/ martes 30 de enero de 2024

Feliz Tu Bishvat

Por: Mtra. Mariana González Araujo*

Los árboles también tienen su año nuevo y dentro de la tradición judía se le llama Tu Bishvat y aunque dentro del calendario es una fiesta menor, sirve como un recordatorio que impulsa a la conciencia ambiental.

Este año comenzó el miércoles 24 de enero y terminó al caer la noche del 25 de enero. Comúnmente, se festeja comiendo frutos provenientes de los árboles o palmeras como los dátiles, consumiendo bebidas fermentadas como los vinos y plantando árboles para seguir contando con sus frutos.

En esta ocasión, esta festividad se sumó al día mundial de la educación ambiental del 26 de enero, día en que escuelas y centros educativos alrededor del mundo se unen al esfuerzo por guiar y formar jóvenes para que puedan participar de forma activa en la recuperación del medio ambiente.

Considerada como una de las mejores herramientas para afrontar las desigualdades ambientales, la educación ambiental puede lograr que, a través del conocimiento, las nuevas generaciones se sensibilicen y procuren cada vez un contacto mayor con los sujetos forestales.

Así, tanto la educación como las prácticas culturales nos ayudan a preservar nuestro patrimonio, y en este caso especialmente el patrimonio biocultural. Este último, según la CONABIO, considera al conocimiento y prácticas ecológicas locales, la riqueza de sus ecosistemas - con su flora y fauna-, el paisaje, así como la memoria viva de las prácticas en los ambientes construidos.

Este patrimonio biocultural contempla diferentes dimensiones que consideran diferentes enfoques para el manejo del paisaje siendo estas las memorias del ecosistema, del paisaje y aquella memoria basada en los espacios, así como dos dimensiones que integran estas tres memorias en el análisis integrado del paisaje y la responsabilidad del cuidado y cambio. En estas últimas se estudian los procesos que integran a las primeras para poder construir propuestas de mantenimiento de los ecosistemas.

Para México el concepto de patrimonio biocultural representa una oportunidad para dar a conocer y preservar nuestra herencia pues, según el Instituto de Ecología A.C., en nuestro país se encuentra el 10 por ciento de la riqueza biológica del planeta y a nivel mundial, ocupamos el quinto lugar en riqueza de lenguas indígenas.

Por ello, atendiendo a una diversidad de 68 lenguas indígenas, cuyos pueblos han preservado a su vez la diversidad biológica a lo largo de nuestro territorio, las prácticas bioculturales nos ayudan a que nuestras prácticas y tradiciones se consoliden cada día como memoria viva, no solo para preservar nuestra cultura sino también nuestros paisajes.

Esta conexión nos permite comprender y recordar que el patrimonio no está constituido solo por aquello que puedes tocar sino también por lo intangible, como la tradición oral, pues retomando el texto del Instituto de Ecología A.C., el patrimonio cultural nace de la necesidad de reconocer y valorar la relación hombre- naturaleza.

Que nos sirva pues la festividad de Tu Bishvat para reconocer nuestra relación indisoluble con la naturaleza. Entender que la memoria del paisaje es también memoria de nuestros pueblos y mientras viva una, vivirá la otra.

* Profesora de Medio Ambiente de la Facultad de Estudios Globales.

Por: Mtra. Mariana González Araujo*

Los árboles también tienen su año nuevo y dentro de la tradición judía se le llama Tu Bishvat y aunque dentro del calendario es una fiesta menor, sirve como un recordatorio que impulsa a la conciencia ambiental.

Este año comenzó el miércoles 24 de enero y terminó al caer la noche del 25 de enero. Comúnmente, se festeja comiendo frutos provenientes de los árboles o palmeras como los dátiles, consumiendo bebidas fermentadas como los vinos y plantando árboles para seguir contando con sus frutos.

En esta ocasión, esta festividad se sumó al día mundial de la educación ambiental del 26 de enero, día en que escuelas y centros educativos alrededor del mundo se unen al esfuerzo por guiar y formar jóvenes para que puedan participar de forma activa en la recuperación del medio ambiente.

Considerada como una de las mejores herramientas para afrontar las desigualdades ambientales, la educación ambiental puede lograr que, a través del conocimiento, las nuevas generaciones se sensibilicen y procuren cada vez un contacto mayor con los sujetos forestales.

Así, tanto la educación como las prácticas culturales nos ayudan a preservar nuestro patrimonio, y en este caso especialmente el patrimonio biocultural. Este último, según la CONABIO, considera al conocimiento y prácticas ecológicas locales, la riqueza de sus ecosistemas - con su flora y fauna-, el paisaje, así como la memoria viva de las prácticas en los ambientes construidos.

Este patrimonio biocultural contempla diferentes dimensiones que consideran diferentes enfoques para el manejo del paisaje siendo estas las memorias del ecosistema, del paisaje y aquella memoria basada en los espacios, así como dos dimensiones que integran estas tres memorias en el análisis integrado del paisaje y la responsabilidad del cuidado y cambio. En estas últimas se estudian los procesos que integran a las primeras para poder construir propuestas de mantenimiento de los ecosistemas.

Para México el concepto de patrimonio biocultural representa una oportunidad para dar a conocer y preservar nuestra herencia pues, según el Instituto de Ecología A.C., en nuestro país se encuentra el 10 por ciento de la riqueza biológica del planeta y a nivel mundial, ocupamos el quinto lugar en riqueza de lenguas indígenas.

Por ello, atendiendo a una diversidad de 68 lenguas indígenas, cuyos pueblos han preservado a su vez la diversidad biológica a lo largo de nuestro territorio, las prácticas bioculturales nos ayudan a que nuestras prácticas y tradiciones se consoliden cada día como memoria viva, no solo para preservar nuestra cultura sino también nuestros paisajes.

Esta conexión nos permite comprender y recordar que el patrimonio no está constituido solo por aquello que puedes tocar sino también por lo intangible, como la tradición oral, pues retomando el texto del Instituto de Ecología A.C., el patrimonio cultural nace de la necesidad de reconocer y valorar la relación hombre- naturaleza.

Que nos sirva pues la festividad de Tu Bishvat para reconocer nuestra relación indisoluble con la naturaleza. Entender que la memoria del paisaje es también memoria de nuestros pueblos y mientras viva una, vivirá la otra.

* Profesora de Medio Ambiente de la Facultad de Estudios Globales.