/ domingo 28 de abril de 2024

Entre piernas y telones / Percusiones y Números imaginarios

El teatro, como todos lo sabemos, es efímero. Y efímero —según el diccionario de la Real Academia Española— es algo pasajero, fugaz, breve, temporal, transitorio, momentáneo, perecedero, caduco, corto...

Recuerdo aquí esta obviedad porque en la semana que termina lamenté en dos ocasiones que ésa fuera precisamente la naturaleza del hecho teatral, pues terminaron sus temporadas los dos montajes de los que escribo a continuación, por lo que el público ya no podrá disfrutarlos. ¿O sí?

“Percusiones” y “Números imaginarios”, son, ¿eran?, sus títulos.

Vamos por partes. Escrita por el joven dramaturgo Aldo Martínez Sandoval, “Percusiones” cuenta la vida de “Andy”, un adolescente que va descubriendo su sexualidad a golpes, algunos fuertes y otros no tanto, pero golpes al fin; en encuentros y desencuentros, clandestinos, inesperados, aleccionadores.

En esta obra, el autor de otras como “Donde habite el olvido”, “El dilema del erizo”, “Memoria en el asfalto”, y “Así llegó la primavera”, se acerca de una manera ágil, lúdica, divertida en muchos momentos, a un tema cotidiano, común para miles de jovencitos que, como “Andy”, el protagonista, tienen que luchar a contracorriente y casi siempre solos, para que la realidad no los arrolle... ¡y algunos se quedan en el camino!

Antón Araiza es el director de escena y una vez más muestra su gran talento para llenar cada escena de verdad y de un ritmo que atrapa; además extrae lo mejor de cada uno de sus intérpretes.

Daniel Páez estupendo como el casi niño “Andy”, con su inocencia y fragilidad; Alfredo Veldáñez es —como ya lo he escrito aquí en otras ocasiones— un excelente actor joven, y qué mejor muestra que los dos personajes diametralmente opuestos a los que aquí da vida; y Alejandra Ramos, quien además junto con Daniel es productora del montaje.

Acabaron también las funciones de “Números imaginarios”, con la que Luis Guerrero fue finalista del Premio Nacional de Dramaturgia joven.

En esta obra, el también autor de “Las ruinas de la memoria” (Premio Nacional de Dramaturgia Emilio Carballido 2020) y “El cielo de los alacranes”, entre otras, hace una muy interesante reflexión sobre el tiempo en lo “abstracto”, y también en torno al “impacto” del mismo en las vidas.

En esta excelente puesta en escena, se cuenta la vida de “Isaac” en tres momentos de su existencia: infancia y adolescencia, madurez, y vejez.

“Isaac”, bautizado así en honor a Newton, es un físico concentrado en la ciencia, por lo que vive aislado de la realidad circundante, y muchos de los momentos importantes de la misma se le pasan de largo.

En un muy interesante y divertido ejercicio, el público ve simultáneamente al personaje en sus tres edades, y es testigo de lo que uno reprocha a los otros, o la manera en que se animan o se cuestionan, o…

Eduardo Córdoba es el director de escena de este montaje que, con una muy bien diseñada escenografía de Aline Bejarano, se ubica en 15 lugares con sólo el manejo de unos cubos que recuerdan al famoso Rubik.

Ernesto M. Agraz, José Galinzoga, Abraham Lombrozo, Mariela Rueda, Ramiro Piñón y Roberto Wohlmuth integran el elenco. Todos muy bien.

“Percusiones” y “Números imaginarios” no sólo eran, sino que son los títulos de estas dos obras; pues aunque concluyeron ya sus temporadas, ambos textos dramáticos no se pierden, sólo se han guardado momentáneamente y ojalá pronto, muy pronto, ambos montajes vuelvan a la cartelera. Y si no, los textos estarán esperando a nuevos aventureros, o aventados, teatreros que quieran ofrecernos una nueva versión.

Efímero sí, es el teatro en sus montajes; no lo es en su materia prima: el texto dramático, y he aquí dos grandes textos, de dos grandes autores jóvenes mexicanos.

Felicidades a los autores, directores, actores y a ambas compañías por estos excelentes montajes efímeros, que se quedan en la memoria de quienes tuvimos el gusto de verlos.


El teatro, como todos lo sabemos, es efímero. Y efímero —según el diccionario de la Real Academia Española— es algo pasajero, fugaz, breve, temporal, transitorio, momentáneo, perecedero, caduco, corto...

Recuerdo aquí esta obviedad porque en la semana que termina lamenté en dos ocasiones que ésa fuera precisamente la naturaleza del hecho teatral, pues terminaron sus temporadas los dos montajes de los que escribo a continuación, por lo que el público ya no podrá disfrutarlos. ¿O sí?

“Percusiones” y “Números imaginarios”, son, ¿eran?, sus títulos.

Vamos por partes. Escrita por el joven dramaturgo Aldo Martínez Sandoval, “Percusiones” cuenta la vida de “Andy”, un adolescente que va descubriendo su sexualidad a golpes, algunos fuertes y otros no tanto, pero golpes al fin; en encuentros y desencuentros, clandestinos, inesperados, aleccionadores.

En esta obra, el autor de otras como “Donde habite el olvido”, “El dilema del erizo”, “Memoria en el asfalto”, y “Así llegó la primavera”, se acerca de una manera ágil, lúdica, divertida en muchos momentos, a un tema cotidiano, común para miles de jovencitos que, como “Andy”, el protagonista, tienen que luchar a contracorriente y casi siempre solos, para que la realidad no los arrolle... ¡y algunos se quedan en el camino!

Antón Araiza es el director de escena y una vez más muestra su gran talento para llenar cada escena de verdad y de un ritmo que atrapa; además extrae lo mejor de cada uno de sus intérpretes.

Daniel Páez estupendo como el casi niño “Andy”, con su inocencia y fragilidad; Alfredo Veldáñez es —como ya lo he escrito aquí en otras ocasiones— un excelente actor joven, y qué mejor muestra que los dos personajes diametralmente opuestos a los que aquí da vida; y Alejandra Ramos, quien además junto con Daniel es productora del montaje.

Acabaron también las funciones de “Números imaginarios”, con la que Luis Guerrero fue finalista del Premio Nacional de Dramaturgia joven.

En esta obra, el también autor de “Las ruinas de la memoria” (Premio Nacional de Dramaturgia Emilio Carballido 2020) y “El cielo de los alacranes”, entre otras, hace una muy interesante reflexión sobre el tiempo en lo “abstracto”, y también en torno al “impacto” del mismo en las vidas.

En esta excelente puesta en escena, se cuenta la vida de “Isaac” en tres momentos de su existencia: infancia y adolescencia, madurez, y vejez.

“Isaac”, bautizado así en honor a Newton, es un físico concentrado en la ciencia, por lo que vive aislado de la realidad circundante, y muchos de los momentos importantes de la misma se le pasan de largo.

En un muy interesante y divertido ejercicio, el público ve simultáneamente al personaje en sus tres edades, y es testigo de lo que uno reprocha a los otros, o la manera en que se animan o se cuestionan, o…

Eduardo Córdoba es el director de escena de este montaje que, con una muy bien diseñada escenografía de Aline Bejarano, se ubica en 15 lugares con sólo el manejo de unos cubos que recuerdan al famoso Rubik.

Ernesto M. Agraz, José Galinzoga, Abraham Lombrozo, Mariela Rueda, Ramiro Piñón y Roberto Wohlmuth integran el elenco. Todos muy bien.

“Percusiones” y “Números imaginarios” no sólo eran, sino que son los títulos de estas dos obras; pues aunque concluyeron ya sus temporadas, ambos textos dramáticos no se pierden, sólo se han guardado momentáneamente y ojalá pronto, muy pronto, ambos montajes vuelvan a la cartelera. Y si no, los textos estarán esperando a nuevos aventureros, o aventados, teatreros que quieran ofrecernos una nueva versión.

Efímero sí, es el teatro en sus montajes; no lo es en su materia prima: el texto dramático, y he aquí dos grandes textos, de dos grandes autores jóvenes mexicanos.

Felicidades a los autores, directores, actores y a ambas compañías por estos excelentes montajes efímeros, que se quedan en la memoria de quienes tuvimos el gusto de verlos.