/ domingo 19 de julio de 2020

La vida es 10% lo que experimentas y 90% cómo respondes a ello

Sin duda, una forma diferente de vivir; particularmente para los mexicanos, cuatro meses en los que la vida nos cambió enseñándonos a ver las cosas desde otra perspectiva; indudablemente esta crisis mundial rebasa el padecimiento exclusivo de la salud, nos ha afectado en todos los ámbitos, es por ello que, después de este confinamiento, se hace necesario abrir escenarios que enriquezcan nuestra razón de vivir, profundicen el diálogo y nos lleven a la reflexión, a la autocrítica, a revalorar la vida.

Especialistas en ciencias políticas, economía y diversas especialidades sociales han publicado un texto en el que se analiza la situación que vivimos a partir de la pandemia, generando propuestas para reflexionar sobre diversos aspectos que nos ayuden a superar los retos que hoy se nos presentan: “Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad. Reflexiones interdisciplinarias frente a la contingencia por COVID-19”.

Es innegable que este virus vino a dañar la salud de las personas; sin embargo, la situación ha repercutido en todos aspectos, también la economía resultó golpeada y qué decir del ámbito social y el psicológico… Es por ello que hoy, la esperanza juega un papel preponderante en las organizaciones resilientes y saludables; hoy, en este trance por el que estamos pasando, la esperanza representa un impulso generador de confianza para un mejor futuro.

Evidentemente el confinamiento y la pausa en el acelerado ritmo con que solíamos vivir, nos han permitido tomar conciencia de valores verdaderamente importantes como la salud, la convivencia, la comunicación, el cuidado y el conocimiento personal, a muchos nos ha dado la oportunidad de estar con nosotros mismos, salir de la zona de confort y reencontrarnos –gustándonos o no lo que encontramos-…

Es por ello que, mientas el coronavirus esté presente en el mundo es necesario tener cuidados para la salud física, como la sana distancia, el cubrebocas, la higiene personal, el constante lavado de manos, el uso de gel antibacterial, la sanitización de calzado y de espacios, pero igualmente importante, proteger el aspecto mental y emocional.

A estas alturas del confinamiento, el encierro y el abandono de las actividades cotidianas hasta antes de la aparición del COVID-19 nos han afectado en el aspecto social al limitar la convivencia, la salud emocional y en muchos casos, inclusive la salud mental, por lo que ahora debemos aprender a ser resilientes, es decir, conocer nuestra capacidad para superar circunstancias traumáticas como ésta a la que hoy nos enfrentamos y de la que sabremos salir adelante: a decir de los expertos, las personas resilientes son aquellas que a pesar de las circunstancias que estén atravesando, por muy negativas que sean, apuestan a seguir viviendo, reconocen el sentido trascendente de su existencia, son altamente optimistas y se centran en buscar las soluciones para salir adelante. Así somos los mexicanos, no es cierto?

Después de permanecer en confinamiento por más de 100 días, hemos experimentado momentos agobiantes y de estrés como ante cualquier situación de pérdida –en este caso de la vida en su normalidad, de pensar que podemos contagiarnos y morir, incluso de haber sufrido la enfermedad y hasta la pérdida de algún familiar…–; en fin, se han presentado diversas etapas que van desde la negación, el enojo, la negociación, hasta llegar a la aceptación.

Experimentados psicoanalistas opinan que, inicialmente, la mayoría de nosotros experimentamos cierta negación o incredulidad respecto a si la pandemia era real o no, posteriormente pasamos a una etapa de enojo buscando razones para culpar a otros de lo sucede; conforme se ha ido asimilando la situación, pasamos por un periodo de negociación, en donde buscamos formas para evitar o aminorar lo que está ocurriendo como la práctica de medidas de protección sanitaria -el uso de cubrebocas, caretas, limpieza, etcétera-, para reducir los riesgos de contagio.

Hoy, se trata de orientar a la sociedad hacia una resiliencia colectiva con el fin de salir adelante de esta problemática local, nacional y mundial, hemos de pensar en los demás, en quienes nos rodean para, entre todos, en un esfuerzo colectivo y haciendo lo que a cada uno corresponde, enfrentaremos y superaremos esta crisis con mayor ánimo y mejores resultados.


Bienvenida la “nueva normalidad…”

gamogui@hotmail.com


Sin duda, una forma diferente de vivir; particularmente para los mexicanos, cuatro meses en los que la vida nos cambió enseñándonos a ver las cosas desde otra perspectiva; indudablemente esta crisis mundial rebasa el padecimiento exclusivo de la salud, nos ha afectado en todos los ámbitos, es por ello que, después de este confinamiento, se hace necesario abrir escenarios que enriquezcan nuestra razón de vivir, profundicen el diálogo y nos lleven a la reflexión, a la autocrítica, a revalorar la vida.

Especialistas en ciencias políticas, economía y diversas especialidades sociales han publicado un texto en el que se analiza la situación que vivimos a partir de la pandemia, generando propuestas para reflexionar sobre diversos aspectos que nos ayuden a superar los retos que hoy se nos presentan: “Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad. Reflexiones interdisciplinarias frente a la contingencia por COVID-19”.

Es innegable que este virus vino a dañar la salud de las personas; sin embargo, la situación ha repercutido en todos aspectos, también la economía resultó golpeada y qué decir del ámbito social y el psicológico… Es por ello que hoy, la esperanza juega un papel preponderante en las organizaciones resilientes y saludables; hoy, en este trance por el que estamos pasando, la esperanza representa un impulso generador de confianza para un mejor futuro.

Evidentemente el confinamiento y la pausa en el acelerado ritmo con que solíamos vivir, nos han permitido tomar conciencia de valores verdaderamente importantes como la salud, la convivencia, la comunicación, el cuidado y el conocimiento personal, a muchos nos ha dado la oportunidad de estar con nosotros mismos, salir de la zona de confort y reencontrarnos –gustándonos o no lo que encontramos-…

Es por ello que, mientas el coronavirus esté presente en el mundo es necesario tener cuidados para la salud física, como la sana distancia, el cubrebocas, la higiene personal, el constante lavado de manos, el uso de gel antibacterial, la sanitización de calzado y de espacios, pero igualmente importante, proteger el aspecto mental y emocional.

A estas alturas del confinamiento, el encierro y el abandono de las actividades cotidianas hasta antes de la aparición del COVID-19 nos han afectado en el aspecto social al limitar la convivencia, la salud emocional y en muchos casos, inclusive la salud mental, por lo que ahora debemos aprender a ser resilientes, es decir, conocer nuestra capacidad para superar circunstancias traumáticas como ésta a la que hoy nos enfrentamos y de la que sabremos salir adelante: a decir de los expertos, las personas resilientes son aquellas que a pesar de las circunstancias que estén atravesando, por muy negativas que sean, apuestan a seguir viviendo, reconocen el sentido trascendente de su existencia, son altamente optimistas y se centran en buscar las soluciones para salir adelante. Así somos los mexicanos, no es cierto?

Después de permanecer en confinamiento por más de 100 días, hemos experimentado momentos agobiantes y de estrés como ante cualquier situación de pérdida –en este caso de la vida en su normalidad, de pensar que podemos contagiarnos y morir, incluso de haber sufrido la enfermedad y hasta la pérdida de algún familiar…–; en fin, se han presentado diversas etapas que van desde la negación, el enojo, la negociación, hasta llegar a la aceptación.

Experimentados psicoanalistas opinan que, inicialmente, la mayoría de nosotros experimentamos cierta negación o incredulidad respecto a si la pandemia era real o no, posteriormente pasamos a una etapa de enojo buscando razones para culpar a otros de lo sucede; conforme se ha ido asimilando la situación, pasamos por un periodo de negociación, en donde buscamos formas para evitar o aminorar lo que está ocurriendo como la práctica de medidas de protección sanitaria -el uso de cubrebocas, caretas, limpieza, etcétera-, para reducir los riesgos de contagio.

Hoy, se trata de orientar a la sociedad hacia una resiliencia colectiva con el fin de salir adelante de esta problemática local, nacional y mundial, hemos de pensar en los demás, en quienes nos rodean para, entre todos, en un esfuerzo colectivo y haciendo lo que a cada uno corresponde, enfrentaremos y superaremos esta crisis con mayor ánimo y mejores resultados.


Bienvenida la “nueva normalidad…”

gamogui@hotmail.com


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