/ lunes 13 de abril de 2020

La rebelión de las Mipymes

Por: Enoch Castellanos

Una característica que define a micro, pequeñas y medianas empresas en México, es que sus dueños, emprendedores por obligación, están involucrados en todos los aspectos que conlleva el sacar adelante su negocio; venden, producen, entregan, contratan, pagan, atienden, etc., es decir son los trabajadores más entregados, verdaderos “Hombre-Orquesta”.

Quienes tenemos el orgullo de haber creado nuestras pequeñas empresas, lo sabemos bien. Se puede ganar satisfacción y dinero a cambio de largas jornadas que superan por mucho las 12 horas diarias, preocupaciones para cubrir nóminas, esfuerzo para cumplir la normatividad vigente y desvelos para el pago de impuestos.

La satisfacción de ver crecer tu negocio y contratar personal que antes no tenía un trabajo fijo; el saber que los hijos de tus colaboradores nacen ahora en una clínica del IMSS a diferencia de sus padres; el poder, nuestros empleados, adquirir su vivienda propia mediante un crédito de Infonavit, sin duda alguna representa un factor fundamental de cohesión social.

En contraparte el ambiente es totalmente adverso para aquellos que osan emprender una empresa: Tramitología, burocracia, extorsión, corrupción y siempre los vaivenes de la economía, “La vida del empresario es como hacer una carrera de obstáculos con los ojos vendados”.

Estos pequeños emprendedores, emanados de la cultura del esfuerzo, no son magnates ni de las altas esferas de la sociedad, son clasemedieros; cuatro millones y medio de propietarios de negocios de menor tamaño, que se autoemplean en sus empresas como medio para subsistir y poder mejorar la calidad de vida de sus familias, muchos de ellos viven al día sin grandes ahorros o patrimonio pero contribuyen con impuestos y empleos a la grandeza de México.

Hoy que la adversidad nuevamente toca a la puerta de las Mipymes, de la mano de la pandemia de COVID-19, hay un gobierno federal autista, que ignora apoyos para proteger de la crisis económica a quienes soportan 7 de cada 10 empleos formales en nuestro país. Ello está gestando un encono, en contra de autoridades de gobierno, que abandonan y estigmatizan a estos empresarios de menor tamaño. Propietarios que tienen que decidir entre pagar impuestos o salarios, renta o servicios, y además llevar dinero a su casa para cubrir sus propias necesidades y las de su familia. Ellos son el empleado más comprometido de su propia empresa, se han ganado a pulso el derecho a ser: El último hombre en pie de su changarro. Están a punto de perder no sólo su empleo sino todo su patrimonio ¡Los han dejado solos!

Hay molestia y decepción pero también deseos de movilizarse, defender sus empleos, resistir pacíficamente el pago de electricidad, impuestos y contribuciones, además de redefinir su interlocución con las autoridades de gobierno. Ellos solos, representan la mitad de la riqueza que se genera en el país. Bien haría el gobierno federal en voltearlos a ver, atenderlos, escucharlos y protegerlos, son gente preparada, con liderazgo y reconocimiento social, sobretodo de sus colaboradores y familias. A donde vayan ellos seguro los acompañarán 16 millones de trabajadores.


Presidente nacional de Canacintra

Por: Enoch Castellanos

Una característica que define a micro, pequeñas y medianas empresas en México, es que sus dueños, emprendedores por obligación, están involucrados en todos los aspectos que conlleva el sacar adelante su negocio; venden, producen, entregan, contratan, pagan, atienden, etc., es decir son los trabajadores más entregados, verdaderos “Hombre-Orquesta”.

Quienes tenemos el orgullo de haber creado nuestras pequeñas empresas, lo sabemos bien. Se puede ganar satisfacción y dinero a cambio de largas jornadas que superan por mucho las 12 horas diarias, preocupaciones para cubrir nóminas, esfuerzo para cumplir la normatividad vigente y desvelos para el pago de impuestos.

La satisfacción de ver crecer tu negocio y contratar personal que antes no tenía un trabajo fijo; el saber que los hijos de tus colaboradores nacen ahora en una clínica del IMSS a diferencia de sus padres; el poder, nuestros empleados, adquirir su vivienda propia mediante un crédito de Infonavit, sin duda alguna representa un factor fundamental de cohesión social.

En contraparte el ambiente es totalmente adverso para aquellos que osan emprender una empresa: Tramitología, burocracia, extorsión, corrupción y siempre los vaivenes de la economía, “La vida del empresario es como hacer una carrera de obstáculos con los ojos vendados”.

Estos pequeños emprendedores, emanados de la cultura del esfuerzo, no son magnates ni de las altas esferas de la sociedad, son clasemedieros; cuatro millones y medio de propietarios de negocios de menor tamaño, que se autoemplean en sus empresas como medio para subsistir y poder mejorar la calidad de vida de sus familias, muchos de ellos viven al día sin grandes ahorros o patrimonio pero contribuyen con impuestos y empleos a la grandeza de México.

Hoy que la adversidad nuevamente toca a la puerta de las Mipymes, de la mano de la pandemia de COVID-19, hay un gobierno federal autista, que ignora apoyos para proteger de la crisis económica a quienes soportan 7 de cada 10 empleos formales en nuestro país. Ello está gestando un encono, en contra de autoridades de gobierno, que abandonan y estigmatizan a estos empresarios de menor tamaño. Propietarios que tienen que decidir entre pagar impuestos o salarios, renta o servicios, y además llevar dinero a su casa para cubrir sus propias necesidades y las de su familia. Ellos son el empleado más comprometido de su propia empresa, se han ganado a pulso el derecho a ser: El último hombre en pie de su changarro. Están a punto de perder no sólo su empleo sino todo su patrimonio ¡Los han dejado solos!

Hay molestia y decepción pero también deseos de movilizarse, defender sus empleos, resistir pacíficamente el pago de electricidad, impuestos y contribuciones, además de redefinir su interlocución con las autoridades de gobierno. Ellos solos, representan la mitad de la riqueza que se genera en el país. Bien haría el gobierno federal en voltearlos a ver, atenderlos, escucharlos y protegerlos, son gente preparada, con liderazgo y reconocimiento social, sobretodo de sus colaboradores y familias. A donde vayan ellos seguro los acompañarán 16 millones de trabajadores.


Presidente nacional de Canacintra