aplauso para toda la enorme compañía que recibe al público en el “Kit Kat Club” cada noche para hacerlos vivir la experiencia de esta historia mítica, exitosa, reveladora, actual, viva...

Para cerrar mi recomendación, vuelvo al texto de Daniela Romo: “Celebro la presencia de ‘Cabaret’ en el gran teatro de los Insurgentes. ¡Celebremos la vida! Al fin y al cabo, la vida es un cabaret”.


“En lo hondo de la calle, pesada y pomposa, bajo mi ventana. Tiendas en semisótanos donde las luces están todo el día encendidas, a la sombra de fachadas cargadas de balcones. El barrio entero es así: calles flanqueadas de casas destartaladas y monumentales como cajas fuertes, atestadas con las deslustradas joyas y el mobiliario de segunda mano de una clase media en bancarrota.

“Yo soy como una cámara con el obturador abierto, pasiva, minuciosa, incapaz de pensar. Capto la imagen del hombre que se afeita en la venta de enfrente y la de la mujer en kimono, lavándose la cabeza”.

De esta manera arranca “Diario berlinés (Otoño 1930)”, título del primer capítulo de la novela “Adiós a Berlín”, escrita por Christopher Isherwood, que sirvió de materia prima a “Cabaret”, musical que regresa a la cartelera mexicana.

La historia de es tan atractiva como la anécdota que cuenta. Apenas había terminado la Segunda Guerra mundial, cuando Isherwood publicó “The Berlin Stories”, en las que narra sus propias vivencias en la capital alemana. Seis años después, en 1951, se estrena en Broadway la primera versión teatral no musical de la novela, con el título de “I Am A Camera”, que alude evidentemente al segundo párrafo del texto, en la que el autor es esa cámara, esos ojos que ven a los otros personajes en los seis capítulos en que está dividido el texto, entre ellos uno dedicado a “Sally Bowles”.

En 1966, ya convertido en musical –con libreto de Joe Masteroff, música de John Kander, letras de Fred Ebb, y la dirección de Harold Prince– “Cabaret” se estrenó en Broadway, en un montaje que ganó ocho premios Tony. Dos años después llegó a Londres, con la entonces jovencísima Judi Dench como “Sally”.

En 1972, “Cabaret” llegó al cine dirigida por el ahora mítico Bob Fosse, luego de una serie de estiras y aflojas entre productores y creativos, así como decenas de complicaciones que pueden verse a detalle en la miniserie “Fosse/Verdon”.

El guión de la versión cinematográfica –como se explica en el programa de mano que recibe el público en el teatro Insurgentes— “fue escrito por Jay Presson Allen, quien introdujo numerosos cambios en el libreto original, modificando drásticamente la historia y los personajes, eliminando gran parte de los números musicales y añadiendo otros nuevos como ‘Mein Herr’, ‘Money’ y ‘Maybe This Time’”.

La cinta –que estuvo nominada a 10 premios Oscar, de los cuales obtuvo ocho, entre ellos el de Mejor Película, derrotando a la gran favorita de aquel año, “El padrino” y Mejor Actriz para Liza Minelli— inició sus proyecciones en Estados Unidos e Inglaterra con clasificación X, por sus explícitas alusiones a homosexualidad, hedonismo, aborto, antisemitismo… Posteriormente fue reclasificada en ambos países, aunque siempre con restricciones. Fue un éxito de taquilla, y con los años se ha convertido en un clásico. En 2006, se le incluyó entre los cinco mejores musicales estadunidenses de la historia, y hoy forma parte de la biblioteca del Congreso de Estados Unidos.

Con un libreto ajustado, que incluye las canciones de la película, desde entonces el musical ha tenido diversas reposiciones en Nueva York y Londres que enlistan nombres prestigiados y famosos como Sam Mendes, Alan Cumming, Natasha Richardson, Neil Patrick Harris, Emma Stone, Siena Miller, Michelle Williams, Eddie Redmayne, y por supuesto el legendario Studio 54…

A lo largo de su medio siglo de vida, este musical se ha montado en al menos 50 países, entre ellos el nuestro, en el que tiene también tiene una historia larga que arrancó en 1980 en el hoy cerrado teatro Lírico, en la calle de Cuba. Laura Zapata y Gloria Mayo alternaron el personaje de “Sally”; Guillermo Murray era “Ernst”; Gustavo Rojo fue “Cliff”; Amparito Arozamena era “Fraülein Scheneider”, Antonio Brillas “Herr Schultz” y Rodolfo Rodríguez como Maestro de ceremonias.

Casi un cuarto de siglo después, el 29 de octubre de 2004, “Cabaret” regresó a la ciudad de México en una producción de la siempre recordada Tina Galindo, junto con Claudio Carrera y Daniela Romo. El montaje fue un exitazo con una temporada de más de 500 representaciones por las que desfilaron como “Sally”, Itatí Cantoral, Tiaré Scanda, Kika Edgar y Chantal Andere; como “MC”, Luis Roberto Guzmán y Bruno Bichir; además de Raquel Olmedo, Olivia Bucio, Patricio Castillo, Gustavo Rojo y Flavio Medina.

Por cierto, la hoy muy famosa Fernanda Castillo formaba parte del ensamble y en algunas ocasiones, ante las eventualidades del teatro, dio vida al personaje de “Sally”.

Este largo preámbulo era necesario para sustentar el enorme peso de una puesta en escena como ésta; que es uno de esos clásicos que, como tales, siempre tienen vigencia.

“Cabaret” es un montaje que habla esencialmente de la irracionalidad humana, siempre permanente, ya sea en la Alemania de 1930, en la Rusia y Ucrania de hoy; en el medio Oriente siempre en conflicto; o en cada uno de los lugares de este México nuestro, donde a diario mueren un centenar de personas por los motivos más absurdos.

En el ya citado programa de mano, Daniela Romo –quien nuevamente produce, junto con Tina Galindo, Claudio Carrera y Diego Luna—subraya: “Cabaret es humana emoción, de ahí su vigencia”.

Y sí, se trata de una historia actual, poderosa, fuerte, aleccionadora, y que siempre debe verse.

Además, por fortuna, “Cabaret” ha permitido y permite toda clase de montajes. Desde los más tradicionales, hasta los más propositivos y aventurados. Y a estos últimos pertenece la actual puesta en escena que de jueves a domingo se presenta en el teatro Insurgentes, que una vez más sorprende con un gran ajuste en la sala, que lleva al público a vivir lo que hoy se califica contundentemente como una “experiencia”.

La parte delantera de la butaquería ha sido cambiada por pequeñas mesas y sillas, en las que el espectador se siente dentro de la trama y no sólo por la ubicación, sino porque algunas escenas transcurren realmente entre el público.

Encabeza el equipo creativo Mauricio García Lozano (dirección), y lo conforman Pablo Chemor (dirección musical), Jason A. Sparks y Gabriela Aldaz (coreografía), Miguel Jiménez (diseño de audio), Adrián Martínez Frausto (escenografía), Jerildy Bosch (vestuario), Regina Morales (iluminación) y Lissy Castro y Priscila Alba (producción ejecutiva).

Todo al servicio de un elenco que incluye figuras consagradas del musical en nuestro país y otras que llegan por vez primera al mismo.

Entre las primeras se encuentran Anahí Allué quien tiene toda una vida dedicada al género; Alberto Lomnitz, que desde su debut en “El hombre de La Mancha” (también montada en el Insurgentes) se enrachó en los musicales y Majo Pérez, quien sin duda es pilar de una nueva generación de sólidos artistas teatrales.

A ellos se suman, entre los recién llegados al musical, Nacho Tahhan, Gustavo Egelhaaf y Julián Segura.

Y por supuesto también entre los debutantes en este género están las protagonistas de esta puesta en escena: Irene Azuela e Ilse Salas, “Emcee” y “Sally”, respectivamente, dos estupendas actrices, quienes han declarado que con su llegada al musical han descubierto que el género exige preparación como de atleta olímpico. Ellas están enfrentando hoy ese maratón o decatlón; y van en busca de la medalla de oro.

Un aplauso para toda la enorme compañía que recibe al público en el “Kit Kat Club” cada noche para hacerlos vivir la experiencia de esta historia mítica, exitosa, reveladora, actual, viva...

Para cerrar mi recomendación, vuelvo al texto de Daniela Romo: “Celebro la presencia de ‘Cabaret’ en el gran teatro de los Insurgentes. ¡Celebremos la vida! Al fin y al cabo, la vida es un cabaret”.