/ jueves 28 de abril de 2022

La iglesia de AMLO

No hay nada más terrible que una ignorancia activa.

Goethe


Los ritos, evocaciones y ceremonias que se viven en Palacio Nacional y durante las giras que realiza el ciudadano presidente López Obrador, tienen ciertos rasgos de evangelización. El tono monacal de sus mensajes lo ejemplifican. El tabasqueño no contesta preguntas ni resuelve dudas, él profetiza, exorciza, excomulga, absuelve y condena. Está convencido de que su misión en el mundo es esa.


Primer mandamiento. Nadie es digno de confianza, al menos que le rinda pleitesía al sacerdote de Palacio. Todos, sin excepción, deben jurar lealtad y seguidismo a las órdenes del dueño del poder sexenal. No se debe titubear cuando se trata de defender el catecismo del presidente. Al unísono deben sonar los aplausos y vítores cuando la voz única se hace presente. Esa es la verdad, la del señor, que debe transmitirse a través de los modernos juglares en las redes sociales.


Segundo mandamiento. El gabinete debe cumplir una función de ornato. Siempre decir sí al presidente. Nada de declaraciones públicas, únicamente si los entrevista el veleidoso jefe de relaciones públicas del gobierno, ese ex reportero medio crítico. Claro, deben repetirse las odas dichas en las alturas.


Tercer mandamiento. Los legisladores de Morena no pueden pensar con cabeza propia. Deben esperar que el pastor respectivo les ordene cómo votar y cuándo hablar. Deben estar blindados ante los cuestionamientos de la oposición. Su misión es respaldar la palabra de AMLO y ser cínicos como timbre de orgullo. Requisitos básicos.


Cuarto mandamiento. Las “corcholatas”, esto es, Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, deben esmerarse en comportarse como los más fieles defensores de la palabra del señor. Exhibir su fe y lealtad al destapador es su misión diaria. Aunque sean abyectos.


Quinto mandamiento. El reino del señor es intrincado. Cualquier movimiento en falso puede implicar su expulsión y destierro, con su consiguiente carpeta de investigación y la acusación de traición. No hay perdón ni piedad. La fórmula es clara: 90% lealtad y 10% capacidad.


Sexto mandamiento. La feligresía debe estar atenta al dedo pulgar infalible del señor. Lista para atacar como jauría hambrienta después de lo dicho en cada mañanera. A cualquiera, menos a Trump, él es amigo del pontífice. En cambio, si es español todo el odio y rencor.


Séptimo Mandamiento. La ciencia y la cultura deben subsumirse a los deseos y caprichos del inquilino de Palacio Nacional. Es decir, deben estar sometidos a los ideales de la 4T, que son panfletarios y sectarios.


Octavo mandamiento. Toda la culpa es del neoliberalismo. Violencia en los estadios, homicidios, robos, feminicidios, ecocidios y corrupción. Amén.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter:@pedro_penaloz

No hay nada más terrible que una ignorancia activa.

Goethe


Los ritos, evocaciones y ceremonias que se viven en Palacio Nacional y durante las giras que realiza el ciudadano presidente López Obrador, tienen ciertos rasgos de evangelización. El tono monacal de sus mensajes lo ejemplifican. El tabasqueño no contesta preguntas ni resuelve dudas, él profetiza, exorciza, excomulga, absuelve y condena. Está convencido de que su misión en el mundo es esa.


Primer mandamiento. Nadie es digno de confianza, al menos que le rinda pleitesía al sacerdote de Palacio. Todos, sin excepción, deben jurar lealtad y seguidismo a las órdenes del dueño del poder sexenal. No se debe titubear cuando se trata de defender el catecismo del presidente. Al unísono deben sonar los aplausos y vítores cuando la voz única se hace presente. Esa es la verdad, la del señor, que debe transmitirse a través de los modernos juglares en las redes sociales.


Segundo mandamiento. El gabinete debe cumplir una función de ornato. Siempre decir sí al presidente. Nada de declaraciones públicas, únicamente si los entrevista el veleidoso jefe de relaciones públicas del gobierno, ese ex reportero medio crítico. Claro, deben repetirse las odas dichas en las alturas.


Tercer mandamiento. Los legisladores de Morena no pueden pensar con cabeza propia. Deben esperar que el pastor respectivo les ordene cómo votar y cuándo hablar. Deben estar blindados ante los cuestionamientos de la oposición. Su misión es respaldar la palabra de AMLO y ser cínicos como timbre de orgullo. Requisitos básicos.


Cuarto mandamiento. Las “corcholatas”, esto es, Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, deben esmerarse en comportarse como los más fieles defensores de la palabra del señor. Exhibir su fe y lealtad al destapador es su misión diaria. Aunque sean abyectos.


Quinto mandamiento. El reino del señor es intrincado. Cualquier movimiento en falso puede implicar su expulsión y destierro, con su consiguiente carpeta de investigación y la acusación de traición. No hay perdón ni piedad. La fórmula es clara: 90% lealtad y 10% capacidad.


Sexto mandamiento. La feligresía debe estar atenta al dedo pulgar infalible del señor. Lista para atacar como jauría hambrienta después de lo dicho en cada mañanera. A cualquiera, menos a Trump, él es amigo del pontífice. En cambio, si es español todo el odio y rencor.


Séptimo Mandamiento. La ciencia y la cultura deben subsumirse a los deseos y caprichos del inquilino de Palacio Nacional. Es decir, deben estar sometidos a los ideales de la 4T, que son panfletarios y sectarios.


Octavo mandamiento. Toda la culpa es del neoliberalismo. Violencia en los estadios, homicidios, robos, feminicidios, ecocidios y corrupción. Amén.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter:@pedro_penaloz

ÚLTIMASCOLUMNAS