/ sábado 26 de marzo de 2022

La moviola | La peor persona del mundo. El melodrama de la introspección

@lamoviola

Está nominada al Oscar como Mejor Película Internacional y guión original. Pero lo anterior puede ser importante de ganar y de no hacerlo, la profunda vitalidad del filme será de todos modos innegable. Porque en La peor persona del mundo (Noruega, Joachín Trier, 2022), lo cotidiano se convierte en tragedia interna y clímax. El espectador acompaña a los personajes en una odisea de dudas y una carencia total, por fortuna, de juicios morales, lo cual es pilar del relato. Lo que vemos, es una suerte de crónica del infierno de la vida en sociedades utópicas.

La peor persona del mundo, concluye la trilogía concebida por el director nacido en 1974, que inicia con Reprise (2006), y continúa con Oslo 31 de agosto (2011). La nominación a Mejor Guion original, puede ampliar sus posibilidades de triunfo, aunque no es un filme complaciente o que se pueda digerir en una primera mirada. Deja más dudas que respuestas y esto la acerca a una suerte de realidad serena pero maldita.

La edad de Trier, concede de origen cierto cinismo melancólico a los personajes que transitan en un melodrama de maquillaje contenido pero de profundos conflictos internos. Es el cine de la crónica generacional que evita los artificios y uno de éstos, los ya mencionados juicios morales. Si somos un poco cínicos, tal vez sea una suerte de chick flick, que estalla el género para quitarle la banalidad y desnudarla en su profundo drama y patetismo.

Julie (Renate Reinsve), es una chava asustada por estar próxima a cumplir los 30 que trabaja en una librería a pesar de tener una vocación y formación para el arte. Mantiene una relación sólida, en apariencia, con el chavorruco escritor de tiras cómicas Aksel (el ex estrella infantil Anders Danielsen Lie), quien tiene 45 años y se muere por tener hijos. Pelean en todo momento por este motivo ya que la chica tiene dudas sobre este paso. De hecho, apenas y tiene paciencia con los horrendos engendros hijos de sus amigos que hacen berrinche en una fiesta.

Un día Julie se cuela en una fiesta, huyendo de un evento en el que homenajean a Aksel, y conoce a un sujeto que parece ser alguien de mundo, Eivind (Herbert Nordrum) pero que resulta trabaja en una cafetería muy quitado de la pena y parece ser también estaba de incógnito en la reunión.

Eivind, tiene una relación con la fanática de toda buena causa y parece estar harto. Después de una directa, sobria pero dolorosa separación, Julie se va a vivir con el barista (nótese la corrección) y a partir de ese momento la vida de la joven entrará en un cúmulo de emociones, que estarán sazonadas por la duda. Sobre todo cuando ve a Aksel, pelearse en radio con unas feministas radicales que critican a su máxima creación, un gato de barrio que cuestiona a la sociedad burguesa de Noruega. El don, no era tan aburrido piensa la chica.

La peor persona del mundo es el cine que siembra la duda y evita otorgar respuestas en las sociedades idílicas, que tiene la agudeza e inteligencia de confrontar ante el espectador a dos generaciones en sus pulsiones pero sobre todo omisiones y fracasos aún remediables. A pesar del intenso melodrama externo, en los actos de los protagonistas se respira un optimismo que los mueve para seguir adelante. No es una obra optimista, ni mucho menos aleccionadora, es un retrato de las paradojas que enfrenta sobre todo la juventud, que se acerca peligrosamente a la adultez.

La tragedia de lo cotidiano, como tradición cinéfila, en la que desfilan filmes como Gloria (Sebastián Leilo, 2013) o Después de la tormenta, (Hirokazu Koreeda, 2016).

El cine converso en duda. No en satisfacción pueril. Ojalá gane algo este domingo.


@lamoviola

Está nominada al Oscar como Mejor Película Internacional y guión original. Pero lo anterior puede ser importante de ganar y de no hacerlo, la profunda vitalidad del filme será de todos modos innegable. Porque en La peor persona del mundo (Noruega, Joachín Trier, 2022), lo cotidiano se convierte en tragedia interna y clímax. El espectador acompaña a los personajes en una odisea de dudas y una carencia total, por fortuna, de juicios morales, lo cual es pilar del relato. Lo que vemos, es una suerte de crónica del infierno de la vida en sociedades utópicas.

La peor persona del mundo, concluye la trilogía concebida por el director nacido en 1974, que inicia con Reprise (2006), y continúa con Oslo 31 de agosto (2011). La nominación a Mejor Guion original, puede ampliar sus posibilidades de triunfo, aunque no es un filme complaciente o que se pueda digerir en una primera mirada. Deja más dudas que respuestas y esto la acerca a una suerte de realidad serena pero maldita.

La edad de Trier, concede de origen cierto cinismo melancólico a los personajes que transitan en un melodrama de maquillaje contenido pero de profundos conflictos internos. Es el cine de la crónica generacional que evita los artificios y uno de éstos, los ya mencionados juicios morales. Si somos un poco cínicos, tal vez sea una suerte de chick flick, que estalla el género para quitarle la banalidad y desnudarla en su profundo drama y patetismo.

Julie (Renate Reinsve), es una chava asustada por estar próxima a cumplir los 30 que trabaja en una librería a pesar de tener una vocación y formación para el arte. Mantiene una relación sólida, en apariencia, con el chavorruco escritor de tiras cómicas Aksel (el ex estrella infantil Anders Danielsen Lie), quien tiene 45 años y se muere por tener hijos. Pelean en todo momento por este motivo ya que la chica tiene dudas sobre este paso. De hecho, apenas y tiene paciencia con los horrendos engendros hijos de sus amigos que hacen berrinche en una fiesta.

Un día Julie se cuela en una fiesta, huyendo de un evento en el que homenajean a Aksel, y conoce a un sujeto que parece ser alguien de mundo, Eivind (Herbert Nordrum) pero que resulta trabaja en una cafetería muy quitado de la pena y parece ser también estaba de incógnito en la reunión.

Eivind, tiene una relación con la fanática de toda buena causa y parece estar harto. Después de una directa, sobria pero dolorosa separación, Julie se va a vivir con el barista (nótese la corrección) y a partir de ese momento la vida de la joven entrará en un cúmulo de emociones, que estarán sazonadas por la duda. Sobre todo cuando ve a Aksel, pelearse en radio con unas feministas radicales que critican a su máxima creación, un gato de barrio que cuestiona a la sociedad burguesa de Noruega. El don, no era tan aburrido piensa la chica.

La peor persona del mundo es el cine que siembra la duda y evita otorgar respuestas en las sociedades idílicas, que tiene la agudeza e inteligencia de confrontar ante el espectador a dos generaciones en sus pulsiones pero sobre todo omisiones y fracasos aún remediables. A pesar del intenso melodrama externo, en los actos de los protagonistas se respira un optimismo que los mueve para seguir adelante. No es una obra optimista, ni mucho menos aleccionadora, es un retrato de las paradojas que enfrenta sobre todo la juventud, que se acerca peligrosamente a la adultez.

La tragedia de lo cotidiano, como tradición cinéfila, en la que desfilan filmes como Gloria (Sebastián Leilo, 2013) o Después de la tormenta, (Hirokazu Koreeda, 2016).

El cine converso en duda. No en satisfacción pueril. Ojalá gane algo este domingo.