/ domingo 15 de agosto de 2021

Entre piernas y telones | Cuidado con el perro

Mientras veo Cuidado con el perro, viene a mi mente Esclavas del poder, un enorme reportaje (en todos los sentidos) en el que la periodista Lydia Cacho hace un recorrido por el terrible mundo de la trata de niñas y mujeres en materialmente el planeta entero.

Pienso en ello porque la primera de las escenas que sucede en esta puesta en escena tiene que ver con ese sórdido ambiente en algún punto del sudeste asiático. De hecho, la construcción de la misma y la actitud (e incluso apariencia) del narrador trajeron a mi mente el musical Miss Saigon, que aborda también esta terrible y cada vez más extendida situación.

Si bien sólo esta primera escena de Cuidado con el perro habla de tan grave asunto, los cuatro fragmentos de la obra tienen que ver con la violencia de género, que pese a todo sigue siendo un mal de todos los días en infinidad de lugares y ámbitos, sin importan clase social, nivel cultural, ubicación geográfica.

Escrita por Eva Redondo Llorente y dirigida por Mahalat Sánchez, Cuidado con el perro es una gran puesta en escena que pone el dedo en la llaga de un tema que no debe olvidarse, que debe recordarse y combatirse todo el tiempo, pues contra lo que pudiera pensarse, se presenta en infinidad de situaciones aparentemente inocuas y que, por lo mismo, no se definen como agresiones, en muchas ocasiones ni siquiera por las mismas víctimas.

Cuatro historias en cuatro latitudes, es la forma exacta en la que esta puesta en escena se autodefine y que, en sus propias palabras “nos confronta con aquella parte de nosotros mismos, que podría convertirnos en depredadores o en cómplices de mecanismos de agresión”.

De la primera escena que aborda el turismo sexual infantil en Tailandia, la puesta en escena pasa a una aparentemente trivial despedida de solteros en una casa de Valle de Bravo, en la que un “inocente” toqueteo trastoca toda la reunión; y luego una más que actual escenificación de la “mala suerte” de una adolescente que debe enfrentar que su foto desnuda circule por la red. Finalmente, una desgarradora escena sobre la necesidad de una madre de evitar a toda costa dar a luz a una niña en la India, pues hay lugares donde ser niña es sinónimo de maldición.

Además del gran acierto de la dramaturga al abordar con mucho tacto estas situaciones, hay que elogiar la puesta en escena llena de hallazgos, entre ellos una muy funcional (y simbólica) escenografía, que da a la puesta en escena un toque muy especial.

Evidentemente todo esto se concreta en el trabajo actoral de cinco muy buenos intérpretes, que transitan estupendamente bien de una historia a otra. Teté Espinoza, como en todos los trabajos que le he visto, soberbia; y excelentes Ana Lucía Ramírez, Estefanía Norato, José Cremayer y Miguel Corral.

Cuidado con el perro se presenta en el Teatro El Galeón, Abraham Oceransky, hasta el 12 de septiembre, los jueves y viernes a las 20:00 horas, sábados a las 19:00 horas, y domingos a las 18:00 horas.

Mientras veo Cuidado con el perro, viene a mi mente Esclavas del poder, un enorme reportaje (en todos los sentidos) en el que la periodista Lydia Cacho hace un recorrido por el terrible mundo de la trata de niñas y mujeres en materialmente el planeta entero.

Pienso en ello porque la primera de las escenas que sucede en esta puesta en escena tiene que ver con ese sórdido ambiente en algún punto del sudeste asiático. De hecho, la construcción de la misma y la actitud (e incluso apariencia) del narrador trajeron a mi mente el musical Miss Saigon, que aborda también esta terrible y cada vez más extendida situación.

Si bien sólo esta primera escena de Cuidado con el perro habla de tan grave asunto, los cuatro fragmentos de la obra tienen que ver con la violencia de género, que pese a todo sigue siendo un mal de todos los días en infinidad de lugares y ámbitos, sin importan clase social, nivel cultural, ubicación geográfica.

Escrita por Eva Redondo Llorente y dirigida por Mahalat Sánchez, Cuidado con el perro es una gran puesta en escena que pone el dedo en la llaga de un tema que no debe olvidarse, que debe recordarse y combatirse todo el tiempo, pues contra lo que pudiera pensarse, se presenta en infinidad de situaciones aparentemente inocuas y que, por lo mismo, no se definen como agresiones, en muchas ocasiones ni siquiera por las mismas víctimas.

Cuatro historias en cuatro latitudes, es la forma exacta en la que esta puesta en escena se autodefine y que, en sus propias palabras “nos confronta con aquella parte de nosotros mismos, que podría convertirnos en depredadores o en cómplices de mecanismos de agresión”.

De la primera escena que aborda el turismo sexual infantil en Tailandia, la puesta en escena pasa a una aparentemente trivial despedida de solteros en una casa de Valle de Bravo, en la que un “inocente” toqueteo trastoca toda la reunión; y luego una más que actual escenificación de la “mala suerte” de una adolescente que debe enfrentar que su foto desnuda circule por la red. Finalmente, una desgarradora escena sobre la necesidad de una madre de evitar a toda costa dar a luz a una niña en la India, pues hay lugares donde ser niña es sinónimo de maldición.

Además del gran acierto de la dramaturga al abordar con mucho tacto estas situaciones, hay que elogiar la puesta en escena llena de hallazgos, entre ellos una muy funcional (y simbólica) escenografía, que da a la puesta en escena un toque muy especial.

Evidentemente todo esto se concreta en el trabajo actoral de cinco muy buenos intérpretes, que transitan estupendamente bien de una historia a otra. Teté Espinoza, como en todos los trabajos que le he visto, soberbia; y excelentes Ana Lucía Ramírez, Estefanía Norato, José Cremayer y Miguel Corral.

Cuidado con el perro se presenta en el Teatro El Galeón, Abraham Oceransky, hasta el 12 de septiembre, los jueves y viernes a las 20:00 horas, sábados a las 19:00 horas, y domingos a las 18:00 horas.