/ sábado 25 de febrero de 2023

La moviola | Huesera: La radiografía del horror ético 

@lamoviola

Sin necesidad de copiar el canon del género mainstream de horror, Huesera (Michelle Garza Cervera, 2022), transcurre milimétrica, precisa y justa en su narrativa inquietante. Se funde lo estético-esperpéntico del cuerpo como vehículo para inquietar en una obra que también decanta por una reflexión feminista de fondo y esencia.

Porque el largometraje podrá tener como origen el horror, pero se adentra más allá en una reflexión sobre la libertad. Provoca con imágenes de impacto, la virgen inicial es toda una propuesta estética en sí misma y nunca se siente demagógica en su planteamiento de cine feminista con su manto de horror que apela a la cultura tradicional.

De buenos efectos especiales, donde por cierto no hay abuso porque predomina en la historia un ritmo preciso de cuándo deben de pasar los hechos e impactos, la película debuta además a la muy joven directora quien también es autora del guion junto con Abia Castillo.

Un horror en donde las vueltas de tuerca resultan éticas y son en el fondo odisea mística del personaje principal. Un guion que funciona a muchos niveles tanto prácticos cómo metafóricos, le dan a Huesera un tono de horror en lo externo y una reflexión de la esencia en el fondo, lo interno.

Valeria (Natalia Solián) es una joven que espera su primer hijo, con su pareja Raúl (Alfonso Dosal), un chavo pasmado por la vida y ajeno a lo que es evidente. En realidad, en el filme, todos los personajes masculinos tienen alguna tara de origen: un padre impositivo –Enoc Leaño preciso como siempre–, un niño berrinchudo hasta la náusea. En fin.

Parece que todo va bien, Valeria está instalada en la comodidad de la negación, pero un ente se aparece en su vida para atormentarla. La locura y el horror han llegado para hacer pagar la deuda de la cobardía ante la esencia.

Huesera trastoca valores desde su narrativa y afianza otros a partir de sus rupturas. No evita las convenciones del género pero sí las vulnera en su marco ético, porque el filme, más que tener el pilar del efectismo, tan del canon, establece una incorrección política que provoca y atrae no sin cierto escalofrío.

Huesera es la aprensión fílmica en manos de una directora que toma la capacidad de fabular en torno a un horror de tradición y una ruptura. Lo externo y lo interno pues.

El público que la ha visto en algunos festivales, ha reaccionado bien a la propuesta, y aunque es prematuro puede ser con el tiempo un clásico.

En el filme se une un grupo, bastante joven de realizadores, productores, y talento artístico, ver su propuesta y hacia dónde se dirigen resulta interesante en sí mismo.

Deje de tronarse los huesos Ant-Man ya fue. Dele una oportunidad a Huesera. No se va a arrepentir.

@lamoviola

Sin necesidad de copiar el canon del género mainstream de horror, Huesera (Michelle Garza Cervera, 2022), transcurre milimétrica, precisa y justa en su narrativa inquietante. Se funde lo estético-esperpéntico del cuerpo como vehículo para inquietar en una obra que también decanta por una reflexión feminista de fondo y esencia.

Porque el largometraje podrá tener como origen el horror, pero se adentra más allá en una reflexión sobre la libertad. Provoca con imágenes de impacto, la virgen inicial es toda una propuesta estética en sí misma y nunca se siente demagógica en su planteamiento de cine feminista con su manto de horror que apela a la cultura tradicional.

De buenos efectos especiales, donde por cierto no hay abuso porque predomina en la historia un ritmo preciso de cuándo deben de pasar los hechos e impactos, la película debuta además a la muy joven directora quien también es autora del guion junto con Abia Castillo.

Un horror en donde las vueltas de tuerca resultan éticas y son en el fondo odisea mística del personaje principal. Un guion que funciona a muchos niveles tanto prácticos cómo metafóricos, le dan a Huesera un tono de horror en lo externo y una reflexión de la esencia en el fondo, lo interno.

Valeria (Natalia Solián) es una joven que espera su primer hijo, con su pareja Raúl (Alfonso Dosal), un chavo pasmado por la vida y ajeno a lo que es evidente. En realidad, en el filme, todos los personajes masculinos tienen alguna tara de origen: un padre impositivo –Enoc Leaño preciso como siempre–, un niño berrinchudo hasta la náusea. En fin.

Parece que todo va bien, Valeria está instalada en la comodidad de la negación, pero un ente se aparece en su vida para atormentarla. La locura y el horror han llegado para hacer pagar la deuda de la cobardía ante la esencia.

Huesera trastoca valores desde su narrativa y afianza otros a partir de sus rupturas. No evita las convenciones del género pero sí las vulnera en su marco ético, porque el filme, más que tener el pilar del efectismo, tan del canon, establece una incorrección política que provoca y atrae no sin cierto escalofrío.

Huesera es la aprensión fílmica en manos de una directora que toma la capacidad de fabular en torno a un horror de tradición y una ruptura. Lo externo y lo interno pues.

El público que la ha visto en algunos festivales, ha reaccionado bien a la propuesta, y aunque es prematuro puede ser con el tiempo un clásico.

En el filme se une un grupo, bastante joven de realizadores, productores, y talento artístico, ver su propuesta y hacia dónde se dirigen resulta interesante en sí mismo.

Deje de tronarse los huesos Ant-Man ya fue. Dele una oportunidad a Huesera. No se va a arrepentir.