/ domingo 13 de diciembre de 2020

Génesis y credo del Estado neoético (II)

¿Por qué el actual gobierno pretende “educar” al pueblo si éste es “sabio” y es “bueno”? Una posible respuesta es que busca “reeducarlo” para apuntalar su legitimidad futura, sólo que enfrenta un problema: la “Guía Ética” lejos de abonar a ello, pone mayor luz a las grandes contradicciones del actual régimen.

“Respetar la diferencia”: ¿cuando priva la denostación e imposición a ultranza de sus postulados y juicios parahistóricos? “No hay nada más valioso que la vida, la libertad y la seguridad de las personas”: ¿cuando si algo no ha importado es esto, como lo hemos visto en el atroz manejo de la pandemia? “No se debe humillar a nadie”: ¿Por qué entonces exhibir y hace escarnio de las personas en el patíbulo públicamente mundial de cada mañana? “Nadie puede estar en paz sin libertad”: ¿acaso se respeta la libertad de elección de todos los que creen en una opción política distinta a la que detenta hoy el poder o la opinión de quienes critican el actuar gubernamental?

“El amor al prójimo es la esencia del humanismo”: ¿es amarlo cuando se siembra odio y destila rencor por los que piensan diferente? Amor “al conocimiento, las prácticas profesionales, las artes y los deportes. No dañar a nadie”. ¿Es amor atacar permanentemente a periodistas, intelectuales, médicos, abogados, jueces, empresarios, científicos y despreciar la riqueza del lenguaje para emplear o acuñar nuevos vocablos? “Quien no sabe de dónde viene difícilmente sabe a dónde va… Procura conocer, comprender y honrar a tus ancestros biológicos y culturales”: ¿cómo entonces, en vez de promover una visión objetiva e integracionista de nuestros orígenes, se atiza un discurso histórico-interpretativo maniqueo, estigmacionista y, ante todo, escisionista? “La ingratitud degrada”: ¿y aún así denostar todo lo que culturalmente nuestra Nación ha recibido a lo largo de su desarrollo? México no sería el que es sin la suma de todas las aportaciones culturales que ha recibido, como la hispánica.

“Del perdón y la redención”: toda una contradicción óntica. El perdón no se pide, debe nacer en dado caso y de forma espontánea. Lo contrario resulta artificial y desnaturaliza la esencia misma de lo que él implica, porque no liberará de culpa alguna si ésta no es asumida. Pedirlo, en consecuencia, es un acto de soberbia, máxime si se concluye con una paráfrasis socrática poco afortunada: “perdónate a ti mismo”. La redención, por su parte, es un concepto de tratamiento delicado, pues más allá de ser simple “superación de errores, toma de conciencia por actos indebidos, arrepentimiento”, como refiere la Guía, es un principio religioso central de la doctrina cristiana, vinculado a la salvación del hombre, independientemente de que nos regresa a planteamientos de teoría criminológica superados hace más de una centuria.

“De la igualdad. La buena ley debe moderar la opulencia y la indigencia, la desigualdad no es un hecho natural, es producto de la injusticia y genera sufrimiento”: graves, muy graves consideraciones. Eufemísticamente somos iguales, pero si algo ha comprobado la biología es que todos somos únicos e irrepetibles. Por cuanto a la acumulación material, ésta no es el problema sino la indigencia y decir “primero los pobres”, es demagogia: Tabasco es la mejor y mayor prueba. “No mentir, no robar, no traicionar”: la frase más dogmática, limitante y contradictoria de la Guía, porque de nada sirven estos “mandamientos”, si es la distorsión de la realidad y desprecio por la verdad los que privan en el discurso oficial. “Ser fraterno es hacer propios los problemas de los demás”: ¿acaso ante la pandemia y la catástrofe multifactorial que hoy se cierne sobre nuestra Nación ha habido empatía y fraternidad del Estado?

“La justicia es la conciliación civilizada con base en el derecho”: ¿cómo declarar entonces que la ley es burocrática y entrampa? “De la autoridad y el poder, si los usas en provecho propio o de tus allegados incurres en corrupción”: ¿y todos los que han sido señalados, propios y extraños, por qué prevalecen los intereses y tiempos políticos? “No hay mayor satisfacción que tener trabajo y disfrutarlo”: ¿por qué abandonar a la sociedad, privar a cientos de miles de él y permitir impávidamente que millones lo sigan perdiendo? El más rico es el “más generoso”, “los acuerdos se cumplen”, la familia es “núcleo de ayuda mutua”, sólo las comunidades ancestrales no han transformado al entorno: ¿argumentos para eximir al Estado de sus responsabilidades?

\u0009No, no inspira, alarma su lectura. La cartilla de Reyes era de naturaleza cívica. ¿Cuál es el verdadero de la Guía? Es un documento fundacional dogmático, pseudo axio-deontológico, que nos hace evocar a Elias Canetti y los peligros que entraña cuando el poder da una y otra vez “aguijones-órdenes” a la masa, máxime cuando está colmada de desazón. No sólo porque podemos estar asistiendo a la génesis de un Estado neoético y de su correspondiente y potencial “masa de inversión”, sino porque estamos en la antesala de la muerte de la democracia.


bettyzanolli@gmail.com

@BettyZanolli

¿Por qué el actual gobierno pretende “educar” al pueblo si éste es “sabio” y es “bueno”? Una posible respuesta es que busca “reeducarlo” para apuntalar su legitimidad futura, sólo que enfrenta un problema: la “Guía Ética” lejos de abonar a ello, pone mayor luz a las grandes contradicciones del actual régimen.

“Respetar la diferencia”: ¿cuando priva la denostación e imposición a ultranza de sus postulados y juicios parahistóricos? “No hay nada más valioso que la vida, la libertad y la seguridad de las personas”: ¿cuando si algo no ha importado es esto, como lo hemos visto en el atroz manejo de la pandemia? “No se debe humillar a nadie”: ¿Por qué entonces exhibir y hace escarnio de las personas en el patíbulo públicamente mundial de cada mañana? “Nadie puede estar en paz sin libertad”: ¿acaso se respeta la libertad de elección de todos los que creen en una opción política distinta a la que detenta hoy el poder o la opinión de quienes critican el actuar gubernamental?

“El amor al prójimo es la esencia del humanismo”: ¿es amarlo cuando se siembra odio y destila rencor por los que piensan diferente? Amor “al conocimiento, las prácticas profesionales, las artes y los deportes. No dañar a nadie”. ¿Es amor atacar permanentemente a periodistas, intelectuales, médicos, abogados, jueces, empresarios, científicos y despreciar la riqueza del lenguaje para emplear o acuñar nuevos vocablos? “Quien no sabe de dónde viene difícilmente sabe a dónde va… Procura conocer, comprender y honrar a tus ancestros biológicos y culturales”: ¿cómo entonces, en vez de promover una visión objetiva e integracionista de nuestros orígenes, se atiza un discurso histórico-interpretativo maniqueo, estigmacionista y, ante todo, escisionista? “La ingratitud degrada”: ¿y aún así denostar todo lo que culturalmente nuestra Nación ha recibido a lo largo de su desarrollo? México no sería el que es sin la suma de todas las aportaciones culturales que ha recibido, como la hispánica.

“Del perdón y la redención”: toda una contradicción óntica. El perdón no se pide, debe nacer en dado caso y de forma espontánea. Lo contrario resulta artificial y desnaturaliza la esencia misma de lo que él implica, porque no liberará de culpa alguna si ésta no es asumida. Pedirlo, en consecuencia, es un acto de soberbia, máxime si se concluye con una paráfrasis socrática poco afortunada: “perdónate a ti mismo”. La redención, por su parte, es un concepto de tratamiento delicado, pues más allá de ser simple “superación de errores, toma de conciencia por actos indebidos, arrepentimiento”, como refiere la Guía, es un principio religioso central de la doctrina cristiana, vinculado a la salvación del hombre, independientemente de que nos regresa a planteamientos de teoría criminológica superados hace más de una centuria.

“De la igualdad. La buena ley debe moderar la opulencia y la indigencia, la desigualdad no es un hecho natural, es producto de la injusticia y genera sufrimiento”: graves, muy graves consideraciones. Eufemísticamente somos iguales, pero si algo ha comprobado la biología es que todos somos únicos e irrepetibles. Por cuanto a la acumulación material, ésta no es el problema sino la indigencia y decir “primero los pobres”, es demagogia: Tabasco es la mejor y mayor prueba. “No mentir, no robar, no traicionar”: la frase más dogmática, limitante y contradictoria de la Guía, porque de nada sirven estos “mandamientos”, si es la distorsión de la realidad y desprecio por la verdad los que privan en el discurso oficial. “Ser fraterno es hacer propios los problemas de los demás”: ¿acaso ante la pandemia y la catástrofe multifactorial que hoy se cierne sobre nuestra Nación ha habido empatía y fraternidad del Estado?

“La justicia es la conciliación civilizada con base en el derecho”: ¿cómo declarar entonces que la ley es burocrática y entrampa? “De la autoridad y el poder, si los usas en provecho propio o de tus allegados incurres en corrupción”: ¿y todos los que han sido señalados, propios y extraños, por qué prevalecen los intereses y tiempos políticos? “No hay mayor satisfacción que tener trabajo y disfrutarlo”: ¿por qué abandonar a la sociedad, privar a cientos de miles de él y permitir impávidamente que millones lo sigan perdiendo? El más rico es el “más generoso”, “los acuerdos se cumplen”, la familia es “núcleo de ayuda mutua”, sólo las comunidades ancestrales no han transformado al entorno: ¿argumentos para eximir al Estado de sus responsabilidades?

\u0009No, no inspira, alarma su lectura. La cartilla de Reyes era de naturaleza cívica. ¿Cuál es el verdadero de la Guía? Es un documento fundacional dogmático, pseudo axio-deontológico, que nos hace evocar a Elias Canetti y los peligros que entraña cuando el poder da una y otra vez “aguijones-órdenes” a la masa, máxime cuando está colmada de desazón. No sólo porque podemos estar asistiendo a la génesis de un Estado neoético y de su correspondiente y potencial “masa de inversión”, sino porque estamos en la antesala de la muerte de la democracia.


bettyzanolli@gmail.com

@BettyZanolli