/ sábado 28 de enero de 2023

La moviola | Los Fabelman, el síndrome Ocho y medio y Corsage

@lamoviola

El pudor estorba y dejarlo de lado se traduce en pulsión creativa. Parece ser y por derecho propio, las memorias infantiles y adolescentes ahora se asumen con particular alegría para fabular y compartir historias de creativos en pleno gozo de recapitulación existencial. Reconozcamos que para tiempos recientes nuestros compatriotas Alfonso Cuarón con Roma (México, 2018) dio el banderazo de salida, seguido apenas el año pasado por Alejandro González Iñárritu -Iñárritu, hermano ya eres mexicano- con Bardo (México, 2022), ahora toca el turno del hacedor de vocaciones cinéfilas, el movie mogul Steven Spielberg con Los Fabelman.

El filme muestra las memorias, muy libres, del creador de clásicos históricos como E.T. (Estados Unidos,1982) con guion del propio Spielberg y de Tony Kushner. En realidad, la película evita sus cuaronazos y fluye, aun en los momentos de mayor melodrama, dulzona y en una primera lectura, ligera. Algunos diálogos y circunstancias son de algún modo profundos y reveladores. Cuestión, vaya, desde donde uno ve el punto, la perspectiva, como dice uno de los personajes, en uno de los miembros clave de la historia. Quizá el más importante.

Los Fabelman, es una película de suburbio muy del gusto estadounidense, con sus secundarias en pleno goce del baile anual, cocinas integrales y un chico, Sammy (Gabriel LaBelle) en proceso de descubrir que la pasión y dolor siempre van de la mano. Es una coming of age que no desborda el dolor pero tiene en todo momento una sutil melancolía.

Autocomplaciente hasta el arrobo, la película cuenta la historia de Los Fabelman, una familia de clase media judía, en la que el hijo mayor Sammy, se deslumbra desde muy pequeño con el cine, al ver El espectáculo más grande del mundo (Cecil B. DeMille, 1952). Una ego confesión si uno le rasca de míster Spielberg.

Su padre, Burt (Paul Dano) un ingeniero informático pasivo, amable que ve con horror la pasión de su hijo por el cine y espera que con el tiempo madure y deje ese hobbie. El personaje central, el que en algún punto desata el eje de un guion que fluye edulcorado es Mitzi (Michelle Williams), de vocación frustrada como pianista. Espejo de algún modo para Sammy, quien tiene dos hermanas. Una de ellas de menos de siete años. Ocurrente y tierna. Los guiños a su cine son permanentes.

La vida les va amable. En todo momento está presente Bernnie (Seth Rogen), el mejor amigo de Burt. Sin ser freudiana, la película desnuda pues, la misoginia hoy culposa para el cineasta, de buena parte de su cine.

Los Fabelman, resulta en el fondo un cuento amoroso sobre la vocación cinéfila, con el agregado de una discreta maestría técnica y narrativa, con arrobadores miembros spielbergsianos. No la vea como un purista, disfrútela con amor porque de eso se trata el cuento. Y si, tiene sendas nominaciones al Oscar, aunque esto, quién sabe signifique algo.

En corto

Corsage (Maria Kreutzer, 2022), es un filme de rebeldía. Deconstruye personajes históricos, para hacer una valiente metáfora sobre la libertad y la rebeldía. Es el cuento de consuelo y ficción que se acomoda a las inquietudes actuales sin olvidar el pasado como metáfora.

La emperatriz Isabel de Austria (1837-1898) interpretada por Vicky Krieps, está a punto de cumplir 40 años. Harta de su vida, huye de compromisos oficiales en medio de una melancolía que la agobia. La película transita en un cuento de princesas y castillos que se desarma para llevarnos al horror de la soledad y el vacío.

De lo mejor que se ha visto en fechas recientes.